Su confesión

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Rebeca.

Estaba tan sorprendida por sus palabras que retiré mi cabeza de su hombro solo para mirarlo fijamente, había seguridad en sus ojos, estaba convencido y decía la verdad pero no podía creer que de sus palabras salieran esas palabras ya que según lo que sabía Maxx nunca se enamoraba de sus chicas, nunca y ya de por sí me extrañaba un poco su comportamiento tan amable y cariñoso últimamente pero tal vez fue por eso...
Tal vez fue por me amaba...

—Entiendo si es muy pronto como para que tú también lo digas —Dice algo apenado y sigue mirando la ciudad pero yo solo quedo petrificada mirándolo.
—Yo también te amo Maxx —Confieso algo temerosa.
Él voltea a verme totalmente sorprendido, me miró unos segundos y sonrío con más felicidad de lo normal, se inclinó solo para tomarme de la cintura y jalarme hacía él para así poder besarme, fue un beso tierno y sincero, lleno de amor y ternura, mi corazón se sentía muy feliz, estaba emocionada y feliz por este momento único y perfecto, me sentía especial y muy bien, esto no podía ser más perfecto.

Después de allí fuimos al hotel, me di un baño pero a mitad de mi ducha Maxx entró al baño, las puertas de la ducha eran de cristal y vi perfectamente cuando entró y se desvistió.
—¿Puedo entrar contigo? —Pregunta con un tono dulce, un tono que no había usado antes.
—Sí...
Entró y me ayudó a ducharme al igual que yo a él, de un momento a otro estaba dándole la espalda y sentí su mano en mi hombro y cómo ésta bajaba con delicadeza por mi brazo, su roce era suave y muy delicado, como si estuviera acariciando la superficie de una muñeca de porcelana, me dio un ligero beso en mi hombro y me volteó para quedar frente a frente, cerró la llave de la ducha y me miró fijamente.
Se inclinó a besarme, no era un beso salvaje y lleno de lujuria como los demás, era tierno y delicado, me gustaba en realidad.
Ambos salimos de la ducha y sin importarnos mucho fuimos a la habitación.

Al acostarme Maxx se puso encima de mí, no paraba de besarme de la forma más lenta y dulce posible, recorría mi cuello con sus besos ligeros y al llegar a mis pechos se detuvo y levantó la mirada.
—Quiero esta noche sea completamente diferente a otras... —Dice casi en un susurro.
Y así fue.
Esa noche fue más apasionada y más delicada que cualquier otra, incluso fue más romántica y llena de amor que la noche en la que perdí mi virginidad con Maxx.

Las dos semanas que pasamos en París Maxx me llevó a todos lados, compramos muchas cosas, conocimos muchas cosas, mantenía comunicación con Ange y aunque ella decía que Mery quería hablar conmigo siempre terminaba poniendo la excusa de que tenía que colgar, no lo sé, sentía que ya era hora de dar la cara pero al final me acobardaba pero lo haré apenas llegue.
Cada mañana me despertaba entre los brazos de Maxx y era muy lindo el verlo dormir, cuando él se despertaba lo primero que hacía era sonreír y darme un beso dulce de buenos días, realmente todo era mágico y no quería que acabara nunca.
Pero llegó el momento de que todo tenía que terminar.

Pasaron las dos semanas más rápido de lo que pensé y nos encontrábamos en el avión para regresar a casa. Al llegar Miguel nos recogió en el aeropuerto, llegamos en la mañana pero me moría de hambre así que se lo comuniqué a Maxx.
—¿Quieres salir a almorzar o te preparo algo? —Digo algo emocionada por su respuesta.
Antes de que él pudiera responder su celular empezó a sonar y al ver la pantalla su rostro junto con su expresión cambió completamente, era extraño...

Maxx.

Estaba feliz por las dos últimas semanas que había pasado con Rebeca, realmente no me arrepentía de haberle dicho que la amaba porque era así, tal vez a los ojos de alguien más fue muy pronto pero para mí fue el tiempo adecuado, llevamos casi dos años conociéndonos y estando junto, para mí eso era importante.
Pero todo ese mundo paralelo y perfecto en el que había estado viviendo en estas últimas dos semanas se esfumó cuando entró esa llamada.
Estaba a punto de responder a la pregunta de Rebeca cuando mi celular empezó a sonar, miré el nombre en la pantalla y toda mi felicidad se esfumó, no sabía el motivo exacto pero al ver el nombre de Emma en la pantalla del móvil recordé lo que había sucedido en la oficina y me enojé.

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