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Pensé que hablaríamos en el despacho del abuelo que ahora me pertenecía. Mi hermana prefirió que conversáramos en su habitación. Seguí sus pasos en total silencio. Su cuerpo caminaba tenso, pero a la vez seguro y con una alegría única. Mi hermana brillaba de una manera que nunca lo había hecho. Me daba miedo que el motivo fuera el misterioso hombre. «¿Se habrá puesto en contacto con ella?, pensé». El miedo, la preocupación y la ira corrían por mis venas haciéndolas visibles sobre mi piel.
El cuarto de mi hermana continuaba igual que cuando nos fuimos. En el techo completamente blanco reluce una enorme lámpara en forma de sol. Los muebles de madera blanca en un estilo clásico con rebordes en un tono ocre y herrumbre, combinando con las cortinas. Las paredes blancas adornadas con girasoles de diferentes tamaños. Nuestro padre fue quien le otorgo ese apodo. Es que mi hermana irradia alegría infinita. Incluso tengo la sospecha que en vez de llorar cuando llego a este mundo, estallo en una enorme carcajada. En cambio, mí inigualable altura hizo que ganara el apodo de grandullón. El recuerdo de nuestro padre llamándonos de esa manera y con su dulce voz son recuerdos que atesoro en mi corazón.
Al entrar a su cuarto observe que sobre su cama había otro bol de ese raro invento de la otra noche. ¿Cómo es posible que pueda gustarle esa unión tan asquerosa? Su textura viscosa combinada a un color indescriptible, pero el sabor, eso si no quería imaginarlo.
—¿Me acompañas?
Hizo una señal con su mano para que me sentara a su lado en la cama. En silencio hice lo que me pedía, rodeándola con mis brazos.
—No sé cómo empezar. No quiero que te decepciones de mí.
Sus ojos se inundaron de agua que se asomaban a su lagrimal con desesperación por salir. La abrace con más fuerza haciéndole sentir mi amor incondicional.
—Jamás me decepcionaras, nunca pienses eso. Tu ere mi mayor orgullo y sobre todo mi impulso y fortaleza para ser mejor cada día.
Sus ojos me miraron como tratando de descubrir algo oculto en mis palabras. Sus lágrimas empezaron a descender por sus rojas mejillas.
—Me imagino que Miguel ahora ocupara ese puesto —dijo en un susurro mientras jugaba con la sabana.
—Allegra mírame a los ojos —dije totalmente serio acomodándome frente a ella con las piernas cruzadas.
—Nadie podrá ocupar el lugar que tú tienes en mi vida. Es verdad que la presencia de Miguel se está convirtiendo en algo importante para mí —dije con una sonrisa en los labios —. Pero tú siempre serás lo más importante y sobre todo mi motor para lograr cada uno de mis sueños. Hermana tú y yo siempre juntos. Nunca olvidare el juramento que le hicimos a los abuelos en su tumba. Nadie es más importante que tú para mí, nadie —reafirme mi última palabra con un tono de voz fuerte y firme —. Jamás, tu lugar es único en mi vida.
Cada una de mis palabras fueron sinceras brotando desde lo más profundo de mi corazón. Las pronuncie cada una con énfasis. Jamás podía pensar algo así. Siempre será mi prioridad.
—Me gusta Miguel para ti. Él te mira como si en este mundo solo existieras tú y nadie más. —En ese momento su expresión era muy triste.
—¿Quisiera que él me mirara así? —dijo mientras las lágrimas seguían brotando dejando un rastro húmedo sobre sus mejillas —. Pero esa mirada la tiene guardada para su prometida —susurro muy para ella, pero la escuche perfectamente.
—¿Qué? —dije exaltado —Explícate Allegra. ¿Cómo que prometida? Estas relacionándote con un hombre que esta por casarse. ¿Cómo puedes aceptar ser la otra de alguien? Explícame porque no entiendo.
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Sin miedo te Elijo
RomanceEn una noche, por una pequeña distracción, todo cambio. Se ha apoderado de cada uno de mis pensamientos. Las huellas de sus caricias aun erizan mi piel. Su aroma está impregnado en cada uno de mis poros. Debo elegir. No será fácil dejar atrás mis mi...