Capítulo 20

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Mi girasol quedo dormida en mi pecho entre sollozos. Estuve un rato más acunándola y velando su sueño. Despacio y con sigilo me incorpore de la cama. La cubrí con el cobertor que estaba en el pie de cama y dejé un suave beso en su frente.

-Te amo -susurre antes de darme la vuelta y salir de la habitación.   

No le preguntaría a ella por el nombre del hombre, eso era verdad. Ahora quedarme tranquilo sin saber quién era, eso jamás sucedería. Descubriría quien se revolcaba con mi hermana y lo que es peor la trataba como mujerzuela. Ese imbécil no sabía lo que había hecho. Pero me encargaría de ponerlo en su lugar. Fuera quien fuera pagaría por haber jugado con los sentimientos de mi hermana.

-Todo bien, amor. -La voz dulce de Miguel me intercepto a mitad de camino.

-Nada está bien -dije angustiado por todos los problemas que se avecinaban.

-¿Quieres hablar? -pregunto Miguel tomando mis manos y acariciándolas, transmitiéndome la paz que solo él puede lograr en mí.

-La verdad sí. Vamos a nuestra habitación por favor.

Caminamos de la mano hasta nuestra habitación, la cual quedaba al final del pasillo. Deje mi cuerpo caer en la cama, hastiado de tantos problemas. Miguel se agacho a mis pies. Me despojo de los zapatos y medias para luego dejar un rastro de besos en ellos provocándome cosquillas que me hicieron reír.

-Así es como me gusta verte. Siempre sonriente -dijo mi hombre levantándose y acercándose al cabecero de la cama, sentándose y dejando que mi cabeza reposara sobres sus piernas cruzadas -. Ahora, cuéntame que es eso que tanto te angustia -susurro sobre mis labios mientras masajeaba mi cabello.

-Mi hermana está embarazada -mencione en primer lugar porque realmente era lo que más me preocupaba debido a su condición médica.

-Es de ese hombre, ¿verdad? -pregunto.

Asentí, cerré mis ojos y pequeñas lagrimas se escaparon de ellos.

-Tranquilo amor. Tu hermana es valiente, decidida y una luchadora. Sabrá sobreponerse a esto. Sera una gran madre.  

-Tengo miedo de perderla -solloce -. Es mi todo Miguel, ella es la luz de mi vida. He dedicado cada segundo de mi existencia a mi hermana. Incluso estando los abuelos vivos, mi vida se reducía a ella. Cumplirle sus infinidades de caprichos, acompañarla en sus travesuras, protegerla de todo y de todos. Ella es el puente que me hace sentir parte de los… -Calle.

Había cosas que no me atrevía a decir en voz alta. Sentía que callándolo desaparecerían. Pero la verdad era que estaban ahí, logrando que me sintiera parte de una falsa, una nada. Viva atormentado recordando cada almuerzo, cada fin de semana en Cala Rossa como una película en repetición. Tuve que mentir, que ser cómplice del peor engaño. Aunque no me arrepiento, lo hice por amor, me siento desleal, un traidor, un ingrato; mordiendo la mano que aún me da de comer.

Miguel no pregunto, no indago. Obvio mi frase inconclusa. Su comprensión, su apoyo incondicional son cosas que siempre valorare. Tengo miedo a amar, de crear un lazo que en el futuro pueda lastimarme. Pero algo me dice que el jamás me lastimaría, que jamás me mentiría. Me transmite confianza, calma y seguridad.

-¿Y te dijo su nombre? -cuestiono mientras sus manos no dejaban de masajear mi cabello.  

-No y eso es algo que me preocupa aún más -dije bastante angustiado.  

-¿Por qué?

-Si no me quiere decir su nombre, es porque no me gustara nada escucharlo. Quisiera equivocarme, pero algo me dice que lo conozco -argumente tratando de que mi mente descifrara el enigma.

Sin miedo te ElijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora