Capítulo 42

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Llamó a la puerta de la habitación del señor Haeng y, al poco, Deulso abrió la puerta.

—Vamos —le dijo y este asintió saliendo—. ¿Sabes dónde está?

—En la zona de entrenamientos, al parecer pasa mucho tiempo allí.

—¿Con Meuse y los demás?

—No, al contrario. Lleva varias semanas manteniéndose lejos de ellos, aunque no hay explicación.

—Eso es algo que nos facilita las cosas. Además, parece confirmar que nuestras sospechas son ciertas —añadió.

—Eso pensé yo también cuando lo escuché. Esos cuatro siempre estaban juntos, es muy extraño que Dalgam se haya alejado de los demás sin motivo y en esta época.

—Lo cierto es que me gustaría saber qué rumores hay, pero no conozco a nadie lo suficiente.

—Hasta ahora eras demasiado pequeño para considerarte un rival, pero ahora que tienes tu forma adulta, tendrás muchos retos y eso te ayudará a conocer a más gente. Tan solo no olvides que tu primer reto es conmigo —le advirtió.

—Desde luego —asintió. Le debía mucho a Deulso y al señor Haeng.

—Yo tan solo he escuchado esos rumores sobre una pelea, pero nada concreto. Al parecer se está manteniendo alejado de todos.

—Entonces lo único que podemos hacer es intentar hablar con él —asintió.

Una vez que entendieron lo que estaba pasando, lo siguiente era buscar pruebas que demostrasen la culpabilidad del señor Gahn, pero aquello era inútil o el señor Jeon y el señor Kwon ya lo habría hecho. Tan solo existía una cosa que ellos podían hacer que estaba fuera del alcance de sus señores: hablar con Dalgam e intentar averiguar algo y es que, si el señor Gahn bajó al mundo humano, Dalgam debía saberlo.

Era consciente de que Dalgam no se mostraría demasiado colaborador, sobre todo porque se trataba de él, alguien a quien odiaba, pero en esos momentos su apariencia era bastante intimidante, al igual que la de Deulso, y esperaba que aquello pusiese lo bastante nervioso como para que cometiese un error que les permitiese llegar hasta el señor Gahn.

Después de recorrer varias salas y preguntar, lo encontraron sentado con la mirada pérdida en uno de los patios, así que se dirigieron hacia él.

—Dalgam —lo llamó y este se levantó de un salto al verlo.

—Deulso y Sae —contestó mirándolo sobre todo a él—. ¿Qué queréis? —les preguntó a la defensiva.

—Hablar contigo —contestó manteniendo las distancias.

—¿Hablar? Nosotros no tenemos nada de qué hablar —negó con fuerza.

—Se trata del señor Gahn —le explicó Deulso y Dalgam se detuvo.

—¿El señor Gahn? —preguntó este mirándolo pálido—. ¿Qué ocurre con él?

—¿Ha bajado al mundo humano? —contestó Deulso haciendo que él lo mirase ya que, ¿acaso estaba loco? Si preguntaba las cosas así, Dalgam se marcharía y no volvería acercarse a ellos, pero, para su sorpresa Dalgam se acercó mientras asentía apretando la boca con fuerza—. ¿Cuándo? —le preguntó, pero Dalgam no contestó—. Pero ha ido —Dalgam volvió a asentir—. ¿Podrías decirnos cuándo? ¿A dónde fue? —le pidió, pero Dalgam comenzó a apretar los puños con fuerza hasta que bajó los hombros, derrotado mesándose el pelo por lo que ambos se miraron.

—El señor Gahn ha bajado al mundo humano —comenzó él y Dalgam asintió mirándolos—. ¿Hace poco? —Dalgam volvió a asentir con fuerza—. ¿Cuándo? —Negó dejando caer los hombros derrotado cuando de repente levantó la mano—. ¿Quieres que esperemos? —preguntó, pero Dalgam negó—. ¿Entonces? —y cuando Dalgam apretó los puños, frustrado, miró a Deulso, el cual negó con la cabeza hasta que, de repente, Dalgam comenzó a levantar los dedos uno por uno hasta que al llegar al quinto se detuvo—. ¿Cinco? —Dalgam asintió triunfal—. ¿Pero cinco qué? ¿Horas? ¿Días? —Dalgam lo sujetó asintiendo con fuerza—. Así que fue al mundo humano hace cinco días. ¿Pero por qué no hablas? —Dalgam negó con la cabeza mientras se señalaba la boca.

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