21

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El hecho de tener la fuerza para reconstruirme una y otra vez, me consuela.

No me enorgullece, porque todo lo que ha pasado, me ha convertido en una persona que no reconozco.

Rota en pedazos, pero unida en una pieza.

¿Deberia sentirme bien por repararme sola a tan temprana edad? No, pero ya no duele tanto y la niña al fin puede llorar.

Soy la risa que le provoco a mamá.

La paciencia que le tengo a papá.

El amor a los animales.

La ansiosa necesidad de hablar con otros y tropezar en el intento.

Y la sonrisa que le di al espejo al estar bien con el reflejo.

Sin embargo, tambien soy el frio en invierno, el hambre a mitad de mes, las cervezas rotas en el patio.

El silencio de los que veia como amigos.

La mirada curiosa de ajenos.

Y el infame temor de los otros a mi fracaso.

Pero hoy, a los 21 recién cumplidos, conozco la diferencia.

 Lo primero es a causa de mi; Ella es a quien le debo dejar vivir.

Lo segundo nunca ha sido mi culpa; Es a ella a quien le debo respeto. 


Mujer HuracánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora