XIII

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En ocasiones, uno sigue los que dice
Su corazón...

Hoy ya era el día

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Hoy ya era el día. Dependiendo de mi comportamiento sería juzgada por el hombre de cabellos blancos. Guarde lo que tenía de ropa en una maleta y fui directo a la cocina.

El albino vestía en esta ocasión, con una camisa celeste manga larga, los primeros botones desabrochados, un pantalón de vestir negro junto a zapatos también de vestir del mismo color.

Colocó un plato en la mesada y el sólo se sirvió un café. Comencé a comer mientras me miraba, no dijimos nada. Sólo debía esperar.

- Te mentí- hablo interrumpiendo el silencio. Levanté mi mirada a la suya- mis órdenes claras fueron el que te estudiará por un mes entero, luego exorcizarte- dijo.

-¿Q-Que?- me levanté con su mirada puesta en mi- p-pero, tu dijiste que...- mis ojos comenzaron a cristalizarse.

-Tn...- me llamo y trato de acercarse en cambio yo me alejaba negando con la cabeza.

- Claro, ¿cómo pude ser tan estúpida de creer en un hechicero?- me dije a mi misma, suspire resignandome a mi destino- no importa de todas formas, a nadie dañaria que una híbrido más muriera, prácticamente estamos extintos.

- No lo haré- dijo sin más, levanté mi cabeza y este estaba a centímetros de mi- y no digas que a nadie le importaría, ya que no es así- tomo mis mejillas y seco el resto de lágrimas.

-¿A que te refieres?- pregunté sin más.

- En aquel hogar, hay niños esperando tu regreso. Además- se acercó más a mi rostro y susurro en mi oído- tienes algo que me llama y mi cuerpo no quiere alejarse de ti.

- Eso significa...

- Si, toma tus cosas y volvamos que todos esos pequeños te esperan- contestó alejándose de mi.

Hice lo que pidió y salimos. Él tomo mis maletas para llevarlas con la excusa de que era caballeroso. Caminamos por un largo rato cuando me dieron ganas de golpearlo por no decirme antes el que no moriría y si cumpliría su promesa.

Sin más intente hacerlo pero tomo mi puño con su mano. Me sonrió con diversión mientras yo lo fulminaba con la mirada.

- ¿Y eso por qué fue?

- Por asustarme, idiota- me aleje. Al llegar por fin a la ciudad, caminamos por el barrio ya conocido por mi, hasta llegar a la casa.

Nos paramos delante del lugar y lo mire atenta, podía sentirse el leve desprendimiento de energía maldita que emanaba de los cuarpos pequeños de los niños.

- Muy bien, hasta aquí llegamos- hablo el mayor, sonreí y asenti- aún que, pensándolo, quiero seguir en contacto.

- De acuerdo- conteste- no tengo número de celular ya que no porto uno, pero si me necesitas estaré aquí- informe. Lo vi asentir.

- Nos vemos entonces- revolvió mi cabello y se alejó. Lo mire irse para luego mirar la puerta de aquella casa. Sonreí y me acerqué a la puerta.

Toque esperando a que alguien abriera. A los minutos los pasitos apresurados de algún niño se hizo presente, el ruido del seguro destrabarse para luego la puerta abrirse.

- ¿Si?- cuando el niño me vio, no tardo con una sonrisa en abalanzarse a mi para abrazarme, lo recibí sin quejarme- ¡Volviste!- grito feliz.

Me llevo de la mano hacia adentro. Los niños me recibieron con una sonrisa, Leta también sonrió tranquila al verme sana y salva. Pero de entre todos los niños faltaba uno en concreto.

-¿Dónde está Mahito?- pregunté, Leta apuntó hacia arriba, por lo que entendí perfectamente. Subí las escaleras y me dirigí a la habitación compartida que tenía con la mitad maldición.

Toque levemente la puerta, escuche un "pase" del otro lado. Abrí y mire al peliceleste en su cama, el pequeño al levantar su mirada y verme, abrió sus ojos de golpe.

- Tn- lo escuche decir en un susurro. No espero más y de un salto se abalanzó hacia mi abrazandome fuertemente. Le correspondí sin dudar- c-crei que te había pasado algo- dijo con voz entrecortada.

- Te dije que volvería- murmure- por cierto, feliz cumpleaños numero siete- saque una pequeña cajita que tenía en el bolsillo y se la entregue.

-Gracias- murmuró apenado y medio sonrojado.  Abrió lo que le entregue dejando a la vista un collar, este tenía la forma de una pieza de rompecabezas, la giró dejando ver una frase marcada.

"Para el mejor hermano del mundo"

Note que sus ojos se cristalizaban y me abrazo sin más.

-Gracias onee-san- sonreí y bese su frente. El día fue muy entretenido, el peliceleste me contaba todo lo que había hecho en el mes, aún así sabía que algo me ocultaba, pero no pregunté.

Jugamos varios juegos de mesa, comimos pastel que había hecho Elena por el cumpleaños del pequeño y ahora nos encontrábamos en mi cama para dormir.

- Oh, me olvide de contarte algo que aprendí- dijo feliz el niño, lo mire expectante- puedo alterar mi cuerpo.

-¿Enserio?- pregunté incrédula y con una sonrisa-¿en qué sentido?- no era raro que descubriera nuevas habilidades que poseía por ser mitad maldición.

- En formas de animales y alterar la edad de mi cuerpo- explico- mira- no se hizo esperar y se apartó parandose. Fue cosa de segundos en los cuales su cuerpo comenzó a cambiar y crecer.

-Wow- dije. Me acerqué- ahora, pareces mayor de edad y eres más alto- murmure lo último con ironía, lo escuche reír- aún así prefiero tu cuerpo normal.

- Así puedes abrazarme y hacerme mimos- dijo feliz. Volvió a su apariencia común y verdadera de un niño de siete años recién cumplidos.

- Exacto, y ya vayamos a dormir antes de que vengan a regañarnos- me acosté y es me imitó colocándose entre mis brazos. Comencé a acariciarlo para que durmiera.

-Onee-san- llamo bajo.

-¿Si?- pregunté.

-¿No vas a dejarme?¿o si?- note el leve tono de miedo en sus palabras. Sonreí y negué.

- Nunca podría dejar a mi hermano pequeño- murmure. Se abrazo a mi de forma firme como si no quisiera que escapara o desapareciera- buenas noches- dije con tranquilidad.

💙Aoimoku 💙- Satoru Gojo✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora