—Esto no es bueno —se lamentó el señor Jeon.
—¿Por qué? —le preguntó sentándose para mirarlo.
—No estoy seguro de ser capaz de dormir en una cama de nuevo —contestó el señor Jeon.
—Son demasiado estrechas —asintió dejándose caer hacia atrás separando los brazos y las piernas.
—Y tampoco creo ser capaz de dormir de nuevo en una habitación con las ventanas y la puerta cerrada.
—Es demasiado pequeña.
—Me alegra ver que estás de acuerdo conmigo —asintió el señor Jeon rodando a su lado y tendiendo la mano que él cogió apretándosela mientras sentía la energía.
Dado que aquella era su habitación, desde el primer día regresaron a su costumbre de dormir en el suelo, quitando las puertas correderas que daban al jardín pudiendo dormir después de mucho tiempo mirando el cielo, sin tener que preocuparse por caerse de la cama y es que al señor Jeon le gustaba rodar por el suelo. Algo que ambos mantenían en secreto ya que no era un comportamiento propio de un dios. Por más que lo hiciese.
—Muy bien. Aprovechemos que es de noche y pidamos un deseo —propuso.
—¿Un deseo? ¿Para eso no era necesario que pasase algo? —murmuró intentando hacer memoria—. Algo se tenía que mover.
—¿La luna? No, espera. La luna se mueve todas las noches.
—Las estrellas también... —murmuró él—. ¿Algún animal extraño?
—Los humanos son demasiado cobardes para esperar a comprobar de qué se trata cuando escuchan ruidos de noche —le recordó el señor Jeon.
—Cierto —asintió él mientras intentaba recordarlo.
—No lo recuerdo, pero tampoco importa. Estamos en la ciudad celestial, rodeados de dioses, por lo que, si hay un lugar en el que pedir un deseo, sin duda es este.
—En tal caso pido que encontréis una manera de no necesitar a los humanos. Ni hombres ni mujeres.
—Tiene que ser un deseo para ti —le advirtió.
—Y este lo es —contestó mirándolo cuando el señor Jeon se volvió de repente hacia arriba.
—Pues en tal caso yo... pido que seas tú el que viva más de los dos.
—Ese deseo es muy injusto.
—¿Injusto por qué? —le preguntó mirándolo antes de volverse hacia el cielo.
—Porque ¿queréis que tenga otro amo?
—No, pero lo prefiero a tener que buscar otro sirviente.
—No. Me niego. Moriré antes que vos.
—¿No vas a cumplir con tu función hasta el final, tal y como prometiste?
—Muy bien, en tal caso moriré justo después que vos.
—Deja de hablar de eso.
—Habéis empezado vos.
—Aun así. No quiero pensar que puedes desaparecer —murmuró y por un momento sintió el impuso de hacer algo, pero antes de saber qué, este desapareció.
—Yo no me separaré de vos mientras estéis vivo —le recordó—. Y dado que sois un espíritu elemental, eso será mucho tiempo.
—Medio elemental, pero es cierto —asintió.
—Señor Jeon —lo llamó después de un rato en silencio mirando el cielo—. Hoy habéis ido a darle energía a Geomi, ¿no es cierto?
—¿Cómo lo...? —comenzó sorprendido sentándose cuando se detuvo—. No deberías preocuparte por eso.
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Familiar
RomanceUn sirviente sin memoria que es una bola de un solo ojo. Un dueño que necesita una pareja humana para no morir. Lo único que Sae debe hacer, es evitar enamorarse de tu dueño y podrá vivir con su amo para siempre. Fácil, ¿verdad?