Capítulo 27

323 76 192
                                    

Abrió los ojos y miró el techo de la habitación reconociendo de inmediato el lugar. Estaba en el edificio de los encargados, en la habitación que siempre le asignaban al señor Jeon y aquello le hizo recordar que no tenían casa, ya que dudaba que fuesen a volver a un lugar tan peligroso. Los encargados no lo permitirían. Pero debían buscar una pareja para su amo, ¿cómo lo harían en aquel lugar de locos en el que se había convertido el mundo humano en esos momentos? Tenían un problema.

Se sentó rascándose la cabeza mientras se preguntaba qué pensaría hacer el señor Jeon, cuando se dio cuenta de que estaba durmiendo a su lado, pero que por alguna razón parecía... pequeño, cuando al mirarse a sí mismo suspiró. De nuevo tenía su tamaño de adulto.

El recordar lo que era, unido la energía del señor Jeon que tomó cada vez que le extraía el veneno, hizo que su cuerpo, por fin, se desarrollarse hasta que llegar a un tamaño adulto, pero él le ocultó aquello preocupado por cómo reaccionaría. Y luego, cuando fueron allí, siguió en su forma de adolescente consciente de que de aquella manera estaría más desprotegido y sería más fácil para los demás castigarlo, preocupado por lo que pasaría si lo atacaban estando en su forma adulta, de cómo reaccionaría su parte humana al sentirse amenazada. Pero mantener a la fuerza a su cuerpo con una forma infantil a pesar de la situación, hizo que se acumulase el cansancio y la tensión hasta que colapsó y, al parecer, sin su control, su cuerpo regresó a su forma adulta.

Siempre había querido crecer, pero en esos momentos preferiría volver a ser un niño. No quería que su amo lo rechazase por haberse convertido en aquello.

Se centró en intentar regresar a su forma anterior, pero después de un par de intentos, se rindió. Llevaba demasiado tiempo sin recibir energía y se sentía demasiado débil para logarlo.

—¿Sae? ¿Ya estás despierto? ¿Cómo te encuentras? —le preguntó el señor Jeon al despertar sentándose y él asintió—. ¿Sae? —insistió.

—Siento mucho todo esto —se disculpó a media voz.

—¿Esto? ¿A qué te refieres por esto?

—A lo que os he hecho. A que soy un humano —respondió.

—¿Acaso no te dije ya que no me importaba? —Él asintió—. ¿Y acaso no te han dejado salir sin ningún castigo los otros familiares? —Él volvió a asentir—. ¿Entonces por qué estás poniendo esa cara? —exigió y al mirarlo se dio cuenta de que, si bien hasta ese momento, al bajar la cabeza su amo no lo veía, ahora que era más pequeño que él, lo seguía viendo sin problemas.

—¿Por qué sois tan pequeño?

—Yo no soy pequeño, eres tú el que ha crecido demasiado —replicó el señor Jeon molesto—. Ni siquiera te pude sujetar cuando empezaste a crecer y tuve que llamar a Deulso para que te trajese aquí. Debes darle las gracias —le advirtió.

—Desde luego —asintió—. ¿De verdad no estáis molesto? —insistió.

—Sae... —comenzó, cuando se detuvo—. Sae, yo te elegí cuando no sabía lo que eras y me comprometí a aceptarte fueses lo que fueses, incluido un humano. He de admitir que es una sorpresa, pero dado que yo te elegí, que tú aceptaste y que los encargados dieron su consentimiento, no hay nada que decir. Tú eres mi familiar. No me importa lo que seas. ¿Acaso quieres dejar de serlo? —inquirió preocupado.

—Desde luego que no. Pero lo que os hice...

—¿Lo que me hiciste?

—Mientras estabais inconsciente.

—¿Acaso no hemos hablado de eso? —le preguntó cuando, al mirarlo, se detuvo suspirando—. Sae, es cierto que ese tipo de comportamientos no están bien vistos, pero tú lo hiciste para salvarme. Fue la única manera de tenías de hacerlo y tu deber es protegerme. Y no lo digo solo yo. Todos están de acuerdo en que en tu comportamiento no hay nada censurable. Tan solo... ¿qué forma tenías cuando lo hiciste?

FamiliarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora