La maldita verdad...

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Rebeca.

Ange y yo esa noche nos quedamos dormidas muy tarde, eran muchas cosas las cuales tenía para contarle.
Había pasado el tiempo rápido y aunque dije que me quedaría con Ange y su familia unos días terminé quedándome más de una semana, ya iba por la tercera semana cuando sucedió todo...
Estábamos todos en la gran sala de la casa conversando entre nosotros mientras tomábamos algo.
—¡Y entonces ella solo se levantó y dijo "Mamá, me caí"! —Dijo la señora Meira entre risas.
Todos nos reímos y seguimos con nuestras pláticas del pasado y sus sucesos divertidos hasta que tocaron el timbre, todos dejamos de reír ya que ninguno de nosotros esperaba a nadie.

—Yo voy querida —Dice el padre de Ange refiriéndose a abrir la puerta pero Mery se adelanta.
—No amor, yo abro —Y ella termina levantándose del sofá para caminar hacia la puerta.
Nosotros nos quedamos esperando a Mery pero por los gritos supe que ese momento terminó.
—¡¿Dónde carajos está mi hija?! —Escucho que gritan y reconozco la voz de mi madre al instante.
«Mierda»
—Ella está... —Dice Mery pero mi madre se había adelantado entrando a la casa como si fuera suya.
Ella al verme ignora por completo a Mery y va directo a donde estoy, lo primero que hace es golpearme una abofeteada, todos se sorprendieron y Ange fue la primera a ver si estaba bien.
—¡Caroline! —Grita Mery y realmente me sorprende ya que es ese tipo de persona inofensiva y sensible, de vez en cuando pienso que es un oso de felpa sin ninguna maldad— ¡Vuelves a golpear a Rebeca!....
Pero mi madre no la dejó terminar.

—¡¿O qué?! —La reta, me sostenía mi mejilla lastimada con mis manos pero presenciaba todo muy avergonzada— ¡Es mi maldita hija! —Se voltea a verme como la loca que es— ¡Y sé que estabas con él! No me creas tonta.
—¡No! —Grita Mery totalmente enojada— ¡No es tu hija y ya estoy cansada de esto! Estoy cansada que abuses de Rebeca de este modo y que no hayas apreciado y cuidado el regalo que te di ¡Es mi hija y odio verla sufrir!
«Esperen... ¿Qué?»
Mi madre volteó a ver a Mery de una manera extraña, se notaba en su mirada que pedía o mejor dicho, suplicaba que no siguiera hablando.
—Mamá... —Dice Ange en medio de este alboroto— ¿Qué dices?
—Dice que Rebeca y yo nos iremos —Responde mi madre de mala gana a la pregunta de Ange.
—¡No! —Grita Mery— ¡No te volverás a llevar a mi hija! Quise ayudar, entendí que no podías tener hijos y quise dártela pero no pensé que ibas a ser tan zorra al ser su madre ¡Realmente me sentía arrepentida por haber hecho eso! Pero no podía con la responsabilidad. Y estoy cansada de que siempre tienes que tratar a mi hija de este modo, en frente de mis narices, eres la peor amiga y madre, mejor dicho, la peor persona de este mundo.
—Cariño... —Dice el padre de Ange totalmente confundido— ¿Qué estás diciendo?

Todos estábamos confundidos, hasta yo, estaba totalmente paralizada y no sabía qué decir, juro que quería decir algo pero mi boca no decía nada, mi mente iba a explotar por tantos gritos y por esta confusión que se creó por las palabras de Mery pero todo quedó en silencio y eso ayudó a que mi cabeza no explotara.
—Digo que... —Dice de repente Mery ya desconsolada, sus lágrimas empezaron a caer de repente y Ange fue a consolarla— Desde la niñez conozco a Caroline y siempre fue mi mejor amiga, así como ustedes niñas —Explica Mery ya un poco más calmada— Pero al crecer nos fuimos distanciando hasta que tuve una relación complicada y salí embarazada —Todos guardábamos silencio y entre ella más hablaba y explicaba, más nos confundíamos— Me embaracé y me vi en un problema ya que apenas tenía dieciocho —Tomó un poco de aire y continuó— Le conté a Caroline y ella ya estaba con tu padre Rebeca y se dieron cuenta que ella no podía tener hijos...

Tiene sentido ya que mi madre se casó con mi padre apenas a sus veinte y mi madre es algo mayor que Mery.
—Yo le propuse que me dejaran vivir con ellos los nueve meses para que mis padres no se enteraran y así les dejaría el bebe —Continuó— Ese bebe eras tú Rebeca...
«¡¿QUÉ?!»
Alto.
Paren esto.
—¡¿Qué?! —Dijimos Ange y yo al mismo tiempo.
—Eso es completamente mentira, Rebeca, tú eres mi hija —Dice Caroline llorando mientras me miraba con la esperanza de que simplemente la tomara de la mano y nos fuéramos.
—¡Tú cállate maldita zorra! —Grito a todo pulmón y con todo el odio que tengo por dentro— Cállate.

DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora