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¿Cómo es posible que haya sido capaz de hacer eso? ¿Él?

Todo fue demasiado rápido. Demasiado apresurado. Incluso para poder dirigirlo después de que haya sucedido.

No hubo gritos, no hubieron maldiciones, no hubo pelea, ni mucho menos. Simplemente hablaron, de una forma civilizada, ni siquiera levantaron la voz. Pensé que lo mataría. Pensé que no permitiria que dejara esta casa.

Pero no fue así.

Simplemente se fue, nos dejó. Ni siquiera miró atrás, solo se fue. No avisó, nunca lo mencionó, sencillamente nos dejó atrás.

Tenia un pitido muy fino sonando en mi cabeza seguía tratando de procesar todo, quería que fuese un sueño, una pesadilla y al despertar que todo este normal, que este ahí discutiendo con Mattheo sobre exponerme a peligros estúpidos —Morgana— Escuché de una forma muy lejana que me llamaba mi padre, trayendome de vuelta; junto a ellos —¿Alguna despreciable sorpresa qué me tengas que anunciar?— Cuestionó con una voz muy garrasposa mientras me analizaba por completo con sus ojos rojos de odio; aunque podía ver algo de tristeza en ellos, negué rápidamente, no era momento de decirle algo con respecto a Draco, no ahora, la situación definitivamente no era la adecuada —¿Y tú Mattheo?— Volvió a preguntar, pero esta vez dirigiéndose hacia mi hermano. El único que me quedaba.

Mattheo levantó la vista hacia mi, definitivamente estaba extrañado por la respuesta, pero solo se limitó a hablar con dos palabras —No padre— Respondió firmemente.

Mi padre volvió a tomar asiento junto a Nagini, quien descansaba tranquilamente —Necesito que sepan, que su hermano, no hizo que lo maten. Oh no es mi hijo... solo está confundido, tarde o temprano regresará a su hogar, aquí con ustedes, conmigo— Decía de una forma terroríficamente serena, podía sentir que en sus palabras guardaba esperanzas  —Oh, si lo hará, pero por ahora, solo estoy... muy decepcionado—  Finalizó bajando su mirada por unos escasos segundos, sentía que quería que mi hermano atraviese las puertas y ruge por su perdón. Pero que regrese

—Oh señor, claro que regresará— Seguía colagusano, ganándose una mirada de asco por mi padre.

Quería lanzarle un Crucio, ahora no era momento de dársela de adulador, y menos él. Quién traicionó a sus amigos de toda la vida. Definitivamente no conocía el dolor de perdida ante alguien que consideras sangre de tu sangre.

—Fuera— Ordenó refiriéndose a él, ocasionando que en menos de lo que se demora en gritar una mandrágora cuando la sacan de la arena; este saliera de la habitación. Tras un silencio considerable, mi padre se aclaró la garganta para volver a hablarnos a quienes tenía en frente —El ministerio ahora es muy vulnerable cómo sabrán mis niños; y necesito que ustedes aprovechen esto, hará lo que sea por mantener la calma, incluso llamará mentiroso a Potter y a todo el que lo apoye, obviamente con el esfuerzo de querer mantener el control también los afectará a ustedes, pero sabrán aprovecharlo ¿Qué palabra pesará más,  la de mi enemigo o la de mis hijos?— Cuestionó dándonos la dura mirada —Espero que la respuesta no me decepcione. Esto hará que mantengan al estúpido del ministro bajo su control— Finalizaba con total calma, cómo si hace unos minutos mi hermano mayor no haya decidido salir de la casa y de nuestra vidas solo por no aceptar que Amelie y su familia le juren lealtad a mi padre, y lo que eso implicaba. Lo sé, estúpido.

—No será decepcionante, te lo aseguramos— Mattheo tenía una expresión muy dura, cómo si nunca hubiera pasado nada, o como si todo simplemente no le importanse.

Él solo asintió, para después echarnos del salón. Mattheo ahora tenía la cabeza baja, estaba muy triste y molesto, Tom era la causa obviamente.

Nos dejó. Si quiera de preocupo por nosotros. Simplemente se fue. Y todo por "proteger la integridad de la familia de su noviecita". A esa familia nadie la considera en el mundo mágico. Definitivamente tienen un problema de autosobreestimación.

M O R G A N A - [D.M.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora