Depresión

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No me dejas respirar.

Me sueltas unos días para luego volver con más fuerza.

Nunca hablo de ti. No eres algo de lo que me enorgullezca sobre todo porque me tratarían como si tuviese una enfermedad terminal.

Si fueras un olor, serías tierra mojada.

Si fueras un color sería azul. Justo como el cielo y como pintan las lágrimas.

Si fueras alguien serías mi madre.

¿Por qué?

Ella es la que más veces me ha puesto triste.

No discriminas. Mujeres, hombres, niños, cualquier orientación sexual y religión.

Sabes bien cómo hacer tu trabajo.

Me haces pensar que nadie en todo el mundo va a quererme...eres un virus. Contagias a quien yo conozco, porque pongo triste a cada persona que se me acerca.

Me recuerdas a ese silencio en la madrugada, tan pacifico y a la vez acechante.

Eres como un depredador a sangre fría que no hace más que arrancar corazones.

Uno que se esconde tras los buenos momentos y espera su turno, me mira a los ojos cuando escucho algo hiriente. Te sientas en una esquina de la habitación y cuentas las horas para meterte en mi pecho.

La música antes me calmaba.

Ahora ya me aterra gracias a ti.

Me susurras al oído “tú nunca podrías ser como ellos...”

Te ríes cuando alguien me da un cumplido.

Desearía ser tan fuerte como antes. Al menos ambos sabemos que la única que puede destruirme eres tú y la rabia. Compañeras y amantes que se unieron para herirme.

Lo considero hasta romántico.

Mi cabeza crea historias hasta de mis problemas para así hacerme un poco menos miserable.

Ya sabes lo que pienso de ti. Pero tienes cosas buenas.

Eres brutalmente honesta.

Me haces llorar tanto que alivias mi pecho. Gracias a esto no me quedo con ese nudo que antes me hacía explotar.

Me concentras en las pequeñas cosas y me das miles de opciones tanto buenas como malas.

No agradezco esto. Desearía que fueras el virus de otra cabeza, pero aquí estás.

Desde aquí te veo.

Te escribo mientras te miro a los ojos porque eso te gusta, tenerme aquí rasguñandome el corazón sacando cada gota de felicidad y sosiego.

Tienes ojos más lindos que yo.

Te has llevado a más.

Eres astuta.

Pero no lo suficiente como para hacerme caer al fondo. Estoy sujetandome de las paredes del túnel y planeo hacerlo hasta que te canses y me sueltes.

Puede ser una larga vida contigo.

O una corta vida mirándote directo a los ojos.

Yo decido.

Tú espera.

Mujer HuracánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora