M O R G A N A - [D.M.]

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Definitivamente la odio.

—Habiendo ya, revolucionado la enseñanza de la defensa contra las artes oscuras, Dolores Umbrige, tendrá como suma inquisidora poderes para arreglar el deterioro educativo actual en Hogwarts...— Leía en voz alta el periódico, Theo.

El ministro la nombró suma inquisidora, tal y como había dicho Goyle hace un par de días, joder.

—Y eso no es todo ¿Ven cómo se pasea por los pasillos? Y todavía con esa maldita varita— Añadía Pansy desde el lado de Theo.

Todos estábamos en el cuarto de Marcus, las cosas los últimos días habían sido totalmente odiosas.

Zabini se aclaró la garganta, para después estirar sus pies sobre las faldas de Pansy, quien las quitó de un tirón —Que amable, por cierto, esa vez entró a mi clase de Historia de la magia; Salazar ¿Cómo puede ser tan irritante?— Preguntaba con sorna.

Inmediatamente recordé aquella vez que entró a la clase que tenía en Adivinación. Aunque no me caía la profesora, la hipocresía se Umbrige, sí me ponía de malas.

—El librazo que le cayó a Wesley por burlarse de Snape, fue una de las únicas cosas buenas que me dejó la semana— Comentó Draco recordando el incidente durante clases de pociones, lo cuál me hizo reír.

Definitivamente ver eso, fue un total disfrute visual.

—Además prohibió la compra de los artefactos de los Wesley ¿Cómo se supone que le hagamos bromas a Marcus ahora?— Vaya, si no lo conociera, podría pensar que realmente la está pasando mal Nott.

Era cómo una piedra en el zapato, libertad ya no había en Hogwarts; y menos, si estábamos en el mismo pasillo que Umbrige.

—Muy gracioso Zabini— Espetaba Marcus, tirándole un cojín al antes nombrado.

—No me sorprendería que le diera el poder a Flinch para torturanos— Comenté recostadome sobre el hombro de Draco.

[...]

—Esto es humillante— Espete saliendo de ahí —Acompañame— Agregué cogiendo la muñeca de Draco, quién sin chistar, seguía mis pasos.

¿Dónde está?

La estaba buscando por donde mis vista cayera, hasta que la vi.

—Señorita— Llamé cuando una estampida de estudiantes por poco y nos llevaban con ellos hacia el mismo lugar, del cual Draco y yo nos habíamos salido.

—¿Qué sucede?— Preguntó apenas entre en su campo de visión.

—Umbrige— Respondi simplemente, a lo cuál ella entendió y nos pusimos en camino.

Pude ver de reojo ahora a Draco, quién sí me miraba muy extrañado. Hasta el punto en que se paró en seco —¿Desde cuándo acudes a McGonagall?— Preguntó curioso.

—Primera vez— Respondi parándome frente a él.

—Es raro— Comentó mientras ambos dirigimos la mirada hacia la señorita que estaba por atravesar a una ola de estudiantes.

—Lo sé— Respondí de igual forma.

Ambos caminamos hasta el frente de todo el show, Draco, sin problema alguno empujaba a cuanto chico se cruce en el camino, mientras yo empezaba a jugar con el dije de la pulsera que me había regalado hace más de un año.

Al llegar a nuestro objetivo, vi cómo McGonagall se aprestaba a socorrer a la profesora que estaba con una maleta expuesta ante todos los estudiantes, y a la vez, pude sentir los brazos de Draco rodeandome para después dejar caer su quijada en el hueco de mi cuello. Definitivamente no cambiaría esto por nada.