—Sae —lo llamó el señor Jeon aquella noche tocando la puerta con suavidad.
—Amo —lo saludó abriendo después de cambiar su forma humana. No es que fuese buena, pero era mejor que la original—. ¿Puedo ayudaros en algo?
—No. Tan solo quería disculparme por la cena de esta noche. A pesar de que la preparaste para nosotros, al final no la comimos.
—No importa —negó, a pesar de lo cual se sintió un poco mejor después de que su amo se disculpase por no comerla, sintiendo que todo del tiempo que pasó en la cocina preparándola no fue en vano.
—Mañana por la mañana, lo comeré en el desayuno.
—De ninguna manera —se negó en redondo—. Mañana prepararé el desayuno.
—Lo comeré —repitió—. Tan solo...
—¿Tan solo?
—Me he dado cuenta de que vamos a tener que cambiar algunas cosas —le explicó sentándose y él lo imitó mirándolo sin entender—. Las cosas han cambiado mucho desde mi última compañera y es que ciento cincuenta años es mucho tiempo en el mundo humano. Al parecer ahora las jóvenes humanas tienen mucha más libertad que antes, siendo libres para ir a donde quieren, estudiando incluso cuando son adultas y escogiendo a sus parejas y cuantos hijos quieren tener.
—Vaya —murmuró sorprendido.
—Y si bien en el caso de Cath no ha podido elegir pareja, he decidido dejar que viva como una joven de su edad todo el tiempo posible y por ahora seguirá estudiando —le explicó—. Este es el último año de instituto y el año que viene comenzará la universidad
—¿Qué es un instituto? ¿Y una universidad? —le preguntó sin entender.
—Lugares donde van los humanos para aprender antes de empezar a trabajar.
—Pero las mujeres no trabajan, solo se ocupan de las cosas de la casa y del campo.
—Ahora las mujeres también trabajan.
—No parecen tan pobres —murmuró pensativo.
Todos los jóvenes que vio parecían estar bien alimentados, llevaban ropa limpia y en perfectas condiciones y la mayoría de ellos llevaba aquella "bisutería". ¿Acaso podían llevar aquel estilo de vida porque los padres se sacrificaban por sus hijos, dándoles todo el dinero que ganaban? Por alguna razón, lo dudaba.
—No lo hacen porque sean pobres, sino porque quieren.
—Quieren trabajar —repitió incrédulo. Aquello era algo que nunca pensó oír sobre los humanos.
—Las cosas han cambiado mucho —repitió—. Esta noche he aprendido muchas cosas del mundo actual de los humanos y creo que lo mejor es mejor adaptarse a él. Las humanas que se convierten en mis compañeras hacen un gran sacrificio, de manera que lo mínimo que podemos hacer es intentar que las cosas sean lo más fáciles para ellas como nos sea posible.
—Comprendo.
—Y no solo han cambiado las costumbres, también las comidas lo han hecho. El problema es que no creo que prepararlas esté a tu alcance —le explicó haciendo que él bajase la cabeza—. No se trata de que no seas capaz. —Le palmeó la cabeza—. Es tan solo que hay mucha variedad, demasiada para que puedas aprenderlas todas. Fuera hay tiendas llenas de comida donde puedes elegir desde los ingredientes hasta comidas que ya están preparadas y solo debes calentarlas. Por eso he hablado con Cath y hemos decidido que, a partir de ahora, compraremos algunas de esas extrañas comidas para que las elija cuando quiera y que decidirá si come aquí o fuera con sus amigas diciéndotelo con antelación. Al parecer así es como lo hacen las familias humanas hoy en día.
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Familiar
RomanceUn sirviente sin memoria que es una bola de un solo ojo. Un dueño que necesita una pareja humana para no morir. Lo único que Sae debe hacer, es evitar enamorarse de tu dueño y podrá vivir con su amo para siempre. Fácil, ¿verdad?