XXVIII

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Lo siguiente no fue agradable, el como arrancó la cabeza de la maldición me dio cierto...asco. su dominio se quebró y salimos.

-¿Ahora hablaras?- pregunto a la maldición dejándo mientras al pelirosa en el suelo. Sólo quedaba su cabeza y nos miraba.

Para nuestra desgracia apareció abajo muestro un montón de flores. Admito que tenían un olor agradable. Mire a Itadori y Satoru. Estos estaban con caras bobas mirando las plantas.

Yo estaba casi igual. De no ser por la velocidad en la que un ente paso y tomo la cabeza de la maldición para huir.

-Satoru!- grite llamando la atencion del albino. Este reaccionó. El suelo medio se movió y salió una planta de más grande tamaño pareciendo un árbol. Esta tomo a Itadori- tu ve tras él, yo me encargo de ayudarlo- dije con determinación.

Asintio y salió tras las maldiciones. Use una de mis técnicas que aún no dominaba del todo, pero pude cortar con facilidad una de las ramas que sujetaban al pelirosa.

Este también hizo fuerza y se safo del agarré. El problema fue cuando comenzó a caer, otra rama lo tomo y como si fueran las raíces salieron disparadas en su dirección.

Maldecir en voz baja y me acerqué corriendo. Uni mis manos como si fuera a rezar, una notable energía color rojiza se colocó alrededor de estas y sin más las separe arrodilladome en el suelo con las Palmas abiertas golpeando la tierra.

Enseguida alrededor del pelirosa se hizo una especia de escudo rojizo. Las raíces no lo atravesaron, pero en cambio vinieron en mi dirección.

-Mierda- murmure. Iba a moverme y otro de los escudos protectores pero pequeñas raíces se comenzaron a enredar en mis tobillos.

Volví la mirada a las raíces que venían en mi dirección como lanzas. Pero no llegaron a tocarme siquiera cuando una fuerte explosión se deslizó de ellas. Al igual que al árbol dejando libre a Itadori.

- No digas ese tipo de palabras o tendré que castigarte- escuche decir atrás mío. Me tense estaba muy cerca. Y esa amenaza no sabía como tomarla.

Me gire y este estaba agachado a mi altura. Tenía la venda en sus ojos una vez más. Me sonrió con tranquilidad y miro mis tobillos. La raíz había dejado de enredarse pero aún me aprisionaba.

Con sus manos las tomo sin delicadeza y las rompió, liberandome. No tardo en tomarme al estilo princesa y acercarnos a Itadori.

-¿Qué paso?- pregunté al ver que no estaba la cabeza de la maldición. Lo escuche suspirar.

-Lo perdí de vista- respondió simple. Frunci el ceño. A él no podía perdersele nada de vista.

-Mientes- me queje inflando mis cachetes- no me gustan que mientan- irónico.

- No importa ya- dijo restandole importancia, cuando estuvimos ya con Itadori, este comenzó a quejarse por lo mismo. Satoru dejo ir a la maldición para salvarnos a nosotros.

Por primera vez me sentí... débil.

A la hora, Ijichi vino por nosotros. Llegamos a la escuela y dejamos a Itadori en el sótano. Estaba a punto de ir a mi habitación pero la mano de Satoru me detuvo.

-¿Qué pasa?- pregunté con duda.

-Iremos por hoy a casa- respondió simple. No entendí.

Casa. Yo no tenía casa. El único hogar que alguna vez tuve fue consumido por el fuego. Luego solamente, pude considerar como un refugio la escuela. Sólo momentánea.

- Pero...- me interrumpió colocando un dedo índice en mis labios.

-Shh, la mayoría debe de estar durmiendo- hablo bajito- y me refiero a mi casa. Que desde ahora también es la tuya- mencionó tranquilo, tendió su mano esperando a que la tomará- ¿vamos?

-Si- respondió con una pequeña sonrisa. Tome su mano y nos dirigimos a un sitio de la escuela. Era una especie de estacionamiento subterráneo.

Había todo tipo de vehículos, todos de color negro. Eran en su mayoría camionetas y alguna que otra moto. Pero nosotros o bueno, el albino, se acercó a un vehículo en específico.

Este se trataba de un Mercedez, no me pregunté la marca, pero era hermoso. De color negro mate y de dos puertas. (Multimedia)

-Es mío, casi nunca lo uso, pero no tenía ganas de caminar o de que nos lleven- explico cuando las luces parpadearon un poco informando de que ya estaba abierto-¿Subes?

Me acerqué y entre de co-piloto. Bueno el único asiento disponible además del conductor. Satoru también entró sacándose la parte de arriba del uniforme, dejando sólo la camisa celeste claro que llevaba abajo.

Sr quito la venda y se colocó en su lugar unos lentes. Me miro de reojo y sonrió. Luego arrancó para salir de los terrenos del sitio.

El viaje fue tranquilo. Había música pasando por la radio lo cual no nos dejaba en un total silencio. Miraba la ciudad de Tokyo por la ventana mientras tanto.

Pero la pregunta que tenía desde hace un apromixamado una hora, no se iba de mi mente. Mire a Satoru quien miraba concentra la calle.

-¿Por qué podía moverme en tu Extencion Dominio?- pregunté. Este giro su vista a mi cuando paramos en un semáforo.

- No lo se, se supone que tu tampoco debías de poder moverte- contestó. Sentía que algo ocultaba sus palabras, pero no seguí el tema. Bueno, lo cambie un poco.

- Oh, creo que había sido la excepción- dije divertida y coqueteandole un poco. Soltó una risita por aquello.

-Podrias ser la excepción en muchas cosas si quieres- dijo coqueto.

-¿Cómo en que?- pregunté.

-Bueno... tengo veintiocho años y tu casi dieciocho... además de ser tu novio... podría ser tu Daddy... si quieres- el semáforo se colocó en verde y avanzamos.

Luego de un rato no tardo en colocar una mano en mi muslo. Me Dio un escalofrío y la aparte. Sabía a los he se refería por lo que estaba segura que estaba roja. Así que mire la ventana.

-No- conteste.

- Te haré cambiar de opinión- dijo último en un susurro. Pero lie escuche. No dije nada y el viaje siguió en silencio.

Y con respecto a lo otro. El porque pude moverme... parte de mi solo deseaba quedarse con un poquito de la verdad y no todo, se conformaba.

Narrador omnisciente

El albino obviamente sabía el porque ella pudo moverse. La misma profecía sobre la familia Gojo lo decía. No sólo haría que se enamorara, sería su perdición.

Ella podía moverse en su dominio por más que él no lo deseara, era algo que no podía impedir. Inclusive... si ella conseguía el poder máximo que poseía, podría vencerlo aún en el dominio del albino.

Satoru miro de reojo a la chica. Seguramente si se enterarán de ella, mandarian su ejecución sin dudar. Sonrió mirando el reflejo de las luces en su rostro.

Definitivamente, no permitiría aquello.



💙Aoimoku 💙- Satoru Gojo✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora