Capítulo 15

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***

Esto era lo último que esperaba, que mi nana, la mujer que me había criado toda la vida me encontrara en medio de la sala, besándome con un hombre. Al parecer no fue tan malo. No se escandalizo, ni me recrimino, en cambio dijo que hacíamos buena pareja. En verdad estoy pensando en eso. Poco a poco, Maximiliano, hace unos dais, no había manera que aceptaras que te gustaba, y ahora estás pensando si hacen buena pareja. Nuestro beso ha sido muy intenso, pero de un momento a otro deje de sentir esos labios que me vuelven loco.

—Creo que será mejor que me valla —dice bajito, mirando a todos lados menos a mi rostro.

—¿De verdad quieres irte? —pregunto, esperando que se respuesta sea negativa.

—Maximiliano, es lo mejor. Esto que paso fue un error. Tu nunca... —Lo interrumpo, es hora de comportarme como un hombre y aceptar que este hombre me gusta como nunca antes me había gustado nadie.

—No —digo bastante alto —. No fue un error. Te besé porque lo sentí, porque te deseo

Me acerco. Necesito sentir su piel nuevamente. Sus brazos tienen la musculatura perfecta. Su piel es de un dorado perfecto. Se siente suave al tacto. Gruñe al sentir el roce de mis manos. Mi entrepierna esta dura, arde de lujuria. Me pego a él, quiero que sienta lo duro que me pone tenerlo cerca.

—Estas... —No termina solo alarga la “s” al sentir como froto mi erección y siento la suya igual de dura.

—Así me pones Miguel.

—¿Estás seguro de esto? —pregunta bastante serio. — No soportare de nuevo tu rechazo.

—Estoy seguro. No te volveré a rechazar. Esto es lo que quiero. Solo que necesito tiempo. Podemos por ahora ser solo nosotros dos.

—Está bien. Creo que es mejor ir poco a poco.

Esas últimas palabras dan paso a que nuestros labios vuelvan a fundirse en un beso. Es carnal, invasivo, lujurioso, demandante el uno del otro. Nuestras manos recorren el cuerpo del otro, investigando cada milímetro, sacándonos suspiros y gemidos. El deseo aumenta. El calor de nuestros cuerpos emana de nosotros creando humo a nuestro alrededor. Sus labios ahora dejan su rastro en mi cuello. Son suaves pero ardientes en su afán de hacerme gemir.

—Va...vamos a mi cuarto —tartamudeo.  

Nos tomamos de las manos y subimos corriendo. Entrando a mi cuarto me arrincona contra la puerta y me besa. Sus besos son la fruta prohibida y yo he decido pecar.

—Te sobra ropa mi señorito —dice observándome de arriba abajo. Sus ojos destilan un deseo incontrolable.

—Qué esperas para arrancarla. Estas tardando.

Los botones de nuestras camisas saltan en la habitación. Los pantalones y bóxer adornan la alfombra. Me lanza a la cama. Su cuerpo sobre el mío emanando el calor del deseo y la pasión. Nos fundimos en un beso en el cual nuestras lenguas bailan el tango. Nuestras manos recorren nuestros músculos, él es perfecto. Su cuello es terso. Beso su nuez de adán que no para de moverse, eso hace que gima. Me gusta que lo haga por mí. Ahora soy yo el que está arriba. Bajo desde su cuello dejando un rastro de mis besos y me detengo en su abdomen. Es tan firme, lo saboreo como una tabla de chocolate.

—Me gusta cómo me saboreas mi señorito. Quisiera sentir esa lengua en mi polla.

—Tus deseos son órdenes —le digo.

El miedo, el pudor y la vergüenza se acaban de ir de paseo, solo espero no vuelvan. Observo su potente erección. Acerco mi lengua a su glande y juego haciendo círculos. Se le escapan gemidos y eso me excita más. Lo miro directo a sus ojos y le pregunto con descaro.

—¿Quieres que me la coma toda?

—Por favor —dice suplicante —. Hazlo ya.

Tomo su polla con mi boca, mientras mis manos recorren sus redondas nalgas. Succiono con afán, haciendo que sus gemidos se conviertan en jadeos. El enreda sus manos en mi pelo y hace que mi ritmo aumente. Sigo succionando, lamiendo, chupando. Siento como va explotar en mi boca de lo grande que esta. Me para cuando siente que está a punto. Me preocupo de haber cometido algún error.

—Tómame, quiero venirme contigo dentro.

Lo pongo de espalda a mí. Acaricio sus nalgas a la vez que uno de mis dedos lo penetran. Lo siento gemir y eso hace que introduzca otro dedo. Los muevo una y otra vez y sus gemidos inundan la habitación.

—Necesito que me alcances un condón de la mesita de noche.

—No tengo nada Maxi y estoy seguro que tú tampoco.

Pienso igual, así que solo afirmo. Tomo mi miembro y lo acerco a su abertura poco a poco. Lo introduzco de una embestida. Ambos gemimos. Acerco mi pecho a su espalda y le susurro a su oído.

—Me encanta lo estrecho que eres y a la vez tan receptivo a mí. Eres perfecto mi señor.

—Estamos hechos el uno para el otro, mi señorito. Encajamos como piezas de un rompecabezas.  

Comienzo a moverme lento pero preciso. Mis embestidas se hacen más profundas, una tras otra, dejo toda mi fuerza en cada una.

—¡Oh! Sí ahí, mas —expresa perdió en el placer.

—¿Ahí? —digo a la vez que arremeto contra su próstata.

—¡Si! —dice alargando cada una de las letras.

Presiono con más fuerza mi polla contra él. Mis movimientos se hacen más intensos. Nuestros gemidos, jadeos rebotan en la habitación. Siento que no puedo más.

—No puedo más Miguel —digo con desespero y excitación en mi voz.

—Córrete mi señorito. Yo, ya...

Nos corremos juntos dejándonos caer. Cuando nuestras respiraciones se tranquilizan nos acomodamos en la cama. Nos abrazamos, nos besamos. No decimos nada, las palabras sobran. Los cariños y mimos hablan por nosotros.

***

Los rayos del sol que se filtran por las ventanas, despertándome. Abro mis ojos y contemplo la mejor imagen que jamás pensé presenciar. Maximiliano duerme entre mis brazos. Sentir su cuerpo junto al mío, su respiración caliente en mi pecho. Es hermoso. Estoy perdido con este hombre. Se remueve y yo lo observo, quizás no lo vuelva hacer. Debo disfrutar el momento mientras dure. Me mira y sonríe, eso es buena señal, ¿verdad?

—Buenos días —le digo depositando un beso corto en sus labios.

—Buenos días. Me podría acostumbrar a esto —dice acariciando mi rostro.

—Tenemos un problema. ¿Cómo hago para salir sin que tu hermana me vea?

—No quiero esconderte.

—¿Qué dices? —pregunto sorprendido.

—No voy a esconderte. Desayunaras con nosotros. Es hora de enfrentar lo que siento y el que me quiera de verdad estará a mi lado. Hoy no voy a ir a la empresa. Voy a preparar todo para viajar con mi hermana mañana a nuestra hacienda en el norte. Creo que lo mejor es alejarla de aquí y por ende de ese hombre, al menos por un tiempo. ¿Quieres acompañarnos?

Acabo de escuchar esas palabras. Va a enfrentar lo que siente. No me va esconder. Esto es un sueño, por favor no me despierten. Quiero soñar para la eternidad. Me pellizco para saber si de verdad estoy despierto y si duele.

Sin miedo te ElijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora