El final de todo esto

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Su mirada estaba puesta sobre mí cuando estiró las cuerdas y me las mostró, era dos pequeñas así que no sabía exactamente lo que pasaría y eso me tenía algo nerviosa...
Me encontraba sentada sobre la cama de Maxx, levantando la mirada para verlo fijamente a los ojos.
—Estira los brazos —Me ordena.
Y eso hago.
Estiro los brazos entre nosotros y entrelazo los dedos ya que no hace falta que me lo diga, sé que me amarará como la vez anterior.
—Ahora acuéstate —Su voz era sutil y sexy cuando habla, estaba sediento por esto...
Yo obedezco a su orden, sentí sus manos en mi cintura, luego bajar hasta tomar mis shorts y bajarlos, le costó un poco al comienzo pero fue fácil terminar de retirar mis shorts junto con mis bragas, vi cuando tiró mi ropa por allí sin darle mucho importancia, sus manos tibias estaban sobre mi estómago y de repente volví a sentirlas en el camino que llevaba a mi zona más débil y sensible, estaba totalmente perdida por su roce, por su tacto, todo sobre él me volvía loca y no me hacía pensar claramente, estaba enamorada y amarrada sexualmente a él...

De repente sentí cuando tomó de mi cintura y me hizo girar, estando boca abajo coló una de sus manos por debajo de mí para levantar mis caderas y ponerme en cuatro.
«Ya sé lo que hará»
No había terminado de pensar esas palabras cuando sentí su mano impactar en mi glúteo, todo mi cuerpo estaba en llamas y más por las nalgadas que Maxx me daba como castigo.
—Di que no volverás a desobedecerme —Dice después de darme otra nalgada.
—Lo prometo —Suelto junto con un gemido.
Y volví a sentir su mano.
Me golpeaba lo suficientemente fuerte como para castigarme pero no suficientemente para hacerme un daño más grabe, algo que no pasara de un color rojo con forma de su mano en mi glúteo.

Quería más, quería que el momento pasara ya...
No volví a sentir sus manos, no podía voltearme porque temía que se enojara, no podía mirarlo para saber qué hacía y allí fue que lo supe.
Sentí la primera envestida, su pene dentro de mí, ya no sentía dolor, solo placer al sentir nuestros cuerpos conectados. Empezó lento pero fuerte, ahogaba gemidos en las sabanas al enterrar mi rostro en la cama, mis manos amarradas sobre mi cabeza sostenían las sabanas con fuerza pero con el paso de los segundos... Todo se volvió más rápido, su movimiento, entrando y saliendo de dentro de mí, se sentía bien a esa velocidad, embestidas firmes y rápidas, una detrás de la otra, sentía como si mi cuerpo no quisiera seguir en su lugar, quería colapsar eso significaba que estaba a punto...

Sus gemidos mezclados con jadeos eran irresistibles, sentir la necesidad de penetrarme también era irresistible, lo deseaba, él me deseaba, yo lo amaba pero sé que él a mí.
Estaba tan sumergida en lo que mi cuerpo sentía con su penetración que no escuché cuando la puerta principal se abrió, yo solo seguí gimiendo a lo vestía, igual que él, no podía callarme, estaba a punto de llegar a ese orgasmo que tanto me encanta llegar solo con Maxx...
Me vine igual que él, su último gemido, uno tan fuerte y vestía, uno que era único, uno que solo tenía el privilegio de escuchar cuando se venía hizo que al venirnos juntos se sintiera como si estuviéramos en armonía, me hacía sentir segura de que lo complacía cómo yo quería...
Pero allí fue cuando todo terminó.

La puerta de la habitación se abrió, Maxx se asustó y se separó de mí y yo estaba en la luna así que no reaccioné, solo me desplomé sobre la cama...
—¡¿Qué demonios?! —Escucho que gritan.
«Mierda»
Al reconocer la voz entro en razón en un dos por tres, me volteo y veo a mi madre parada en el umbral de la puerta, estaba pálida, la mandíbula le llevaba al suelo por ver la escena...
—No puedo ver esto... —Dice después de varios minutos en silencio.
Y con eso se cubre los ojos y se va.
Estoy petrificada, sorprendida, totalmente inmóvil.
Escuché a mi madre llorar en la sala y tomar el celular así que le dije a Maxx que me quitara la cinta y me vestí lo más rápido que pude.

—¿Hola? —Oigo que dice antes de que yo salga del cuarto— Necesito que vengan...
«¿Vengan?»
Miro a Maxx por un segundo y trago en seco, no sé a quién estará llamando mi mamá pero tengo miedo, es capaz de hacer cualquier cosa...
Salgo lo más rápido que puedo de la habitación y ya ella había dejado el celular, estaba caminando en círculos en la sala con ambas manos en el cabello, se jalaba de las raíces totalmente sorprendida.
—Mamá —Es lo único que logro decir con la voz entrecortada.
—¡No! —Grita ella deteniéndose y haciendo un gesto para que haga silencio— ¡No vas a venir a hacerme creer que soy idiota!
—No digo eso —Digo lo más rápido que puedo.
—Él se va a ir y a la cárcel —Dice ella señalando a Maxx, ya había salido de la habitación completamente vestido— Esto es una violación, pedofilia, hay muchas leyes que están rompiendo.
—¡No es una violación porque yo lo quise! —Admito con lágrimas en los ojos.
—¡¿Qué no es qué?! —Se mofa de mí— ¡Niña estúpida! Así aunque tú lo quisiera sigues teniendo diecisiete años y él tiene veinticuatro, sigue siendo ante la ley una violación.

DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora