Tenía los ojos cerrados. No sabía hace cuanto estaba durmiendo. Lo último que recordaba era que de un momento a otro comencé a sentir mucho cansancio hasta caer inconciente.
No sabía que pasaba. Hasta que sentí una brisa de aire pasar cerca de mi rostro, mandando un escalofrío a mi cuerpo.
Con cuidado y cansancio, abrí mis ojos que se sentían pesados. Creí que me encontraría con el techo blanco, gran fue mi sorpresa al encontrarme con tablas de madera bien acomodadas.
Se escuchaba el canto de los pajaros por lo que con cuidado me levanté. Me acerqué a la ventana y la abrí. El aire choco en lleno contra mi rostro.
Sonreí con nostalgia, hacia tiempo que no lo sentía. Los pasos volvieron a escucharse, eran pequeños, me gire en dirección a la puerta.
Quede helada en mi posición. No sabía quien era, pero un leve temblor recorrió mi cuerpo cuando sus ojos carmín chocaron con los míos.
- Ya despertaste- dijo tranquilo- estas en la enfermería- suspiro. Se adentro al cuarto mientras lo miraba con algo de duda.
Pero pude sentirlo perfectamente, el hombre que se acercaba a paso lento en mi dirección no era humano. Era completamente una maldición o mejor dicho el noventa porciento era maldición.
-¿ Quien eres?- pregunté con duda. Sentía cierta calidez rodeando mi cuerpo y calmandolo.
- No me recuerdas, eh pequeña- dijo con una sonrisa, se acercó y acaricio mi cabello de forma fraternal- soy Sukuna Ryomen. Rey de las maldiciones.
Me exalte, no podía ser, no era el cuerpo de Itadori. No entendía que sucedía y me asusté, me Di cuenta que lo noto y se alejó un poco.
- Si te preocupas por el mocoso, está bien, sólo tuve que hacer unos tratos, nada de otro mundo-explico con simpleza.
-¿ Cuánto...
- Estuviste dormida una semana y vaya que nos asustaste a todos, mocosa- se quejó frunciendo el ceño.
-¿Qué?
- Tn!!!- el grito de alegría conocido se hizo presente. Gire mi vista y pude ver como el pelirosa y Nobara venían prácticamente corriendo en mi dirección y se tiraban arriba mío como abrazo.
Las lágrimas no tardaron en salir de mis ojos. Y correspondía el abrazo. Megumi desde la puerta se acercaba con una sonrisa en el rostro.
-¿Cómo... como es que me sacaron?- pregunté con la voz temblorosa.
- Ya te lo dije... un trato- hablo el hombre con marcas en el cuerpo.
Me contaron lo sucedido. Habían pasado muchas cosas desde que libere a Gojo del sello. Entre ellas, los peces gordos habían sido asesinados e Itadori consumió todos los dedos del Rey de las maldiciones. Todo esos paso en un año.
Pasaron los días y de un momento a otro yo ya no me encontraba en el sello. Al igual que las maldiciones ya no peleaban contra los hechiceros, bueno sólo algunos.
Ahora tenía diecinueve. Nos reímos de algunas cosas hasta que me dejaron para que me cambiará. Sólo apareció al momento en el que ya estuve cambiada luego de una ducha y luego se marchó.
Al salir me encontré con el rey de las maldiciones, Sukuna. Me explico y me devolvió la memoria de aquellos recuerdos que había olvidado por estar sellada al ser joven.
Me explico mi pasado y el para que nací. Me costó asimilar que sería la reina de las maldiciones, pero me sorprendió mucho más sus palabras siguientes, las cuales me hicieron parar mi andar en medio del Prado que caminábamos.
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💙Aoimoku 💙- Satoru Gojo✔
Fiksi PenggemarDime, dime ¿que es lo que quieres?¿por qué me miras así?¿Por qué te alejas?¿pudimos hacer algo? ¿tus ojos siempre fueron así, expresando aquello? Caminemos por el fuego, para ver si nos quemamos...nada perdemos en intentarlo, de todas formas, si es...