Capítulo 32

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El azul de sus ojos combinado a su amplia sonrisa ilumina todo a su alrededor. Mi pecho se ensancha al sentir su mirada sobre mí, al notar sus mejillas enrojecerse por la timidez que le provoco. En estos momentos el resto de los presentes desapareció. No logro apartar mi mirada de la suya. Siento como una energía que me atrae a admirarla. Su belleza es sencilla, espontanea, dulce, agradable, sutil. Es una belleza natural, como la de él.

Aun cuando es evidente que me siento atraído por Laura, no logro dejar de pensar en Miguel. Pienso en los momentos que compartimos, en su particular forma de llamarme acompañada de esa voz sensual y varonil, en sus gestos rudos, su voz ronca, la fuerza de sus brazos, su porte de hombre serio y hasta misterioso en algunos momentos, el profesionalismo al trabajar. Son tantas cosas que extraño de él y que no quiero dejar ir. Pero también esta ella. Esa delicadeza al moverse, su mirada tímida, su voz dulce, la fragilidad que desprende. Son cosas que también deseo, que no quiero dejar ir tampoco. Solo que tengo que decidirme y no quiero que nadie termine lastimado por mi confusión.

—Buenas noches y gracias por invitarnos muchacho —saluda el doctor extendiéndome la mano.

—Es un placer recibirlos —digo correspondiéndole el saludo. Después le dedico toda mi atención a esos ojos azules que siguen fijos en mí —. Estas hermosa Laura.

—Me reconociste —expresa sin dejar de sonreír.  

—Para mí eres inconfundible —digo y escucho a su hermana reír.  La fulmino con la mirada y revira los ojos. Mi atención vuelve a mi princesa —. Aunque ustedes son idénticas físicamente —señalo a ambas hermanas —, en personalidad son muy distintas.

—Eso sin duda —dice su hermana y me sorprende dándome dos efusivos besos —. Por cierto, soy Lauren Brown Fiore, la hermana de la hermosura.

—Un gusto, Maximiliano De Rossi —digo alejándome de su excesiva cercanía.

—Es hora de pasar al comedor —dice mi madrina llamando nuestra atención —. La cena esta lista.

El padrino y la madrina junto a mi hermana son los primeros en salir de la sala. Los sigue Leandro junto al doctor Giovanni quien guía a Laura. Decido esperar un poco más y cuando veo que todos están fuera tomo con fuerza el brazo de la usurpadora antes que deje la sala. La aprisiono contra la pared y la observo directo a sus ojos, que demuestran que le divierte el juego. Solo que conmigo nadie juega.

—Eres un mentiroso Max… —La corto y sostengo con más fuerza sus brazos.

—Aquí la única mentirosa eres tú. No sé con qué intención te metiste a mi cama aquella tarde y tampoco me interesa. Solo te advertiré una cosa —indico sin dejar de sostenerla —. Te quiero lejos de mí y de lo que sea que pueda tener con tu hermana. Hoy fue el primer día que nos vimos y si solo intentas insinuar lo contrario juro que hare tus días muy miserables.

—Tranquilo que ya no me interesas. Tengo mejores planes para obtener lo que quiero. —Con esas palabras se zafa de mi agarre con una sonrisa burlona y se aleja contoneando sus caderas, pero se gira al llegar al marco de madera. —Suerte con mi hermana, espero y no te lleves una decepción —dice dejándome angustiado, pero decido olvidar sus palabras que tienen toda la intención de incordiar.

Me reúno con los demás en el comedor y ya están todos ubicados en la mesa de diez sillas. Mi padrino preside uno de los extremos, mi madrina se encuentra a su derecha y lo que más alegría me da es ver a mi nana sentada a la izquierda de este. Debe haber sido difícil convencerla aun cuando le he dejado bien claro que su lugar en esta casa y sobre todo en nuestros corazones es el lugar de una madre. El otro extremo de la mesa está reservado para mí y a mi derecha está sentada mi bello girasol, a su lado Leandro. El doctor Giovanni está sentado al lado de mi nana, a su lado Laura y veo que su hermana pretende tomar asiento a mi izquierda. La observo directo a sus ojos con cada musculo de mi rostro tenso demostrando mi rotundo desacuerdo. Ella parece descifrar muy bien mis expresiones.  

Sin miedo te ElijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora