Protección

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Me había quedado en la cafetería hasta que oscureció, pasaba el tiempo y cuando vi mi celular eran las once de la noche, tenía que irme porque el café cerraría a media noche y prácticamente yo era la única que quedaba en el establecimiento.
No quería ir a casa de Ange porque sentía que ya había molestado lo suficiente en toda mi vida, siempre que sucedía lo que está sucediendo corría a su casa pero siento que ya molesté mucho a ella y a su familia aunque si me escuchara diría que estoy loca y hasta se enojaría...

Revisé mis cuentas del bando y no tenía suficiente para pagar una habitación de hotel.
Allí fue que se me ocurrió.
Tal vez pueda ir a casa de James.
Y me levanté recogiendo mis cosas para salir del lugar, lo único que saqué fue mi celular mientras caminaba por las calles oscuras y solitarias.
Llamo a James y acepta que me quede en su casa así que camino hasta ella ya que no estoy tan lejos.
Entro en un callejón para cortar camino pero no me percaté que aún tenía mi celular en la mano.
Sentía unos pasos detrás de mí pero al voltearme nunca veía a nadie, no sé si era por la oscuridad del callejón o estaba volviéndome loca pero nunca había nadie.

Cuando salí del callejón seguí caminando por las aceras y pasé por enfrente de un bar el cual me indicaba que ya a unas cuantas manzanas más estaba la casa de James, al dejar atrás el bar escucho que unas personas salen de éste, no volteé porque no me interesaba saber quiénes eran así que seguí con mi camino pero al escuchar esos insultos sí que me importó escuchaba cómo hablaban entre ellos, solo hablan de mí y de lo genial que se ve mi trasero en mis shorts cortos así que decido voltearme para plantarles cara.

—¡Sí! —Le grito al que más habló sobre mi trasero— Mi trasero se ve genial ¡¿Ahora podrían dejar de hablar y dejar que yo regrese a mi casa?!
Ellos se ríen entre ellos.
—Lo siento hermosa —Se disculpa el que le grité que sin duda es el más viejo de todos, le calculo unos treinta y cinco pero no lo sé, casi no logro verlo— Pero realmente se ve muy jugoso.
Yo pongo los ojos en blanco y le enseño mi dedo corazón para dar vuelta sobre mis talones y seguir caminando pero ello no me lo permiten ya que continúan hablando.

—¿Por qué no dejas que te acompañemos a dónde vas? —Pregunta uno de ellos, no era el mismo y lo sé por su voz.
Yo me volteé y estaban más cerca de mí.
—No porque tengo piernas con las cuales puedo caminar y también golpearte en los huevos si sigues molestándome —Digo ya molesta.
Y sigo con mi camino pero en un momento a otro uno de los hombres corre a mi lado y se planta frente a mí para impedir que yo siga caminando, por un momento me asusté por lo rápido que había sucedido todo pero me molesté.
—Ya quítate maldito engendro —Le pido ya molesta.
Tenía una sonrisa pícara que en el fondo no me asustaba, ya estoy cansada de lidiar con este tipo de tipos morbosos.
El tipejo quiso tocarme el hombro pero me aparté y lo pateé como había dicho, en las bolas, obviamente él calló al suelo agarrándose sus testículos magullados y quejándose del dolor, los demás amigos fueron a ayudarlo y en cuanto a mí, solo seguí mi camino pero querían venganza así que fueron corriendo a donde estaba yo y me rodearon.

—Si no se quitan... —Empiezo ya enojada de la hostia pero no me dejan terminar.
—¿O qué? —Dice uno de ellos— ¿También nos pegarás en las bolas?
«En realidad sí»
Lo pensé, otra cosa es decirla, quise hacerme la fuerte y la dura, la ruda y no la misma damisela que tienen que salvar pero antes de poder abrir la boca para defenderme veo que un chico alto, de al menos unos veintidós años se acerca, iba vestido muy elegante y eso lo hacía ver mayor y respetuoso, se acercó e hizo un espacio para estar en el centro conmigo y le plantó cara al que se había mofado de mí.
—¿Sucede algo con la señorita? —Pregunta, su voz es gruesa y muy fina, tiene un pequeño acento pero no lo tomo en cuenta.
—¡Sí! Resultó ser que la maldita prostituta golpeó a mi amigo en las bolas y no puedo dejar esto así —Explica el chico enojado y respondiendo a su pregunta.
—Pues tendrá que quedarse así porque esa prostituta que tú dices pues no es lo que dices, es una chica adolescente que solo quiere llegar a algún lado —Explica con paciencia y mucho respeto aparte que con gentileza el chico.
En eso los locos del bar se miran y cierran el pequeño círculo haciéndolo más diminuto.

DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora