Capítulo 12

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***

La consulta realizada al doctor confirmo que el estado de salud de mi hermana es estable. Sus análisis demuestran que su enfermedad está controlada y bien dentro de su gravedad. Aunque advirtió que en el caso del Síndrome de Von Willebrand Tipo 3, una hemorragia puede suceder en cualquier momento, por ello la importancia de las consultas y seguir el tratamiento con los anticonceptivos orales para evitar sangrado innecesario. Saber que mi girasol se encuentra en optimo estado de salud me alivia, pero no resta preocupación. El no saber que la tiene tan desanimada y abatida hace que mi corazón viva una constante agonía. Paolo me acompaño a la consulta y se notaba muy preocupado y atento a cada palabra del hematólogo. Agradezco a dios por poner en mi camino a un amigo como él.  

Al salir de la consulta cada uno se dirigió en su automóvil a uno de los restaurantes más lujosos del Centro Histórico, para reunirnos con el resto del equipo. Al llegar estacionamos nuestros deportivos y entregamos las llaves al valet parking.

—Tenemos que programar una carrera en las pistas. Esta vez te daré tremenda paliza.

Mi risa resonó fuerte mientras caminamos hasta la recepción del restaurante. Parece ser que jamás se rendirá. Le gano una y otra vez y él no se da por vencido. Es un hecho que la carrera está programada, hace rato que no disfrutamos de una tarde de esas.

—Buenos días, una reserva a nombre del señor De Rossi.

—Si, por favor síganme.

Caminamos detrás de la señorita, es rubia, alta, de piernas largas cual gacela y camina pavoneándose; eso hace que ambos nos miremos y nuestros labios esbocen una sonrisa. Está intentando seducirnos con su caminar, la verdad no lo va lograr, lo hace fatal.

—Por fin llegan —dice Leandro que está sentado en la cabecera de la mesa, levantándose —. ¿Todo bien?

—Si todo bien — decimos Paolo y yo al unísono mientras no acercamos a donde esta nuestro amigo.

—¿Qué asiento ocupamos? —dice Paolo a Leandro.

—Maxi tu presides la mesa, Paolo te puedes sentar a su derecha y yo me voy a sentar a lado de esa bella mujer. —Se acerca a ambos y nos susurra al oído. —Es mi nueva novia.

Señala a una pelirroja de pronunciados senos, que ni idea que hace aquí. No es ninguna de nuestras modelos, ni fotógrafas, ni estilistas, en fin, de donde salió esta mujer. Leandro parce no cambiar nunca, las novias no suelen durarle más de una semana. Pobre chica no sabe el terreno que pisa, movedizo e inestable.  

—Buenos días a todos, tuvimos unos inconvenientes, por eso la demora —saludo y aclaró el motivo de nuestra tardanza.

—No se preocupe jefe, estábamos degustando estos maravillosos entrantes, un vino espectacular y mucha conversación.

—Me alegro que estén disfrutando Fernanda. —Aun de pie, decido proponer un brindis. —Quiero felicitarles por el trabajo arduo, dedicado y el profesionalismo de cada uno de ustedes. Me alegra mucho que formen parte de nuestra agencia y a partir de ahora no podemos bajar la guardia. Por el éxito compañeros —dije alzando mi copa y llevándola al centro.

—Por el éxito —dijeron todos imitando mis gestos.  

Un camarero se acerca para tomar nuestro pedido, la mayoría piden platos con mariscos, realmente no tengo mucho apetito, por lo tanto, me decanto por una simple ensalada. En ese momento escucho su voz, aunque me había percatado de su presencia y más al estar sentado a mi izquierda, pero estaba intentando por todos los medios ignorarlo.

—Por favor, para mí lo mismo que el señor.

Al realizar el ultimo pedido, el camarero se marcha. La conversación entre mis empleados se retoma entre carcajadas y bromas. Una pregunta realizada hace que todos mis sentidos se centren en los únicos ojos color azul eléctrico de la mesa. Mi mirada es fija e intimidante, mis puños están cerrados y mi respiración se ha agitado en cuestión de segundos.

—Nos estamos conociendo —responde y eso solo hace que mi humor empeore, pero no entiendo porque jodidos me molesto. Él no me interesa y menos con quien carajos se acueste.

—Realmente a mí me trae loquito —dice Dante a la vez que da un beso suave pero largo en sus mejillas y acaricia el muslo de Miguel. Este se remueve incomodo por el atrevimiento del fotógrafo.

Siento un carraspeo y veo como Leandro se levanta, odia la escena y no piensa disimularlo, toma de la mano a su pelirroja y se larga de allí. Yo también me levanto, pero si doy mis disculpas por hacerlo, no es que me moleste la escena, bueno si me molesta, pero no por los mismos motivos que a mi amigo. En el baño, decido refrescarme la cara, y ahogar mis impulsos más primitivos de romperle la boca a ese estúpido de Dante.

—¿Celoso? —Ni siquiera necesito levantar mi cabeza o gírame para saber quién es. Reconozco su voz, su olor y su mera presencia tensa cada uno de mis músculos.

—¿Me sigues?

—El baño no es tuyo, ¿sabes?

—Sí, claro. Solo decidiste venir en el momento en que yo lo hice.

—Y tu decidiste venir en el momento en que me hacían cariños. Creo que ambos tenemos nuestras respuestas.

—Quizás —Intento salir, pero me detiene y le pone seguro a la puerta.

—Responde mi pregunta. Sabes que el realmente no me interesa.

Su exquisito aliento mentolado eriza cada uno de mis vellos. Me sostengo fuerte del lavamanos, inhalo y exhalo tratando de alejar todas las escenas pecaminosas que mi mente acaba de proyectar como función de cine X.  

—Te dije que puedes hacer con tu vida lo que quieras. No me interesa con quien salgas, quien te bese, te tome de las manos o te folle, me importas una mierda. —A veces mis palabras suenan muy groseras, pero este hombre saca lo peor de mí.

—¿Hasta cuándo piensas mentirte? ¿Hasta cuándo vas a reprimir tus sentimientos? —Esto era lo que me faltaba, mi carcajada resuena con intensidad.

—Sentimientos, te escuchas. No siento nada por ti. El obsesionado aquí eres tú, el loco que no me deja en paz eres tú. El que me dice te amo después de que: un beso, una follada y cuatro palabras; eres tú. No me hagas reír.

Observo como sus ojos se aguan y siento una punzada en mi corazón. Que estoy haciendo, no quiero lastimarlo. Realmente quiero otra cosa, pero mi orgullo y miedo me ganan otra vez.

—Deja de ser tan imbécil y acaba de darte cuenta que, si te folle, me gusto es verdad, pero no quiero nada más contigo. Así que déjame en paz de una vez.

Sus ojos comienzan a derramar las lágrimas sin poder evitarlo, creo que después de esto me odiara, pero es lo mejor. Entre nosotros no puede ocurrir nada. Seca con sus manos las lágrimas de su rostro, da la vuelta y se larga sin decir nada. Unos minutos después salgo yo y al llegar a la mesa veo que no se encuentra.

—¿Has visto a Miguel? —pregunta Dante —. Dijo que iría al baño.

—No, no lo vi.

Continuamos la cena y realmente me siento la basura más grande del mundo, acabo de romperle el corazón a la persona que tiene el mío en sus manos. Porque, aunque no quiera reconocerlo ese hombre me tiene loco. Paolo me dedica varias miradas de desaprobación. No tengo idea que podrá saber, pero si les aseguro que no necesita que le cuente mucho, el me conoce como nadie.

Al terminar, todos deciden ir a un bar, yo en cambio me disculpo diciendo que mi hermana me espera en casa. Realmente es así, he decidido no dejarla mucho tiempo sola, quiero que vea que estoy con ella y decida abrirse, necesito saber que le ocurre. Además, hoy quiero darle una hermosa sorpresa el próximo fin de semana es su cumpleaños y sé que ella desea desde hace mucho visitar la hacienda, así que nos iremos y pasaremos unos bonitos días en la casa donde crecimos.  

 

Sin miedo te ElijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora