Capitulo 33: Hechos

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Antes de entrar en la habitación 209, como de costumbre, observo durante unos segundos el rostro dormido de James a través del falso espejo. Sus carnosos labios están entreabiertos y su cabeza está apoyada en su propio hombro. La genta paseándose por los pasillos hace que baje de las nubes. Entro en la habitación y, sorprendentemente, con el simple ruido de la puerta cerrarse, James abre sus ojos de golpe.

Se incorpora y bosteza unas cuantas veces antes de que su vista se acostumbre a la luz del día.  Su piel ha cogido más color los últimos días, supongo que es debido a que ya no consume su medicación. Aunque eso solo lo sé yo y él. Lleva como tres semanas sin tomar su medicación. Por suerte, nadie se ha dado cuenta que cambio las pastillas por caramelos. Y como soy de lo más previsora, siempre llevo un botecito de las pastillas por si acaso me pillan. Nunca debes bajar la guardia.

-¿Cómo te sientes?-pregunto en un susurro- Me refiero, ¿cómo te está afectando la falta de la medicación?

-Bueno, creo que si tengo que comer más caramelitos, perderé mi estupenda figura-bromea con su pequeña sonrisa dibujada en las esquinas de sus carnosos labios. -. Pero, se está genial sin ella. Sientes el cuerpo menos pesado, no tienes tanto cansancio... jodidamente genial-hace una pausa-. Gracias-musita.

-Uno: no te preocupes por tu "estupenda" figura, ayer compré sin azúcar-digo con una risita típica de una niña de instituto. No sé por qué digo "estupenda" como si no lo fuera.  Debo reconocer, que tiene razón...-.Dos: no utilices palabrotas cuando yo este delante. No me gustan-digo con un fingido puchero. Su mirada divertida choca con la mía y sus ojos vuelven a desconcentrarme. Me doy cuenta que me he quedado unos cuantos segundos sin decir nada.- Y tres: no tienes porque agradecer nada, no quería estar obligada a drogar a alguien con esa cantidad de pastillas-confieso.

Miro mi reloj de pulsera, debo darme prisa, tengo que llegar a la habitación de un nuevo paciente que me ha sido asignado en ocho minutos, que está a la otra punta del largo pasillo de la segunda planta, donde están todos los paciente a los que trato. Saco el botecito de pastillas, donde en vez de pastillas hay caramelos de limón. Me acerco a la cama de James e introduzco la pastilla en su boca. Muerdo mi labio interior cuando su cálido aliento roza uno de mis finos y delgados dedos de la mano. De un trago, consigue tragarse el pequeño caramelo, como siempre lo ha hecho, tanto con las pastillas como con los caramelos. Frunzo el ceño y le pegunto:

-¿Cómo lo haces?-pregunta casi con una niña con un puchero dibujado en mis labios- Yo no puedo, me atragantaría...-digo antes de reír como una estúpida.

Su risa grave inunda toda la habitación. Es un sonido precioso y que pocas veces he podido escuchar viniendo de él. Tarda unos cuantos minutos en parar de reírse a carcajadas.

-Te estás riendo de mí-me quejo con otro puchero. Ya van tres hoy. Intento reprimir la risa pero se me escapan unas cuantas.-Y encima no contestas a mi pregunta.

Vuelve a reírse a carcajadas, pero esta vez con más fuerza. No se me paso por desapercibido, que una lagrima asoma por las esquinas de sus ojos de tanto reír. Sin siquiera darme cuenta, quito esa lagrima intrusa de sus ojos. Su piel es sueva, pero debido a su barba de dos días, su piel es a la vez un tanto rasposa. Parece sorprendido por mi acto involuntario, pero su sonrisa no ha abandonado su rostro. Las risas cesan pero es un ambiente tranquilo y despreocupado. No es un silencio incomodo, pero aún así, me gustaría que alguno de los dos dijera algo.

-Tampoco es tan difícil tragárselo de un golpe-dice encogiéndose de hombros.-Lo que pasa es que no tuviste infancia y nunca te tragaste un chicle sin darte cuenta.-dice entre risas de nuevo. No tardo en unirme a él.

-Sí que tuve infancia-repongo-, y tragarme un chicle casi me ahoga-digo escapando unas risas.

Su risa grave vuelve a resonar en mis oídos como si fuera una dulce melodía. Echa su cabeza atrás y niega con la cabeza.

-No sé porque-dice entre risas-, pero me he imaginado a una niñita bajita y delgaducha cogiéndose del cuello teatralmente y cayéndose de culo gritando "¡Mamá, mamá! Me muero. Y después mueres-dice adoptando una expresión seria pero sé que se está aguantando las ganas de reír.

-Gracias por desear la muerte de una adorable niña como lo fui yo-digo con fingida indignación.

-Si prefieres, te deseare la muerte mientras estas de paseo por un bonito prado, pero de repente unos horribles gorilas armados empiezan a atacarte con pistolas hechas de plátanos-dice entre risas.

No puedo evitar estallar en carcajadas. Morir por unos gorilas asaltadores, es sin duda, una muerte muy digna. Niego con la cabeza mientras me sujeto la barriga de la risa.

-Estás loco-digo entre risas, bueno, más bien entre carcajadas.

Entonces, toda diversión desaparece en su rostro y es substituida por una expresión neutral. Sus ojos chocan con los míos y sus labios son una simple línea recta.

-Sí, por eso estoy aquí ¿no?-pregunta con voz neutral.

Todo el ambiente divertido cambia radicalmente a uno tenso e incomodo. Menuda metedura pata. Hablo sin pensar y pienso por pensar. Me daría con una sartén en la cabeza si pudiera. ¿Cómo se me puede decir eso? Obviamente, solo estaba bromeando, pero esta clase de broma, en una clínica psiquiátrica, lógicamente, no es nada adecuada. Absolutamente nada.

-James, sabes que no quería decir eso-casi tartamudeo-. Yo...-realmente no sé qué decir- Lo siento.

-Tranquila, solo has dicho un hecho.



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Hola hermosuras!!! Guaa Emma, has metido la pata pero bien.

Espero que os haya gustado el capitulo. No olvideis VOTAR y COMENTAR. Sed buenas y no seais lectoras fantasma.


LUCHEMOS TODOS JUNTOS POR UN MUNDO SIN SPOILERS!!!


Estoy loco y por eso estoy aquí (Fanfic de Theo James)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora