Capítulo 6

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Sin embargo, los peores pronósticos se cumplieron y Cath siguió sin aceptar las reglas, así que el señor Jeon habló con la familia para pedir otra candidata. Pero estos le dijeron que la mayor de las otras candidatas apenas tenía trece años, por lo que tendría que esperar varios años antes de poder formar el vínculo, algo que su amo no podía hacer, ya que estaba demasiado desequilibrado por la mala relación con ella. Aquella petición, lejos de arreglar las cosas, hizo la situación más difícil, ya que Cath acusó al señor Jeon de acostarse con ella y luego pretender dejarla. Solucionar aquello llevó muchos meses de conversaciones, explicaciones, disculpas y regalos costosos ya que, por alguna razón que no entendía, ella parecía medir la sinceridad de su pareja por el dinero que costaban los regalos. Cuanto más caros, más sinceras le parecían las disculpas. El problema era que ellos no tenían ninguna manera de conseguir dinero humano, en realidad, ni siquiera tenían interés en algo tan inútil. Tan solo, para poder comprarle a sus compañeras las cosas que necesitaban, este tenía la costumbre de guardar las ofrendas que recibían de la familia de Cath y vendarlas siglos después como antigüedades, ya que los humanos pagaban bastante por aquellas cosas, sobre todo cuando estaban bien conservadas. Aquello significaba que tenían un límite en lo que podían vender, y por lo tanto en el dinero que podían conseguir, algo que le explicaron en varias ocasiones sin resultados.

Una situación difícil que se volvió insoportable un par de meses antes, cuando descubrieron que Cath no solo no estaba en su último año de universidad debido a las asignaturas que suspendió a lo lardo de los tres años anteriores, sino que quería que el señor Jeon le pagase un grado que escapaba por completo a sus posibilidades. Su amo y ella tuvieron una discusión que se fue volviendo cada vez más fuerte, hasta que Cath se marchó molesta haciendo que pensase, por primera vez, que no regresaría. Aquello le causó sentimientos encontrados ya que no creía que aquella chica fuese la compañera adecuada, pero, a la vez, no tenían ninguna alternativa y, sin ella, el señor Jeon moriría.

El problema era que, cuando por fin regresó en compañía de su padre varios días después, olía a humano, a hombre, lo cual solo significaba una cosa. En ese momento estuvo seguro de que sería expulsada, pero, para su sorpresa, pasó varias horas hablando con aquel hombre y Cath hasta que el primero regresó solo. Desde entonces, un desagradable viento frío recorría la casa mientras Cath se esforzaba en complacer al señor Jeon, el cual permanecía perdido en sus pensamientos sin que él pudiese hacer nada y aquello lo frustraba. Se preguntaba cuándo empezaría aquella chica a traer regalos de disculpa y como serían de caros.

Era cierto que no con todas sus compañeras se había llevado bien, que con algunas tuvo diferencias, que incluso a algunas las devolvió a sus familias ya que estás no parecían capaces de cumplir con lo que se les pedía a las candidatas. Pero era la primera vez que conocía a una candidata que admitía con tanta facilidad que estaba enamorada, pero cuyo comportamiento contradecía aquellas palabras. Entendía que, a aquellas alturas, para el señor Jeon era casi imposible romper el lazo, sobre todo sin una sustituta, pero, desde sabía que Cath dañó la relación de una manera que él no creía posible arreglar. Tan solo podían intentar solucionar las cosas en la medida de lo posible para que el vínculo se reestableciese y esperar que tuviesen más suerte con la siguiente candidata o la vida de su amo correría peligro.

Quería ayudar al señor Jeon a salir de aquella situación, pero no era una humana, así que lo único que podía hacer era acompañarlo, escucharlo, e intentar quitarle importancia a lo ocurrido por más que pensase lo contrario y es que a su parte elemental no le sentaban bien las emociones de los humanos, sobre todo las emociones negativas.

Sabía que para las humanas era difícil entender al señor Jeon, ya que solo parecía acercarse a ellas cuando quería intimidad, alejándose en cuanto acababa; que estas no entendían por qué era necesario aislarse de otros humanos. Pero por más que la parte humana de su amo necesitase a alguien a su lado con quien establecer un vínculo fuerte, su parte elemental encontraba a los humanos agotadores y estresantes. Y el señor Jeon debía compaginar ambas realidades de la mejor manera posible. Además, el vínculo estaba amenazado por su parte elemental, que de manera inconsciente intentaba destruirlo para librarse de la compañera humana, por eso era necesario que, por parte de la compañera no hubiese ninguna relación que hiciese competencia al vínculo, por más pequeña o inocente que fuera. Entendía que aquello parecía egoísta, pero aquello no era culpa del señor Jeon, que estaba atrapado con sus dos realidades de necesidades opuestas.

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