XXVII

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De todas las cosas que pudo decir, no me espere que dijera justo esa. No sólo eso, decirlo con orgullo mientras me abrazaba por la cintura y sonreirse a Itadori.

-¡Estamos saliendo!- fue lo que grito, mire al pelirosa. Este abrió sus ojos y boca de la impresión ante esa declaración.

-¿QUÉ?- grito. Sonreí nerviosamente cuando pasaba su vista de mi al albino.

- Sip, aún no se lo pedí oficialmente pero pronto será mi novia- dijo orgulloso- además, cierra la boca o se te meterán moscas- se burló.

- Oh, etto.... es que me tomo por sorpresa- mencionó rascando su nuca sin saber que decir- Felicidades...- dijo último sonriendo.

- De todas las cosas que podrías decir tenía que ser esa justamente- hable irónica.

- Cierto que hay más- dijo divertido- Tn no es humana, bueno, no del todo- explico.

El resto de la charla se baso en lo que sucedió en la consecionaria. Al parecer Itadori había muerto y por alguna razón volvió a la vida. Por el miembro había un número contado de personas que sabían que seguía vivo. Entre ellas yo.

Satoru le contó varias cosas sobre mi, ahora Itadori sabía mi verdadera naturaleza y se sintió feliz al saber que no era el único que tenía alguna maldición por así decirlo.

Mi trabajo, sencillo. Hacerle compañía a Yuji. De paso también aprendería el mejor control de mi energía maldita.

El albino nos dio una lista de películas y unos peluches que se alimentaban de nuestra energía maldita. Así que mientras mirábamos la pantalla debíamos controlarlos.

En mi caso fue sencillo, lo había estado practicando en el tiempo que vivia en la casa del albino. Pero Itadori no contaba con la misma suerte.

Ahora nos encontrábamos mirando El señor de los anillos, la última, la de el retorno del Rey. Estaba interesante, les faltaba tirar el anillo al volcán para que este sea destruido. Pero la tentación siempre está en nuestra contra.

-Es extraño- escuche decir a Itadori. Lo mire con duda.

-¿Qué cosa? El que Frodo no tirara el anillo y prefería huir con el?- pregunté. Negó- ¿entonces?

- Desde que viniste con Gojo-sensei, Sukuna no me habla. Y es...raro viniendo de él- mencionó. Asenti. No comprendía del todo pero no le daba importancia.

-Tal vez está hipnotizado por su belleza que no tiene palabras para decir- se escuchó una tercera voz. Volteamos y allí estaba el albino- pero para su desgracia ya la reclame.

Mis mejillas seguro eran tomates. Por la oscuridad de la habitación no se notaba, agradecía aquello. Infle mis cachetes como reproche.

- No soy un objeto como para tener dueño- me queje levantándome de mi sitio del sillón- y no eres mi dueño.

Con esa sonrisa que no salía de su rostro se acercó más a mi. Se agachó a la altura de mi rostro.

- Ya veremos que dirás luego- susurro para que sólo yo escuchara. Volvió a colocarse bien- y vine a buscarlos, les mostraré algo.

No alcanzamos a decir nada con Yuji. Yo ya me encontraba arriba del hombro del mayor mientras que Itadori estaba agarrado por uno de sus brazos. Del otro lado de su cuerpo. Como si fuéramos bolsas.

Cuando quise darme cuenta, estábamos arriba de un lago que era rodeado por bosque. Nos bajo. Miraba el suelo, estaba literal, arriba del agua sin hundirme. Estaba igual que Itadori, fascinada.

-Espera, hace unos momentos estábamos...- hablo con duda el pelirosa. Solté una risita. Mire alrededor y pude notar a varios metros de distancia a una maldición.

Su cabeza parecía a la de un volcán y poseía un sólo ojo. Mire a Satoru quien reía divertido al ver la confusión de Yuji.

-¿Quienes son?- pregunto la maldición. Agarré con algo de miedo el abrigo del albino cuando me miro directamente a mi.

-Hoy les voy a enseñar unas de las técnicas más importantes de la hechicería- mencionó Satoru.

-¡Oye no me ignores!- grito la maldición en nuestra dirección. Apreté más el uniforme del albino. Sentía la cantidad de poder que emanaba de si.

- Tranquila- murmuró, acaricio mi mano- es débil- dijo arrogante. La maldición no tardo en explotar por la furia.

-¡NO ME SUBESTIMES!- grito con furia. Los costados de su cabeza habían comenzado a soltar lava y con su único ojo niños miraba furioso. Bueno, miraba a Satoru.

- No se alejen de mi- hablo el albino. Me acerco más a su cuerpo e Itadori se acercó.

-¡LOS PULVERIZARE!¡¡EXTENCION DOMINIO!!- grito como desquiciado. De un momento al otro, nuestro alrededor se agrieto.

Había lava rodeandonos. Hacia calor inclusive y mucho. Era como si nos hubiéramos transportado adentro de un volcán. El suelo se movía y la maldición nos miraba sonriendo.

Satoru comenzó a darnos una explicación breve de lo que era. También nos dijo para que servía. No fue hasta la maldición nos atacó pero el albino no dejo que nos tocará su ataque.

Por último, explicó las formas que teníamos para poder salir del dominio de otro. Una de ellas era justamente, abrir tu dominio y que este sea más poderoso.

- Creo que ya es suficiente- murmuró. Apartó su mano de la mía y la dirigió a su venda, la bajo y miro con sus ojos cielo a la maldición. Cruzo los dedos y con confianza hablo- Extencion Dominio. Vacío infinito.

De un momento a otro fue como si estuviéramos viajando en una de esas naves en Star Wars a la velocidad de la luz.

Luego todo paro. Era como si estuviéramos flotando en el espacio...era raro y difícil de describir. Mire a Itadori, este no lograba moverse pero por alguna razón yo si.

Satoru se acercó a Itadori y lo tomo, luego se acercó a la maldición que tampoco se movía. ¿Por qué yo si?

El más alto explico que porque no podían moverse. Era irónico pero tenía cierto sentido. Aún así... yo...



💙Aoimoku 💙- Satoru Gojo✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora