III

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Narra Tn

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Narra Tn

Sentí como la precencia de alguien más se acercaba a la dirección mía y de la señora a la que ayudaba.

-¿Quieren una mano más?- pregunto una voz tranquila. Me gire para poder ver al hombre, cabellos blancos y poseía una venda en sus ojos, no faltó decir sobre el pin en su ropa que decía perfectamente que se trataba de un hechicero.

- Oh, sería un honor jovencito- dijo la mujer- querida, dale algunas bolsas así no cargas con tanto peso- mencionó la señora, a lo que con una sonrisa no pude negarme.

Le pase un aproximado de tres bolsas y este las tomo. La acompañamos hacia su casa y le dejamos todo allí sin problema y nos despedimos.

Comencé a caminar para volver al centro y sentía perfectamente como el de cabello albino me acompañaba a un costado.

- Gracias por ayudarnos- agradeci una vez en la zona comercial, me incline levemente como agradecimiento y lo mire.

-¿Por qué lo hiciste?- su rostro estaba más serio que cuando se acercó. Trague saliva, estaba cien por ciento segura que sabía o sospechaba lo que yo era.

-¿Hacer que?- pregunté haciendome la tonta, este se acercó amenazante pero no me moví de mi sitio. No tenía miedo.

- Ayudar a esa mujer, ¿esperabas devorarla una vez que llegasen a su casa?- pregunto como si fuera lo más obvio del mundo. Hice una mueca de desagrado y me aleje unos pasos.

- Sólo vi que necesitaba ayuda y así lo hice- dije firme y con desicion, no se que pensaba el hechicero, pero yo estaba decidida a buscar a Mahito y llevarlo devuelta- y si me disculpa, tengo otros asuntos- dije para darme media vuelta y comenzar a caminar.

- Los mitad maldiciones no ayudan, sólo destruyen- dijo para que escuchara. Pare mi andar y mis dudas se afirmaron, sabía que era.

Aún así, no sentí miedo, sino cólera y con todo el valor del mundo el cual no se de donde salió, me di media vuelta y volví a encararlo tome su ropa y lo acerqué considerablemente a mi rostro mientras lo miraba con rabia.

- Que uno sea un monstruo no significa que el resto lo es- le dije son enojó. Cuando me Di cuenta como lo trate, me arrepentí rápidamente.

Lo solté y me aleje unos pasos para luego agachar mi cabeza hacia el suelo. No quería verlo, seguramente en estos momentos había bajado los minutos que me quedaban para seguir viva.

- Perdón, no fue mi intención hablarte de esa forma- me disculpe, en cambio sólo sentí como se acercó para luego ver como una de sus manos se posicionaba en mi mentón levantando mi cabeza.

En lugar de encontrarme con su venda pude apreciar unos ojos relucientes. Reflejaban el cielo en su mayor esplendor y te atrapaban como uno no quisiera.

Su rostro estaba demasiado cerca del mío y sus ojos fijos en mi como si estuviera buscando algo con mucha profundidad en mi. Luego de unos segundos analizansome sonrió de lado.

-Definitivamente, no eres como los demás- dijo aún sonriendo, su respiración chocaba contra la mía u me hacia estremecer.

De cierta forma sentí que jugaba conmigo, se separó para volver a estar a una distancia considerable y se colocó la venda volviendo a tapar sus ojos.

- Bien, está decidido- dijo con emoción, lo mire con mucha duda- estarás a prueba, si considero que no eres una amenaza para la humanidad te dejaré libre- hablo.

Mis ojos se abrieron a tope, lo mire incrédula. Sinceramente no sabía quien era el hechicero frente mío como para que pueda tener aquello en desicion.

-Eso significa que...

- Exacto, no voy ni a exorcizarte o sellarte, seguirás con una vida normal como lo hacías hasta ahora- explicó interrumpiendome.

- De acuerdo, ¿Qué debo hacer?- pregunté un poco más entusiasmada. Tal vez no era la clase de hechicero estúpido que en mi mente se había formulado, debía de tener poder.

- Primero, debes despedirte de la mujer y aquellos niños con los que vives- hablo, abri mis ojos a tope. ¿Cómo sabía de ellos?

- No les harás daño, ¿Verdad?- pregunté con miedo. El me sonrió de lado.

-Eso dependerá de ti- dijo, asenti y comencé a caminar en dirección a la casa hogar donde estaban los niños.

Mahito debía de estar en un lugar seguro en estos momentos, no quería que el hechicero lo viera, sino se daría cuenta de lo que es y agradecía internamente.

- Por cierto, ¿Cómo te llamas?- pregunté mirándolo de reojo.

- Satoru, Satoru Gojo- se presentó. Asenti, creo haber escuchado ese nombre en algún lugar, pero no sabía con exactitud.

Siempre me mantuve apartada del mundo de los hechiceros, por el bien no sólo mío, sino también de los niños que ayudaba a cuidar y ponía mi mayor empeño.

Una vez que llegamos a la casa, entre para luego dejarlo pasar á él. Era considerablemente alto. A los segundo los pasos rápidos de pequeños se escucharon venir hacia nosotros.

-Wow, es demasiado alto- dijo uno de los niños humanos. Este tenía a su lado a dos mitad humano maldición.

- ¿Saben donde está Leta?- pregunté a los niños, quienes asistieron y nos guiaron.

Cuando miraba de reojo al chamán, este miraba todo a su alrededor, analizando cada detalle de la casa y de los niños, notando como había pequeños de todo un poco y que se llevaban como si fueran verdaderos hermanos.

No todos son iguales, Satoru Gojo. Me dije para mi con una pequeña sonrisa en mis labios. No conocía su pasado, aún así, sentía que alguien como yo, mitad humano y mitad maldición le había causado un gran daño.

Cuando llegue a donde estaba Leta, el chamán le explicaba algunas cosas, y entre ellas me dijo que debía empacar mis pertenencias ya que me iría a vivir con él para tenerme en constante vigilancia.

Ahora empacaba todo con tranquilidad, hasta que la imagen del pequeño Mahito llegó a mi cabeza. Yo era la única que no lo trataba como raro o cruel y sabía perfectamente que me consideraba su hermana real.

Escribí una carta pequeña y se la coloqué bajo la almohada donde dormía. Termine de empacar y me gire, allí se encontraba el albino apoyado en el marco. No me asusté ya que estaba acostumbrada a ese tipo de bromas.

- ¿Ya estás?- pregunto con calma, asenti y lo seguí.

Enserio creí que eras diferente.

💙Aoimoku 💙- Satoru Gojo✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora