Capítulo 38

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—Entonces se lo llevaron —concluyó el señor Kwon pensativo. El señor Jeon lo llamó y ahora se encontraban todos reunidos en la habitación del señor Haeng para hablar.

—El señor Haeng me ordenó que lo esperase cuando se marchó, pero no podía quedarme de brazos cruzados. Por eso fui a pedirle ayuda al señor Jeon —asintió Deulso.

—Comprendo. Lo que no entiendo es porqué Sae está en esa esquina de cara a la pared.

—Porque está meditando sobre su comportamiento —contestó el señor Jeon lúgubre.

—Lo que pasó fue culpa mía —terció Deulso.

—A ti no puedo ponerte de cara a la pared.

—Si es lo que deseáis...

—No, no es lo que deseo —lo detuvo su amo al ver que se levantaba—. Está bien, Sae, ven aquí —le ordenó de manera que se levantó.

—Señor Jeon, ordenarme eso ha sido demasiado infantil —le advirtió.

—Sae, ¿quieres que te vuelva a poner de cara a la pared?

—Esto también —replicó haciendo que su amo suspirase.

—Lo que no entiendo es cómo pueden pensar que el traidor fue Haeng —murmuró el señor Jeon cruzando los brazos, pensativo—. No tiene sentido.

—Yo tampoco lo entiendo. Ni siquiera me han detenido ni interrogado para saber dónde ha estado mi amo —les explicó Deulso.

—Iré a hablar con los encargados. Kwon, tú habla con los otros dioses y averigua qué rumores hay —le pidió.

—Entendido. Suei, Gae, hablad con los sirvientes —les ordenó y estos asintieron.

—Y vosotros dos esperad aquí —les advirtió el señor Jeon a ellos.

—Yo también quiero hacer algo —protestó Deulso.

—No —lo detuvo el señor Jeon—. Los encargados pueden venir a buscarte porque Haeng necesite algo, de manera que quédate aquí —le advirtió antes de mirarlo a él por lo que asintió. Su función era asegurarse de que Deulso se quedaba allí y no se metía en problemas y es que, el señor Haeng, como dios de la suerte, atraía mucha envidia y si bien en condiciones normales los demás dioses no lo demostraban, muchos aprovecharían la oportunidad para causarle problemas a través de su sirviente.

—Mientras, nosotros revisaremos las cosas —le propuso a Deulso en cuanto se quedaron solos.

—¿Revisar?

—Quizás encontremos algo que nos ayude a demostrar que el señor Haeng no ha salido de aquí —le explicó. En realidad, dudaba mucho que encontrasen algo, pero prefería mantener a Deulso entretenido.



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