Capítulo 42

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Viaje hasta aquí con las intenciones de alejarme y poder tener el tiempo a solas que necesito para aclarar mi mente y corazón. Observo la persona que está en la puerta indicándome que propósito acaba de irse a la basura. Con ella aquí no puedo pensar más que en cuanto la deseo y con ello no me refiero solo a lo sexual. Su compañía, su sonrisa, su sonrojes, su conversación también es parte de los momentos favoritos que quiero atesorar para siempre. No sé qué tanto pienso si mi respuesta la he tenido desde siempre. Mi miedo es que la avaricia me deje sin nada. Aunque no lo siento como avaricia. Cada uno es importante para mí y cada uno llena mi corazón de felicidad a su manera sin quitarle espacio al otro.
«¿Se puede amar a dos personas a la misma vez?». Es algo que mi cabeza no deja de preguntarse. Quizás la única forma de saberlo es dejar el miedo de lado y vivir. Solo que debo ser sincero con ambos. Debo ser transparente y que sean ellos quienes elijan.
—¿Qué te sucedió Maxi? Dios mío estas fatal —habla Laura toda histérica.
—Estoy bien —digo para tranquilizarla mientras sonrió a esos dos pozos azules que me observan.
—No lo creo —dice ella mirando el estado deplorable en el que es seguro me encuentro. 
Intento levantarme para demostrarle que no fue más que una mala noche. Para hacerlo debo apoyar la mano en el mullido sofá debido a que mi cabeza comienza a girar por loa noviecitos. No quiero perder estabilidad. Aunque el remedio en este caso no fue efectivo porque apoye la mano herida de la cual no me acordaba. Un dolor intenso se instaló en la zona que pude percatar estaba vendada. Me imagino que fue la señora Mara quien junto a su esposo se encargan de todo en la hacienda.
—Es evidente que no estas nada bien y me lo acabas de confirmar.
La voz de Laura aun cuando suena a regaño no deja de ser dulce. Mi mente vuela y la imagino embarazada sonriente mientras que tanto Miguel como yo besamos su abultado vientre felices por regalarnos la experiencia de ser padres. Sería una madre maravillosa. Los tres juntos podríamos formar una familia peculiar, pero desbordante de amor y alegrías.
—¿Por favor podría traerme un botiquín? —pregunta Laura a la señora Mara quien me observa esperando aprobación.
Asiento y la señora Mara tras pedir permiso sale en busca de lo que se le solicito. Laura comienza a desenvolver la venda que cubre mi mano con bastante suavidad. La observo concentrada en su labor sin mostrar un solo nervio aun cuando es mi piel la que roza.
—¿Cómo te hiciste esto Maxi? —pregunta cuando termina de quitar la venda.
Me llegan algunos recuerdos que intento unir en el rompecabezas que es mi mente ahora mismo. Entre los sucesos que tiene algo de claridad en mi mente es que tome más de lo debido, que estalle la botella y que me corte con los vidrios de esa botella. Ahora los detalles es algo que mi cabeza adolorida no logra procesar.
—¿Por qué bebiste Maxi? —pregunta Laura y sus ojos comienzan a empañarse.
—No llores princesa —digo acariciando con mi mano sana sus mejillas —. A veces necesitamos quemarnos por dentro para lograr explotar en nuestro exterior.
—¿Por qué te fuiste así? Pasaríamos el fin de semana juntos, eso fue lo que me dijiste.
La verdad si deseaba ese fin de semana, pero mi mente se volvió un lio. Mi cuerpo siente necesidad. Por ultimo mi corazón reclama por otros dos que los necesita para continuar latiendo.
—Y lo haremos princesa —digo acunándola en mi pecho con la mano mientras que sus lágrimas descienden de sus lagrimales.
—No porque estás aquí. Huiste sin dar la cara Maxi. ¿Por qué huiste de mí? —pregunta mirándome con sus ojos cristalizados y con temor en su rostro.
Tiene miedo que mi respuesta sea que lo prefiero a él y que por ello hui. Que no sabía cómo decirle cual había sido mi elección. La cuestión es que son ellos quienes deben de elegir.
Laura comienza a llorar con más fuerza tras mi silencio. Se hunde en mi pecho y la dejo reposar allí acariciando su cabellera. Mara entra sigilosa. Deja el botiquín en él mueble que queda a un costado de la puerta. Sale y vuelvo a centrarme en la hermosa mujer que llora por mi maldita culpa.
—Princesa juro que no es lo que estás pensando.
Levanto su rostro haciendo uso de la mano herida tratando de no lastimarme.  Sus dos pozos azules me miran y no tiene ese color brilloso que los caracteriza y que me hace sentir tocar el mismo cielo. El llanto ha provocado que su mirada se opaque convirtiéndose en una tormenta de sufrimiento. 
—Solo te pediré una cosa.
Ella asiente y comienza secar las lágrimas que no cesan. Es una lluvia que mi ineptitud ha provocado. Lo mismo y hasta peor he hecho con Miguel, pero pondré todo de mi par solucionarlo. Los quiero y los tendré. Sonara egoísta, pero mi corazón está abierto para recibirlos ambos.
—Quédate este fin de semana y te demostrare todo lo que siento y necesito de ti.
Laura me observa parpadeante. Su rostro me indica que tiene dudas, miedo, pero solo necesito estos días para que todo eso desaparezca.
—Dame esa oportunidad. Déjame abrirme a ti para que no dudes, para que conozcas lo que soy y sobre todo como me siento junto a ti.
Ella suspira, muerde su labio inferior. Mi hombría despierta con ese sencillo acto, pero no es el momento. Debo darle más que deseo o lujuria, debo darle cariño, confianza, amor. Luego mezclare ambas para tenerla por siempre. Lo mismo hare con Miguel. Él ya está claro de cuanto placer despierta en mí. Mostrarle el amor que ha provocado y sobre todo despertado en mi es la tarea más difícil, pero no me permito decir nunca imposible. Para un De Rossi nada es imposible.
—Me quedo Maxi. Yo nunca he dudado de ti. No olvides eso.
—Mi hermosa princesa —digo pegándola a mi cuerpo para devorarle sus labios.
Besos su dulzura embriagándome de ella. Devoro su suavidad con la intención de apoderarme de su alma. Siento como su corazón comienza a latir apresurado cuando mi mano recorre la piel de su espalda. Mia labios recorren los suyo sin premura descubriendo cada milímetro de su extensión. Deseo tenerlos bien guardados en mi mente porque quiero poder soñar con ellos cuando deba alejarme. No voy a rechazar ninguna de las dos personas que han logrado despertar mi corazón desilusionado, pero sé que debo ir despacio. Esto será un proceso y Miguel es el más difícil de convencer. Debe ser mi prioridad. Además, que lo necesito como el jodido aire que respiro.
—¡Ay! —me quejo cuando inconscientemente vuelvo a lastimar mi mano.
Laura se separar mirándome preocupada.
—No es nada —la tranquilizo —Solo fueron unos cortes con el vidrio de la botella. Nada grave.
—Cualquier corte es preocupante Maxi —dice ella levantándose y alejándose de mí.
Yo ya la quiero de nuevo cerquita de mi cuerpo. Me encanta ese olor dulce que desprende a mujer ligado con su suave fregancia. Imagino ese olor combinado con el de Miguel ambos jadeado por el pacer que le provoco y mi excitación comienza aumentar. Debo dejar de soñar tan apresurado que aún no he dado ni el primer paso para lograr eso que anhelo.
—Está en el mueble junto a la puerta —digo cuando la noto que se dispone a salir e imagino que sea para buscar el botiquín.
Lo toma y vuelve donde estoy. Inhalo con fuerza cuando su aroma comienza a inundar mis fosas nasales.
—Me encanta tu olor y te aseguro que mi mejor medicina son tus besos.
—A mí también me encanta tu olor, pero además de mis besos para que te sanes debemos desinfestar bien esa herida.
—Entendido hermosa enfermera. Todo se hará como indique.
—Eso está muy bien.
Sonrió ante sus palabras mientras que ella se pone seria tomando lugar junto a mí en el sofá. Comienza a buscar el algodón y el desinfectante en el bolso. Al tenerlos fuera con extremos cuidado comienza aplicarlo por las heridas en mi mano. Es delicada, pero eso no evita que siento un fuerte ardor en la zona lastimada.
—¿Te arde mucho? —pregunta con su suave y melódica voz dedicándome una sonrisa.
—Un poco, pero si me das un beso se me pasa enseguida.
Ella sonríe a plenitud y eso es vida para mi corazón.
—Eres un tramposo.
Niego mientras trato de buscar sus labios. Ella me esquiva dejando que el sonido de su sonrisa amenice la silenciosa habitación.
—Harás que derrame el líquido.
—No huyas a mis labios y no lo derramaras.
—Lo primero que debemos de tener en cuanta en nuestra carrera es la ética profesional. El coqueteo con los pacientes es algo indebido.
—Yo no soy cualquier paciente —digo intentando un puchero con mis labios —. Ande mi enfermera preferida cúreme con uno de sus besos.
Sin demorarse más pega sus labios a los míos. Comienza a besarme lento sin apuro. Ambos deseamos sentir el aliento del otro y guardarlo en la memoria. Su cuerpo está lejano así que en un rápido movimiento de manos hago que se suba a horcajadas enredando sus piernas en mi cintura. 
—¡Maxi! —exclama interrumpiendo el beso que deseaba no detener por nada —Ves te dije que se derramaría.
—No importa seguro hay más por la casa y si no se manda a buscar y ya. No es el fin del mundo. ¿Sabes que si puede causar el fin del mundo?
Pregunto y ella niega mordiéndose ese labio de esa forma tan insinuante y perturbadora para mi raciocinio.
—Que la princesa enfermera de mi corazón no me llene de besos cada día.
Niega y sonríe —Eres todo un conquistador Maxi —dice mirándome fijo.
—No Laura soy sincero.
—¿Lo eres? —pregunta y sé que ese será siempre su temor.
—Lo soy mi nena, pero creo que tú debes de convencerte de ello. Y hare mi parte entregado te mi vida este fin de semana, pero tú debes de hacer la tuya también.
—¿Cuál es mi parte? —pregunta sin comprender.
—Confiar en mí siempre. Nunca olvidar que estaré para ti, aunque no lo parezca y sobre todo tener paciencia.
—Lo hare.
—Esa es mi chica.
Digo y beso suavemente sus labios en unos picos reiterados.
—Debes ir a bañarte hueles al alcohol.
—Tienes razón. Iré a quitarme todo este olor etílico de mi cuerpo y nos vemos en un rato. Te llevare a dar un paseo por la hacienda.
—Me encanta la idea. Me cambiare por algo mas cómodo.
En ese momento reparo en sus zapatos que para nada son los más adecuados para caminar por el campo. Asiento y ella sonríe. Me encanta verla sonreír.
—Vamos que te ayudo a llegar a tu habitación.
—Laura puedo caminar solo. Además, dudo que tú puedas conmigo.
—Si tú lo dices.
Me levanto del sofá y esta vez ya el mareo no se hace presente. Como que los grados de alcohol en sangre han comenzado a disminuir para mí.
—Ve hermosa enfermera.
—Si ya veo.
Habla sonriéndose y de nuevo se muerde el labio. No se da cuenta lo que provoca eso en mi miembro viril. Terminare con un dolor de huevos de los mil demonios. Temblorosa se acerca a mi hablándole a mi oído.
—Deseo mucho que hoy me hagas mujer entre los campos de uvas de tu hacienda.
Habla y se pierde dejándome anonadado. Quiere que la haga mujer y en medio de los cultivos de uva. Es una propuesta muy tentadora que sin duda aceptare, aunque eso no estaba en mis panes. Hare de todo para que sea el momento más especial e inolvidable de su vida. Sera la mayor muestra de amor y compromiso que pueda darle.

Sin miedo te ElijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora