Tu presencia en mi fiesta

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Las horas pasan volando y ya con cuatro horas o tal vez cinco desde que llegué ya estaba más que ebria, abandoné al grupo y comencé a bailar entre la gente hasta que encontré a un chico de cabello rubio y ojos cafés que sin duda por ser muy guapo quise bailar con él, él acepto que bailara con él y restregando mis caderas en su entrepierna comienzo a hacer lo que hago siempre. Decirlo vulgarmente, a ponerme de zorra.
Bailamos al menos dos canciones bastante pegados el uno del otro hasta que se me acercó al cuello y susurró algo a mi oído.

—¿Por qué no vamos a una de las habitaciones de arriba? —Dice en un susurro.
Me estremezco cuando siento su aliento cálido en mi cuello; puedo estar ebria pero sé de lo que habla.
—No —Niego con la cabeza mientras me aparto un poco de él— Lo siento si pensaste que me enrollaría contigo pero no.
Comienzo a caminar entre la gente para alejarme pero él me toma de la muñeca con delicadeza y tira de mí para que vuelva y como estoy ebria mis pies se tambalean pero me hacen volver con él.
—Pues no te preocupes —Me regala una sonrisa— ¿Podemos al menos seguir bailando?
Yo asiento y continúo bailando con él.

El líquido ardiente —Alcohol— De mi baso rojo se termina así que tiro el vaso por ahí sin importante mucho a quién podría caerle en la cabeza. Una hora ya bailando el alcohol en mis venas se disminuye y comienzo a sentirme cansada.

—¡Tomemos un momento! —Le digo al chico que aún seguía bailando conmigo gritando por encima de la música.

Al parecer él me escucha y asiente, él me toma de la mano mientras salimos del batallón de gente que nos rodeaba para luego llegar a lo que parece el salón de la gran casota, me desplomo en el primer mueble que encuentro y me quedo allí inhalando profundamente para hacer que mi pulso acelerado vuelva a su normalidad.

—Ya no tienes vaso —Puntualiza mi acompañante desconocido de baile— Iré a buscarte uno.
Y simplemente se va.
A los segundos llega el yonqui del grupo.
—¡Aron! —Grito por encima de la música completamente ebria— Mi querido amigo.
Él me sonríe y se sienta a mi lado, veo que tiene un porro entre los labios así que sin avisar se lo quito y lo meto entre los míos para darle una gran calada, todo el humo hace que me ardan los pulmones cuando lo retengo en ellos unos segundos y al soltarlo siento como mis pulmones se sienten bien.
—Tengo que irme —Avisa Aron mirando a una chica la cual le estaba haciendo ojitos, lo que significaba que quería un polvo con él— ¿Quieres que te lo deje? —Me señala el porro.
Yo niego con la cabeza y se lo devuelvo, él lo toma y se va tras el culo de la chica que le estaba haciendo ojitos. A los segundos mi acompañante desconocido de baile llega con un vaso rojo en la mano y al sentarse a mi lado me lo entrega con una sonrisa maliciosa, yo primero huelo el líquido que contiene el vaso y nunca antes había olido una bebida como la que tengo enfrente.
—¡¿Qué es?! —Le pregunto gritando por encima de la música.
—Solamente es vodka.
«¿Vodka?»
Que yo sepa el Vodka no huele como el líquido que tengo en el vaso rojo que está en mi mano, muy poco he tomado Vodka pero me resulta extraño.
Y como si me leyera el pensamiento dice:...
—Lo mezclé con algo que sin duda te encantará —Añade.

Eso tiene sentido.
Dos tragos más y voy directo al váter a vomitar así que no tengo cabeza para preguntarle qué es ese «Algo» Así que simplemente me tomo el líquido del vaso y sabe bastante bien así que me tomo todo el vaso en tres largos tragos.
La energía vuelve a mí y me siento más energética.

—¡Vamos a bailar! —Le digo mientras me levanto.

No sé qué carajos tenía esa bebida pero sin duda hizo que mis energías aumentaran y me sintiera bien.
Mi acompañante asiente y me sigue hasta el montón de gente que sigue bailando pero antes de empezar a bailar comienzo a sentirme mal, todas las energías que sentía hace cinco segundos se esfuman y todo mi cuerpo pesa, siento como si tuviera un camión sobre mi espalda y comienzo a tambalearme.

—¿Te sientes bien? —Pregunta mi acompañante con un tono creo que preocupado.
Yo asiento y trago en seco.
Definitivamente no me siento bien, todo a mi alrededor da muchas vueltas y la música se va apagando en mi cabeza, comienza a dolerme el estómago y la cabeza y siento como todos mis sentidos se van apagando.
—¿Qué me hiciste? —Digo con la poca conciencia que me queda.
—Eso sucede por no aceptarme cariño —Dice él con un tono de superioridad.

Él me toma de la mano y yo intento avisarle a alguien para que me ayude pero no puedo hablar, hasta mis labios me pesan cuando intento moverlos para formar una palabra, todo a mi alrededor se ve borroso y no deja de girar, mi audición lentamente se está apagando.
Como me tambaleaba mucho —Ya que casi no podía mantenerme de pie— él me toma de la cintura y me tira sobre su hombro como saco de papas, pasa entre el montón de gente y sube las escaleras, comienzo a decir —Ayuda— Pero en un tono tan apagado que absolutamente nadie me escucha, la música ya se apagó y absolutamente todo lo demás se va apagando pero logro escuchar algo antes de que todo se ponga negro.

—¡Rebeca! —Grita una voz familiar.

Mis ojos me pesan pero aún así intento moverme y decir —¡Aquí estoy!— A quién sea que esté llamándome pero como dije, los labios me pesan para hablar y ya no siento nada de mi cuerpo, solo mi cabeza sigue funcionando un poco.
Escucho muy poco la música y supe que habían bajado el volumen de la música en la parte de abajo, por eso se iba apagando lentamente en mi cabeza, no era por la droga. Escucho como el tipejo desconocido abre la puerta de un cuarto y la cierra unos segundos después, siento como me tira sobre la cama y me monta encima de mí.

—Por favor... —Consigo articular mientras cierro los ojos con fuerza, no puedo abrirlos— No hagas esto...
Estoy completamente indefensa, no puedo moverme, estoy completamente inmóvil y este bato ya me está besando por el cuello, siento como pasa su mano por encima de la ropa tocándome los senos.
—No... —Digo con voz apagada.
—¡Cállate! —Ruge claramente enojado por haberle interrumpido su momento de excitación con mi cuerpo inmóvil.

No puede ser que esto me esté pasando a mí y que nadie haya visto que este tipo me trajo cargada como un saco de papas hasta arriba.
Quiero gritar pero no puedo, apenas y puedo mover mi boca. Siento como sus manos se meten por debajo de mi blusa y me aprieta mis pezones por encima de mi sujetador, una lágrima cae de mi ojo cerrado y en ese momento escucho como la puerta de la habitación se abre de golpe haciendo que el chico que está encima de mí detenga todo lo que me está haciendo y siento como se levanta de mí.

—Aléjate —Le advierte una voz conocida.
«¿Maxx?»
No escucho más nada que silencio absoluto por unos segundos.
—Maxx —Digo con un tono apagado que casi es un susurro.
—¡¿Qué te pasa idiota?! —Se queja de pronto el tipejo que me drogó— ¿No estás algo mayor para estas fiestas?
—¿Y tú algo mayor para drogar a una menor y querer abusar de ella? —Espeta Maxx —Llévenselo —Añade pero no sé a quién le dice tal cosa.
Escucho muchos pasos en la habitación y cerca de mí.
—¡No! —Grita el tipejo que me drogó— ¡Ella no es una menor!
—¡Tiene dieciséis años! —Le informa furioso Maxx— Me encargaré de que te pudras en la cárcel.

Y ya no escucho más nada.
Siento unos brazos fuertes y firmes con una temperatura algo alta pero hacen que me sienta segura, sus brazos me toman por debajo y siento como me carga entre sus brazos.


DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora