Capítulo 10

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Este hombre me saca de mis casillas. Esta es mi oportunidad para demostrarle cuanto me hace sentir una mujer y lo que disfruto de estar con ellas. A ver si le queda claro de una vez por todas que entre nosotros no ocurrirá absolutamente más nada.

—Bueno chicos y chicas creo que basta de charla. Es hora de que comience la fiesta —dice Nicoletta acercándose a mi junto a Fernanda —. Nos ayudas a dejarte sin ropa guapetón.

—Por supuesto —De inmediato me despojo de mi camisa dejando mi torso al descubierto —. Todo suyo mis chicas.

Tomo de la mano a otra de las modelos que invito Nicoletta a la fiesta y comienzo a besar sus labios con frenesí dejándolos hinchados y rojizos. Bajo mis labios a su cuello, lo beso, lo muerdo y lamo. Mientras mis amigas recorren mi abdomen acercándose cada vez más a mi zona intima. El tal Andreé y otra de las chicas que invito Nicoletta se dan placer mutuamente en un perfecto 69. Miguel succiona la polla de uno de los modelos con la misma destreza que me lo hizo a mí, cosa que me enciende aún más que el trio de mujeres que me rodean. El otro modelo solo observa las escenas tocándose su miembro de arriba abajo sucumbiendo a la lujuria del momento. Realmente la escena excita, pero empiezo a sentir otras emociones y no es precisamente deseo o lujuria.

—Maxi, ¿estás bien?

Miro a Nicoletta que esta de rodilla frente a mí. Tengo la respiración agitada, los puños cerrados y mi cólera aumenta por segundos. Como puedo demostrarle a ese hombre que no me interesa si ni yo mismo logro convencerme. Asiento con la cabeza

—Pues perfecto.

Toma mi miembro en sus manos y lo lleva a su boca lamiendo su cuerpo erecto preparándolo para succionarlo con vehemencia. Fernanda me robo a la chica y se dan placer mutuamente. Mi ojos vuelven a él. Veo como el chico que antes disfrutaba del espectáculo toma a Miguel de las caderas acercando su trasero a su erección.

—Tómame —dice Miguel mirando a mi ojos y mi polla responde a sus palabras porque se endurece aún más al oírlo.

Tomo por los hombros a Nicoletta la deposito en el sofá y la embisto con fuerza. Ella gime arqueando su espalda al sentir mi repentina invasión. Continuo con mis embestidas feroces, mi cuerpo se siente superado y desea que entre mis piernas se encuentre otro cuerpo. Mis ojos no están en Nicoletta, mi mente menos y mi cuerpo trabaja como máquina. La boca de Miguel no deja de esbozar una perfecta O y pedir por más. Aquel hombre arremete contra él y mi cuerpo desea cambiar de lugar, en un momento no se en cual su respiración está cerca de la mía,

—Deseo tanto que seas tú mi señorito —susurra en mi oído, haciendo que se me escape un gemido descontrolado.

Siento como las paredes de la vagina de Nicoletta se contraen aprisionando mi polla, arremeto con más fuerza llevándola al abismo. Alcanza el clímax gritando mi nombre y los espasmos se apoderan de su cuerpo.  Cuando siento que el orgasmo se acerca, mi mente y cuerpo reaccionan por si solos, salgo de ella acerco mi polla a la boca de Miguel y me corro en ella. La lame, succiona, chupa y traga toda mi esencia mirándome fijamente a los ojos.

—Es lo más exquisito que he probado.

Sus palabras me hacen reaccionar. Recogiendo mi ropa que esta esparcida por el suelo me visto sin ni siquiera limpiarme los restos de semen que pueda tener y me apresuro a salir de allí. Nicoletta pregunta a donde voy y que pasa, al parecer no vio la escena porque aún se recuperaba. No sé si alguien más lo noto y ahora mismo no me interesa. Salgo del apartamento, entro al ascensor y cuando pienso que se va a cerrar, logra entrar en él.

—Déjame en paz —espeto furioso conmigo y mi debilidad, pero utilizándolo de saco de boxeo.  

—No debes sentir vergüenza.

—Esto..... No puede ser. —No sé qué más decir. Sigo aturdido, pero sobre todo excitado.

— ¿Por qué? Explícame porque no puede ser. —Miro a todos lados buscando una respuesta pero no la encuentro.

—No tienes respuesta para esa pregunta verdad. Sabes porque no la tienes, porque no la hay. Porque tú puedes sentir lo que quieras, solo tienes miedo de lo que piensen los demás. Realmente no entiendo cómo es que un hombre seguro de sí mismo, exitoso en los negocios, independiente, emprendedor puede dejarse llevar por el que dirán. Me decepcionas, al parecer estoy perdiendo mí tiempo siguiendo un imposible que se frustra reprimiendo sus sentimientos y sus deseos. Te creía con más personalidad, con más fortaleza, pero ya veo que me equivoque contigo. —Hace una pausa para tomar aire. Su semblante es serio, decepcionado, frustrado todo un coctel que está explotando en mi cara.  

—Yo...

—No déjame terminar. Te puedo asegurar que no te molestare más, tratare de ser lo más invisible para ti hasta que cumpla con mis compromisos en tu empresa después de eso no volverás a verme, me iré de tu vida para siempre.

En ese momento se abre el ascensor y Miguel sale, se dirige a su auto y se larga a toda velocidad. Quisiera pararlo decirle que lo deseo, que me encelo de solo ver como alguien se le acerca pero mis miedos y frustraciones son mayores que lo que pueda sentir por él, así que lo mejor es que se aleje de mí.

Al llegar a casa voy directo a la ducha, dejo que el agua recorra mi cuerpo y no dejo de pensar si he tomado la mejor decisión. Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos de mi mente. Termino de ducharme, me seco, me visto con la piyama y voy al cuarto de mi hermana, al entrar veo que no está. Llamo a su celular una y otra vez pero no me contesta, repito la acción con sus a sus amigas, ninguna sabe dónde está. Bajo a la sala a esperarle pensando que en algún momento aparecerá por esa puerta, pasan las horas y mi hermana no llega, estoy a punto de llamar a la policía cuando se abre la puerta y entra sigilosa y cabizbaja. Enciendo las luces y ella se sobresalta.

— ¿Dónde carajos estabas Allegra De Rossi Suárez?

Mi voz suena más alta de lo normal haciendo que brinque en el lugar y me vea directo a los ojos. Al observarla se me rompe el corazón en mil pedazos. Mi girasol, mi hermanita pequeña tiene los ojos hinchados y rojizos lo que demuestra que ha llorado. Me acerco a ella y la acuno en mis brazos como si pudiera quitarle ese dolor apoderándome de él.

—Cuéntame porque lloras, mi girasol

—No es nada Maxi, no es nada. Solo quiero irme a dormir.

—No puedo dejarte, no después de verte así. Quien te ha hecho llorar. Dime quien fue y lo destrozo. Nunca dejare que sufras, no mientras yo viva

Se suelta de mi abrazo y se dirige a las escaleras pero antes de subir, se gira y me mira directo a los ojos. Trato de descifrar en ellos lo que le sucede pero están sumidos en la tristeza o más bien en la decepción

—Hermano solo no olvides que te amo

Con esas palabras corre escaleras arriba y no sé qué pensar ni hacer. Siento una opresión en el pecho, un desconsuelo por no saber que le ocurre ni cómo ayudarla. Cuando mi hermana se encierra en sí, es difícil sacarla de allí, pero lo intentare y lograre saber que le ocurre para así encontrar una solución juntos. Su sufrimiento, su tristeza, sus problemas son míos. De esa forma siempre hemos funcionado y nunca podrá cambiar.

Sin miedo te ElijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora