De nuevo unidos

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Maxx

Estaba en una llamada telefónica con el detective que llevaba el caso de Rebeca, solo gritaba y gritaba por el celular dándole órdenes para que la encontraran, estaba desesperado, sentía un nudo en la garganta y una desesperación por tenerla ya en casa que me estaba volviendo loco.
Estaba tan sumergido en los gritos que le decía al detective que no escuché el ascensor, tampoco las pisadas, vine a realidad cuando escuché su voz, su voz de desesperación y alegría cuando dijo mi nombre.
Volteé para verla, realmente no podía creer que de verdad había escuchado su voz pero sí, era ella, corrió hacía mí y al llegar a mis brazos calló en ellos, se notaba lo débil que estaba, se quejaba del dolor pero intentaba resistirlo, se notaba.

—¡Rebeca! Dime que estás bien —Le pido mientras la abrazo como nunca en la vida.
Al abrazarla mucho se vuelve a quejar y supe la respuesta a lo que le había preguntado, no estaba nada bien.
Ella asintió pero no le creí, allí mismo levanté su camisa rasgada para ver su abdomen.
Parecía un árbol de navidad mal decorado, un árbol al que solo le pusieron los colores verde y morado.
Tenía moretones y hematomas por todo el abdomen, noté que su labio estaba roto igual que algunas partes de su rostro perfecto, realmente la torturaron...

—Hay que llevarte al hospital —Le digo mientras miro a Miguel para decirle que nos lleve pero ella lo evita.
—¡No! Quiero quedarme aquí, yo estoy bien —Me asegura pero toce y al hacerlo se vuelve a quejar del dolor.
—Podrías tener una costilla rota, hay que llevarte —Le digo pero sigue sin aceptar.
Vuelve a toser y se cubre la boca, al retirar su mano no me dejó verla pero pude ver un poco antes de que ella la cerrara en forma de puño, había sangre en ella...
—¿Sabes qué? No me interesa si no quieres, vamos a ir y punto —Digo dándole la orden y mirándola como antes.

Ella asintió temerosa y le dije a Miguel que nos llevara, la tomé en mis brazos y la llegué hasta el auto.
La acosté en la parte de atrás de la camioneta, apoyando su cabeza delicadamente sobre mis piernas, acariciaba su cabello por lo mucho que la había extrañado, estaba preocupado porque no tuviera nada grabe internamente.

Llegamos al hospital y pedí que la atendiera de inmediato y eso hicieron.
Se la llevaron, no pude entrar con ella y me quedé en la sala de espera.

Al menos una hora después una enfermera salió y decidí detenerla.
—Hola quisiera saber cómo está Rebeca Sillete —Le digo algo preocupado.
Ella sonríe amablemente.
—Ella está bien, está estable, solo tenía una hemorragia interna y ya el doctor la supo manejar, solo necesita reposo y mañana en la tarde podrá irse.
Yo suspiro aliviado.
—¿Puedo verla? —Pregunto emocionado.
—¿Es usted un familiar cercano?
—Soy su esposo —Le aclaro irritado.
Ella asiente.
—Solo déjeme decirle al doctor y vengo por usted para que vayamos a su habitación —Dice con su una sonrisa para luego irse.

Me quedé esperando a la enfermera y justo como dijo llegó unos minutos después a buscarme para luego guiarme hasta la habitación de Rebeca, al entrar ella estaba despierta, veía el techo y estaba tranquila, no tenía nada conectado a su cuerpo, solo una intravenosa.
Ella al verme sonrió de alegría igual que yo, no dudé dos veces en acercarme a ella y tomarla de la mano.

—¿Cómo te sientes? —Pregunto.
—Bien, no te preocupes —Me dice convencida.
—Así dijiste hace unas horas y tenías una hemorragia interna —Digo con sarcasmo.
Ella se ríe un poco pero luego se queja del dolor así que me callo para no hacerla reír por su propio bien.
Estaba mirándola como si fuera la última mujer en el mundo cuando llegó el doctor, tocó y luego entró, tenía una sonrisa y traía con él una mesa metálica con varias cosas en ella.

—Señor Carson ¿Podría salir de la habitación unos minutos? —Me pide el doctor amablemente.
—¿Qué? ¿Por qué? —Le pregunto.
—Le haremos un test de violación ya que supe que la señorita Sillete estaba secuestrada —Explica.
Yo volteo a ver a Rebeca preocupado.
—No es necesario hacer eso —Dice ella mirando al doctor, en ningún momento me miró a mí— No hicieron eso...
—¿De casualidad en ese tiempo la durmieron con alguna sustancia? Ya que no encontré nada en tu sistema.
—No, solo me noquearon una vez a golpes —Le aclara.
El solo imaginarlo me pone furioso, tanto que no me percaté de que había cerrado mi puño con fuerza, supe que lo había hecho ya que sentía la mano de Rebeca sobre mi puño cerrado y lo relajé.

DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora