Capítulo 4

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Su propuesta de comer a solas, por supuesto que la acepte. Mi único deseo desde aquella inolvidable noche es tener un momento a solas con este hermoso hombre. No sé si será cosa del destino que se aferra en juntarnos, pero ser el profesor y tutor de su hermana es una ventaja que sabré utilizar. Mi objetivo conquistarlo, tarea complicada, sé que no aceptara fácilmente su evidente atracción y deseo. Aunque intente negarlo me di cuenta aquella noche cuando gemía y se corría en mi boca. Su sabor es el más exquisito, una combinación entre salado y dulce en su punto perfecto. En la cena de anoche en su casa pude notar como se ponía duro al escucharme llamarlo señorito Maximiliano, otra prueba irrefutable de su deseo. Tenía toda la intención de provocarlo e incitarlo hasta hacerlo estallar por la lujuria.

En el momento que Allegra me comunico que no podría asistir a la reunión y que acordaría con su hermano posponerla para otro día, me negué. Me hice de los mejores argumentos que puedo procesar mi mente en cortos minutos de tiempo. Logre convencerla de que al menos mi presencia era vital para que el proyecto se llevara acabo con eficacia y sin retrasos.

Mi mente no dejaba de repetir las imágenes del domingo causándome deseos de volver a sentir su masculinidad. Mi adolorido cuerpo por los golpes también era un recuerdo constante de aquella noche. No me importaba, eso solo demostraba que era un hombre que se ejercitaba con regularidad. Incluso por la agilidad y precisión de sus movimientos, podría asegurar que practicaba algún arte marcial.   

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Club “La Plaire”, Milán

Septiembre, domingo de 2017.

Succionaba su imponente miembro con mi boca, realmente ere muy grande, me costaba tragarlo y me daban arcadas cuando lo intentaba, pero eso no me detenía. Su respiración acelerada y sus gemidos constantes eran la prueba del disfrute que le propiciaban mis labios chupándole y lamiéndole su magnífica erección. Jugueteaba mi lengua con su glande y notaba como se estremecía por las sensaciones que le provocaba. Era un hombre imponente y su miembro más. Lo hacía vibrar de placer con mis constantes succiones. Esperaba que después me hiciera vibrar con su hombría en mi interior arremetiendo con todas sus fuerzas. Chupe su verga cubriéndome los dientes con mis labios, cuidando de no lastimarlo por la presión que le ejercía. Arriba, abajo; de la raíz a la punta; una, dos, cuatro, siete, diez veces, (…). Se agrandaba cada vez más en el interior de mi boca. Se le tensaron cada uno de sus músculos. Su cuerpo vibro al no poder controlar las sensaciones lujuriosas que lo amenazaban. Estallo en mi boca y un fuerte gemido se le escapó de su garganta. Continúe chupando, tragándome toda su esencia exquisita. Erguido lo tome del brazo en dirección a un cuarto privado para dos. Lo deseaba, pero sobre todo lo necesitaba solo para mí. Después analizaría si estaba dispuesto a compartir a mi dios griego. Encendí la luz de la habitación y fue cuando todo se descontrolo. Me miraba con furia y de la misma forma su puño fue paro en mi rostro. Intente preguntarle el porqué de tal errática reacción. No me escuchaba solo golpeaba y repetía una y mil veces que había incumplido las reglas. Lo sujete con todas mis fuerzas arrinconándolo contra la pared.

—No he incumplido ninguna regla. Llevas la pulsera morada, significa bisexual. Sigamos con esto. Quiero que me folles duro. Quiero tu miembro penetrándome ya —exprese con la lujuria desenfrenada que mi cuerpo sentía por el suyo.

—Imbécil eso jamás sucederá —vocifero zafándose de mi agarre.

 Todo el deseo y la lujuria de un momento atrás la canalizaba en una furia arrolladora. Sus golpes volvían hacer acto de presencia, pero esta vez se lo devolví. Si creía que no podría responderle, se equivocaba. Soy gay y tengo 40 años pero eso no me impide romperle la cara a puñetazos. Así comenzamos una pelea que termino con los dos siendo expulsados del club por los guardias de seguridad.

Sin miedo te ElijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora