Capítulo 38

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Me desperté en la mañana feliz de la noche que ha vivido. Maximiliano era un sueño de hombre. Era el príncipe azul con el que siempre había soñado. Es verdad que no era perfecto y tendría que derivar muchos obstáculos para tenerlo solo para mí, pero eso no me iba a detener. Creo que por el momento estaba optando por una muy buena estrategia. Si lo quería para mi debía demostrarle ante todo que era capaz de comprenderlo, de darle su espacio y hasta de aceptar s proposiciones ilógicas. Porque es claro que jamás se me ocurriría compartirlo con nadie, ya sea hombre o mujer. Además, sé que ese deseo de el por el tal Miguel no es más que un experimento, tardío, pero experimento al final. Así que cuando terminara de jugar al hombre confundido, en ese momento seria solo para mí.

Terminare ante sus ojos como la mujer que lo ama con devoción. La mujer capaz de comprenderlo, de apoyarlo y de estar a su lado sin importar la situación que se presente. Seré perfecta para el como él lo es para mí.

Mi hermana sigue empecinada en la idea de encontrar el bendito testamento. No sé qué piensa hacer cuando lo tenga en sus manos. Si todo está a nombre de Maximiliano y registrado ante un notario no habrá manera de que podamos hacer uso de él. Aun así, decidí ayudarla. Al final es mi hermana y le debo todo a ella. Aun cuando teníamos la misma edad ella fue quien se ocupó de mi cuando nuestra madre falleció. Incluso antes de eso. Cuando nuestro padre nos abandonó llevándose todo el dinero de nuestra madre y esta calló en la depresión refugiándose en el alcohol y las drogas. Mi hermana fue quien se ocupó de todo en la casa. Era quien salía a trabajar de lo que fuera para llegar con algo de comida, para pagar los servicios básicos que necesitábamos mientras yo asistía al colegio con normalidad. Mi hermana ha sido mi madre aun cuando tenía mi misma edad. Así que por eso y porque la amo la voy a ayudar a encontrar ese testamento.

Voy camino a la universidad. Tengo una reunión con el rector. Estos nerviosa, ansiosa y eufórica. Al final lograre cumplir mi sueño de ser enfermera. Podré dedicarme a cuidar a todos aquellos que lo necesiten A entregarles mi amor y paciencia en esos momentos que más lo necesitan. Podre curarlo y brindarles consuelo en los días más oscuros. Convertirme en su risa, en sus palabras, en su sostén, en lo que sea que necesiten.

Espero en una de las butacas fuera de la oficina del rector a que se llamada. No pasa mucho tiempo cuando la secretaria me pide que entre. Con mis documentos en mano y todos los papeles referentes al financiamiento de la beca por parte de la fundación “De Rossi y educación”.

Al entrar saludo con cordialidad al señor rector que se presenta como Leoncio Colombo. Es un hombre que ronda los cuarenta de cabello oscuro, musculatura definida y un porte muy elegante. Es atractivo y muy serio.

Le entrego todos los documentos y los revisa con detenimiento. Lee cada línea con minuciosidad. Está atento todo el tiempo de los papeles que tiene delante y su rostro no denota expresión alguna. Me impacienta y mi nerviosismo sumada a la ansiedad va en aumento.  Al terminar de leer levanta la cabeza y me observa, pero no habla. Después de unos segundos que para mí fueron años comienza su discurso.

Para suerte de mi salud cardiaca comienza halagándome. En todo momento habla de mis excelentes calificaciones, de mis logros estudiantiles, de mis servicios a la comunidad logrando que me sienta muy feliz y orgullosa de mi misma. Me explica que seré aceptada en la universidad pero que no será hasta el próximo curso que podré comenzar. Me siento algo desilusionada. Deseaba comenzar ya. Añade que podré presentarme a las clases como oyente pero que mi curso como tal será hasta el próximo semestre. Mi ánimo vuelve a elevarse. Estar de oyente me ayudara a estar aún más preparada para cuando todo sea una realidad.

Al salir de la oficina veo la hora en mi teléfono y ya es mediodía avanzado. Decido llamar a Maximiliano, pero me llega un mensaje al WhatsApp y es de él.

Sin miedo te ElijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora