Capitulo 34: Sin duda

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Salgo tan rápido como he entrado. No me creo que haya dicho eso. Definitivamente, esta será declarada la mejor metedura de pata del mundo. ¿¡Dónde están las sartenes cuando se las necesita!? Me daría en la cabeza con una mil veces hasta olvidar la estupidez que acabo de hacer.

Decido ir a la habitación del siguiente paciente. De todos modos, las palabras una vez dichas, no puedes hacer nada para cambiarlas, así que, pensar en eso no erradicara absolutamente nada. Estoy frente a la puerta antes de darme cuenta.

 Entro en la pequeña habitación de luz blanca para encontrarme con un chico con el pelo negro y corto. Su rostro es tan pálido que casi parece que no haya tomado el sol en muchos días. Las bolsas debajo de sus negros ojos sobresalen de una manera exagerada.  Tiene la mirada perdida y sus labios cortados y secos entreabiertos. No es un paisaje muy agradable de ver. Todo él, lo hacen espeluznante y tétrico. Escondo mi mano por detrás de mi espalda para que no vea mis manos temblorosas.

Rio mentalmente ante la situación. Esto me recuerda a mis primeros días en los que solo con la idea de tener que encarar a los pacientes de la clínica se me erizaba el cabello. Pero esta vez sé cuál fue mi error. Mi empezar fue empezar una "conversación" con personas delirantes como esta que tengo enfrente.

 Sin rodeos me acerco a su cama y saco las dos pastillas que tiene que tomar. Estiro las manos con ellas en mi palma de mi mano y se la pongo enfrente de su escuálida cara. Su mirada se posa en mi pero apenas mueve un músculo.  Empiezo a impacientarme y muerdo ferozmente mi labio interior debido a los nervios. Insisto con la mirada para que reaccione. Tendré que hacerlo por las malas pues.

Con la mano izquierda le obligo a abrir los labios y con la mano libre, introduzco las dos pastillitas de capsula naranja. No me importa parecer brusca al introducir con rapidez la medicación. A pesar de ser un ejercicio tan fácil como tragar, se niega a digerirlas.

-Traga-ordeno.

Niega con la cabeza.

-Haz el favor de tragar de una vez-casi grito.

Vuelve a negar con la cabeza. Ruedo los ojos y miro la sucia pared esperando a que se digne a tomar su medicación obligatoria.

Siento un dolor horrible en la parte superior de mi muñeca. Me giro bruscamente para ver con mis propios ojos cómo este tiene sus dientes clavados en mi brazo. Literalmente, me está mordiendo. ¿¡Es que se cree vampiro!? Sus mientes aprietan con el doble de fuerza. Es entonces cuando muevo el brazo frenéticamente para librarme de su agarre, pero eso lo único que hace es que duela aún más.

-¡Suéltame!- ordeno a gritos.

Las puertas se abren de golpe y unos cuantos enfermeros se acercan donde estoy plantada intentando liberarme de este demente.  Una enfermera clava en el cuello de este una jeringa que, afortunadamente, le hace efecto al instante. Cae redondo en un sueño profundo y es cuando consigo liberar mi brazo.

La sangre se desliza por mis brazos desde una enorme filera de dientes en mi brazo. Me quedará marca y si agraciadamente no es así,  tardará mucho en recuperar su aspecto normal. Sangre gotea en el suelo causando pequeñas pero numerosas manchas de sangre allí y en mi vestido.

-Maldito capullo. ¡Si no te gusta el menú no te comas a las enfermeras!-la voz de Damien me hace reaccionar.

Damien con sus cejas fruncidas y preocupación en la mirada, me observa al detalla, al igual que los demás enfermeros. Bueno, no todos. Dos de ellos se están llevando a mi atacante de esta habitación. Seguramente, lo lleven a la sala de las descargas eléctricas. La misma que me causa escalofríos solo de pensar en que al igual que James, han torturado a muchos más allí.

-Vamos a curarte, Emma-dice Damien.

Asiento y noto sus cálidos dedos cogerme con suavidad del brazo sano. Me lleva hasta la pequeña habitación donde se almacenan algunos de los medicamentos. La misma donde escucha a escondidas a dos mujeres hablar sobre James y apiadándose de mí. Fue el mismo día que él empezó a meterse en problemas y el día de las descargas...

Damien me sienta en u taburete donde me siento y apoyo la espalda contra la dura pared de cemento.  El se sitúa enfrente de mí con un pequeño cubo lleno de agua y una toalla entre sus piernas. También, a su lado, hay un botiquín de primeros auxilios blanca con una cruz roja dibujada.

Cuando moja la toalla blanca en el agua, estiro el brazo y espero. El dolor es punzante, pero seguro que esto no es nada comparado cuando tenga que poner alcohol en las heridas.  Empiezo a reír sin motivo alguno, ganándome una mirada extraña de él.

-¿También vamos a tener que ingresarte a ti?-pregunta con una sonrisa en los labios. No su típica sonrisa de oreja a oreja, pero me sirve.

-Has dejado de llamarme "Adorable Johnson"-comento entre pequeñas risas.

-Estás tan buena que hasta quieren comerte los caníbales-bromea.

-¿Es caníbal?-palidezco en el momento.

-Era una broma-dice y recupero el aliento. Vuelve a su tarea de curar mis heridas. Una vez que acaba de limpiar la sangre de mi brazo, abre el botiquín de primeros auxilios y saca alcohol de ella.-Esto va a dolerte-advierte.

-¿Hoy es miércoles?-pregunto para distraerme de el escozor. Asiente. Entonces, mañana empezaran mis vacaciones- Sin duda, estoy deseando que llegue mañana-digo dejando escapar un suspiro.

-Ni que lo jures-dice, esta vez, con esa sonrisa a la que he acostumbrado y tanto adoro.

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Hola hermosuras!!!! Viva el canibalismo!!! Claro que si. Emma, yo misma te daria la sarten.

Espero que os haya gustado. VOTAD y COMENTAD si asi ha sido


LUCHEMOS TODOS JUNTOS POR UN MUNDO SIN SPOILERS!!!

Estoy loco y por eso estoy aquí (Fanfic de Theo James)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora