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Mi cabeza me reventaba

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Mi cabeza me reventaba. Todo me mantenía más irritada de lo normal, incluyendo la luz. Me dolía muchísimo e incluso me empezaba a sentir mareada, nunca me había sentido tan agradecida por dormir en las mazmorras.

Cruce la puerta rápidamente, apenas entró a mi campo de visión —¿Joder, tienes algo para el dolor de cabeza?— Pregunté mientras entraba al cuarto de Draco.

Estaba con la misma ropa de anoche sobre su cama durmiendo. Ni siquiera se había tomado el trabajo de cambiarse.

—Buenos días para ti también— Dijo mientras se sentaba en su cama —¿Primera resaca?—

—¿Tienes o no?— Pregunté molesta, me dolía mucho la cabeza.

—Y luego dices que no eres gruñona, siéntate mientras te traigo algo—

Hice lo que me dijo, me senté en su cama, mientras él se paraba para irse a su baño. Cuando salió estaba su camisa estaba remangada hasta los codos. Se veía muy sexy.

—Toma esto, y acuéstate un poco, aún es temprano para las clases— Me ofreció una pastilla junto a un vaso con agua.

Odiaba las pastillas, me daban la sensación de que me ahogaría.

—¿Cómo es que tú no tienes migraña?— Pregunté acomodándome en su cama.

—Cuándo salía con Astoria, ella quería que todo mundo se entere de lo nuestro y no perdía oportunidad de llevarnos a fiestas— Respondió mientras se sentaba a mi lado.

—Nunca me contaste cómo o porqué terminaron—

—Es... irrelevante—

—Vamos, soy tu mejor amiga. Si te pasa algo no es irrelevante para mí—

Soltó una risa muy seca —La escuché hablar con su hermana, le decía que el mantener nuestra relación en un futuro le traería muy buenos pretendientes—

Oh vaya, que ambiciosa chica.

—Ven acá— Estire mis brazos para que se acostara conmigo, lo cual hizo —La próxima vez que esté cerca de ella, me tendrás que retener, porque la mataré— Empezó a reír de una forma diferente que la anterior —Pero eres demasiado listo cómo para no darte cuenta de algo así—

—Cuando me alejé de tí, me empezó a manipular de formas tan sutiles que no me importaban, pero luego de que me diera cuenta de lo que realmente quería, me quité la venda de los ojos—

Mi rubio tonto.

—A veces te quiero pegar—

—A veces me lo merezco—

Sí.

La pastilla empezó a hacer efecto, y el dolor disminuyó considerablemente. Me gustaba la forma en la que estábamos acostados, él con su cabeza en mi cuello mientras me rodeada con sus brazos por mi cintura mientras yo pasaba mis manos por su cabello.

M O R G A N A - [D.M.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora