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La vida usualmente en un jodido vaivén, a veces es tan abrupta que no nos da tiempo de procesar todo lo que hemos vivida y solamente hemos aprendido a vivir con ello en nuestro día a día, pero a veces, por muy fugaces que sean hay momento de felicidad, y estos pequeños granos de esperanza nos ayudan a afrontar todo lo que se nos aproxima. Solo tenemos que saber cuales son los granitos de esperanza que nos ayudarán a seguir nuestro camino.

—Puedes ir a visitarnos cuándo quieras, mi madre estaría contenta de conocerte— Habló Regulus mientras yo terminaba de arreglar mi maleta, hoy mis hermanos y yo teníamos que regresar a la mansión Riddle, los demás se iban a quedar unas semanas más con Blaise.

—Estamos de acuerdo con este espécimen— Soltó Cassie por ella y Pansy quienes estaban sentadas en la cama —Pero enserio ¿No te puedes quedar más tiempo?— Cuestionó con una mueca de tristeza.

Aún se me había pasado ese pequeño detalle. Cassie y Regulus no tenían ni idea de qué yo estaba apoyando la causa de mi padre, de que yo era parte de la guerra que se estaba librando —Tom dijo que es mejor así, y lo entiendo. Dado la situación que estamos enfrentando—

Pansy me dió una rápida mirada, sabía lo que quería decir, pero era mi oportunidad de mantenerlos en mi vida sin tener que verse inmiscuidos con toda la mierda que conllevaría —Igual podremos irlos a visitar cada que lo necesiten— Comentó Regulus tomando mi mano entre sus cálidas palmas.

Por un momento me quedé mirando fijamente a esos hermosos orbes que poseía, pero no tarde mucho en dejarme contagiar aquella sonrisa cargada de esperanza que llevaba consigo.

—Bueno, nosotras te esperamos abajo... Cassie tiene que ir a despedirse de Marcus— Soltó Pansy provocando una mueca de confusión por parte de la rubia.

—No es verdad, yo...—

—Pues despedirse una sola vez de un Riddle nunca es suficiente— Añadió interrumpidola con gran rapidez para después desaparecer de la habitación cerrando la puerta tras ellas.

No pude evitar soltar una pequeña risa por las raras actitudes que adoptaron últimamente.

—No había visto a mi hermana tan sonriente desde hace mucho— Habló Regulus llamando mi atención. Cuando voltee a verle note que nuestras manos aún estaban unidad y un leve rubor coloreo mi pálido rostro —Morgana, tengo algo que decirte— Agregó con seriedad tras dar un paso más cerca de mí.

—Claro, dim...— No pude acabar de hablar ya que sus suaves labios estaban sobre los míos moviéndose con total delicadeza, cómo si tuviera miedo de romperme.

Me quedé estática por un segundo tratando de procesar lo que estaba sucediendo, pero no dude en corresponderle el beso cuando sentía que se estaba alejando al no tener respuesta de mi parte. Sus labios eran dulces, tenían un leve sabor a naranja acaramelada.

Cuando nos separamos sus manos fueron a parar en mi rostro, era tierna la delicadeza con la que lo hacía, incluso cuando juntó nuestras frentes —He querido hacer eso desde que me golpeaste en la cabeza con ese libro— Soltó de repente.

—Vaya contusión que te dejé— Agregué riendo —Regulus...—

—Hmm?

—Sabes que corres un gran peligro....—

—Estoy consciente de todo y créeme que vales cada puto riesgo— Respondió atrayendome a su cuerpo tras pasar su brazo por mi cintura —Pero no quiero que te sientas obligada a corresponderme, así que cuando creas prudente responderme... yo estaré aquí— Agregó tras dejar un leve beso en la comisura de mis labios provocando una sonrisa en mí.

M O R G A N A - [D.M.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora