Capitulo 1: Acabarás acostumbrándote

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Las maletas pesan demasiado para que pueda llevarlas yo sola hasta la quinta planta del edificio. Consigo de alguna forma subir todas las escaleras con las dos maletas y tengo que decir que estoy muy orgullosa de seguir con vida todavía, he visto pasar mi vida pasar por delante de mí tres veces mientras intentaba subir las maletas. Aunque esto me pasa por testaruda, mi padre se ha pasado toda la mañana incordiándome diciendo que yo sola no podría llevar todas mis cosas pero yo me he negado de rotundo.

Cuando veo la puerta 138 dejo escapar un profundo suspiro. Ha sido una mañana muy ajetreada. Primero la despedida con mis padres y mi hermana pequeña, aunque "despedida" no es la verdad, yo ya vivía fuera de mi casa de la infancia lo único que este verano tuve que pasarlo ahí porque al acabar todos mis estudios ya no se me permitía vivir más en la residencia de estudiantes. La semana pasada recibí una carta diciéndome que tengo trabajo de enfermera en el hospital psiquiátrico de Manhattan. En la carta exigían que sí aceptaba el trabajo debía vivir en el hospital y aquí estoy.

Abro la puerta y entro en una habitación pintada de gris muy claro. Es una habitación bastante pequeña y en cada pared hay una cama con un colchón muy fino sin sabanas. Al menos hay un pequeño lavabo con ducha. Ya he compartido habitación antes y lo que más detestaba aparte de que mi compañera de piso roncaba como un oso, era que el lavabo y las duchas eran de toda la residencia y siempre se me ponía los pelos de punta cuando llegaba más tarde de las siete de la mañana y había muchísimas personas duchándose. La cama de la izquierda sí que tiene sabanas y una manta, supongo que mi compañera de habitación ya está aquí. Como si leyera mi mente, una mujer adulta pero preciosa sale del cuarto de baño. Su pelo rubio oscuro y sus azules junto con su cuerpo hacen de ella una mujer muy atractiva pese a la edad que posiblemente sea más de treinta y cinco años.

-¡Hombre, hola!-me saluda- No te esperaba tan pronto. Soy Kate, tu compañera de habitación.

-Emma Johnson, un placer-digo estrechándole la mano con educación.

Acto seguido, dejo la maleta más pesada encima de la cama y me dejo caer en ella. No sabía lo mucho que me dolía la espalda hasta que me he quitado el peso de la maleta de encima.

-Pareces muy joven Emma, ¿cuántos años tienes?-me pregunta Kate.

-Tengo veinticuatro años-respondo.

-Lo que yo decía, muy joven- dice con una amable sonrisa-. Eres muy valiente, yo a tu edad no pondría un pie aquí ni por asomo, supongo que ya me he acostumbrado a trabajar aquí, te pasará igual a ti tranquila.

-¿Cuántos años tenias cuando empezaste a trabajar aquí?-pregunto con curiosidad, espero que sea tolerante con las personas curiosas como yo porque si no, no nos vamos a llevar muy bien.

-Treinta y tres-responde.

Tengo que empezar a guardar todas mis cosas y aunque estoy exhausta a más no poder y lo único que quiero es dormir me levanto y empiezo a sacar mi ropa de la maleta más grande. Kate me dice que puedo llenar la mitad del armario y me pertenece una de las cajoneras que hay. Tardo alrededor de una hora y media en tenerlo todo guardado y recogido. Deseo apagar las luces y dormir la siesta pero dentro de veinte minutos tengo una reunión con la señora Davis. En la carta decía que tenía que esperar en la sala de espera de la planta donde ella tiene su despacho, pero no decía donde está su despacho. Genial.

-Perdona, ¿sabes dónde puedo encontrar a la señora Davis?-pregunto a Kate.

-Su despacho está en la tercera planta, seguro que la encuentras por ahí y si no es así pregunta a recepción-responde amablemente. Me gusta que su amable sonrisa no abandone en ningún momento su atractiva cara. Sin duda me gusta Kate, parece una buena persona con la que hablar de cómo te ha ido el día.- Tienes una reunión con ella ¿verdad? Yo también la tuve, no te preocupes. La señora Davis es un poco...irritante, pero le cogerás cariño...con el tiempo.

Me rio por la forma en que ha dicho eso ultimo y por la expresión de su cara. Vuelvo a mirar la hora en mi reloj de pulsera. He mirado la hora cinco veces en los últimos dos minutos y estoy de los nervios. Desearía que los minutos fueran más rápidos. Me va a explotar la cabeza. Finalmente, decido que prefiero esperar quince minutos en la sala de espera de la tercera planta que en esta habitación volviéndome loca con el lento paso de los segundos. Me despido de ella y abro la puerta para bajar por las escaleras.

Al llegar a la tercera planta voy directamente a la sala de espera como decía en la carta. Creo que ha sido una mala idea lo de venir antes. En la sala hay una señora llorando a todo pulmón y con un niño de no más de cinco años siguiendo su ejemplo. Genial. Si siguen así acabarán destrozándome el tímpano. Ahora estoy más nerviosa que antes. Estoy releyendo un folleto infamativo de enfermedades mentales. Me hace gracia que haya encontrado un error en la información aunque supongo que este se hizo hace unos cuantos años, cuando la ciencia no estaba tan avanzada como hoy en día.

-Señorita Johnson-pregunta una mujer.

Dirijo mi mirada hasta la puerta para encontrar a una señora morena con el pelo corto y con un uniforme de enfermera rosa palo imputable. Por la frialdad de su mirada sé que esa mujer es la señora Davis. Me levanto bruscamente y voy lo más rápido posible sin que parezca que estoy corriendo hacia la puerta donde esta ella.

-Encantada de conocerla-le digo.

-Soy la señora Davis-dice al tiempo en que nos estrechamos las manos-. Por favor, acompáñeme a mi despacho.

Asiento y la sigo hasta la última puerta. En la puerta puedo leer un cartel que dice "Jefa de enfermeras" y debajo el nombre de Mary Davis. Siento los nervios a flor de piel.

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Espero que os haya gustado el primer capitulo. Si quereis seguir leyendo: VOTAD Y COMENTAD.

Pronto subire el segundo.

Estoy loco y por eso estoy aquí (Fanfic de Theo James)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora