Capítulo 59- El bebé

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》Narra Natalia《

- Y podríamos comprar otro café porque hace demasiado frío, además de que el olor es demasiado... Makis?- Dónde estaba?

Sí, estaba repleto de nieve y cuando volví por donde vinimos, la vi tirada boca abajo, moviéndose de un lado a otro.

- Estas bien?- Se giró para tirarme una bola, riendo junto a ella.

- Es suave.- Quitó sus guantes para tocarla.- Y fría.-

- Tú crees?- Busqué lo máximo posible, armando un muñeco improvisado.- Oye!- Había agarrado la cabeza y me la había estampado contra mi gorro de lana.

- Te quedó feo.- Alcé mis cejas, notando como volvía a abrigar sus manos.- Es maravilloso.- Miró hacia su alrededor y solo pude acercarme a besarla, sintiendo como me empujó hacia atrás, escuchando perfectamente su carcajada, hasta que algo lamió mi rostro, encontrando a un pequeño e indefenso cachorro, sin ningún collar ni había alguien cerca como para saber si tenía dueños.

- Makis.- Se sentó después de intentar hacer un ángel.- Y sus dueños?- Dejé mi mano en su pancita, escuchando un gemido de dolor, notando como estaba completamente lastimado.

- No parece tener dueños.- Busqué mi teléfono, pero no había señal.

- Vamos a buscar a sus dueños?- Asintió suavemente, entrelazando nuestros brazos rascando repetidas veces su cabeza, notando como no dejaba de jadear y lamer mi mano.

- Y si no tiene dueños?- La miré fijamente.- O si mejor vamos a un veterinario? Será mejor que buscar a sus dueños.- Donde estábamos tiradas, cerca había un montón de árboles, era imposible entrar porque habia ramas tiradas y si no tenía dueño, quizás tenía más hermanos ahí adentro.

Lo dejamos en un veterinario, quedándonos con una sensación extraña, mientras almorzabamos y más al volver a la cabaña.

- No puedo quedarme así.- Me miró fijamente, tomando su mano cuando me la tendió, corriendo hasta donde apareció, moviendo toda clase de rama para ver una perra como la que Cami había tenido hace muchos años, sin fuerza alguna y más de la mitad de los cachorros llorando, pidiendo ayuda para que se los lleven rápidamente, notando como ella simplemente se acercaba a abrazarme, besandola suavemente.

- Si así empezamos, no sé cómo vayamos a terminar.- Reí junto a ella, sabiendo que no podríamos hacer mucho más, cambiando nuestra ropa para encender el hogar con leña, dejando una manta en el piso para recibir una de las tazas que había hecho con leche y chocolate, sentándose a mi lado, dejando su cabeza en mi hombro.

- Adoptaría a todos.- Sonrió levemente.

- Son como siete.- Alcé mis hombros.- No hay lugar en casa.-

- Y uno?- La miré fijamente.- El primero.-

- Lo tendremos en cuenta.- Sonrió mirando como cada vez la hoguera se encendía más, sintiendo su pulgar acariciar mi anillo, besando su frente.

- Estaría así para siempre.-

- Estaríamos aburridas.- Negué rápidamente.

- Te miraría todo el día, vería crecer tu panza y sería la mujer más feliz de todas al verte todos los días, saber que lo único que importa es que te amo y que nada ni nadie nos va a separar.-

- Lo podemos hacer.- Alcé mis cejas.- Cuando seamos más grandes, podemos tener una casa en Alaska y sobrevivir comiendo lo que encontremos.-

- Ya te encontré.- La besé suavemente.- Te puedo comer?-

- Esta bien.- Reí junto a ella.- Solo si vas a seguir así de dura con ochenta años.-

- Mi amor.- Escale su cuerpo.- Contigo siempre estoy dura.- Escuché su carcajada mientras dejaba besos por su cuello.- No empieces a reírte otra vez.-

- Me haces cosquillas.- Alcé mis cejas, entendiendo que al dejar mis manos cerca de sus costillas y subir y bajar hacia que ella comience a reír nuevamente.- Para, no.- Frene por un segundo, volviendo a empezar.

- Te amo.- Lancé de la nada, sintiendo como tomaba mis mejillas, sin esperar que me bese y que termine arriba mío, hasta que su teléfono sonó.

- Dame un minuto.- Dejó un último beso antes de ponerse de pie e ir a contestar al cuarto, limpiando las tazas para que se acerque lentamente a mí.- Murieron algunos, otros los están intentando mantener pero quizás no sea por mucho tiempo y los que sobrevivieron los van a llevar a una perrera.-

- Cuantos son?-

- Tres.- Susurró formando una mueca.- La madre y dos cachorros.-

- Podemos...- Alzó sus cejas, esperando a que diga algo.- Los podemos llevar de alguien que los cuide y cuando volvamos, tenerlos en casa.-

- Te dije que no había lugar.-

- Lo hacemos.- Suspiró y solo pude sonreír.- En el tiempo que llevo ahí, nunca se me ocurrió cómo ocupar la terraza y quizás podría cerrarla y hacer un patio para que ellos estén ahí.- Parecía dudarlo.- Por lo menos hasta que tengamos una casa más grande y más bebés.- Reí junto a ella, pasando mis brazos por su cuello, pegandola a mi.- Por favor.-

- Bien.- Suspiró rozando nuestras narices.- Si no estuviera tan loca por ti, discutiría.-

- De verdad?- Se alejó cuando supo lo que quería.- Es mentira eso de que las embarazadas siempre tienen ganas.-

- Estas segura?- Quitó su poca ropa.- Te vas a quedar ahí?-

- Por favor, estemos de luna de miel siempre.-

Polos Opuestos- (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora