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Con cada segundo que pasa, cada vez estamos más cerca del final.

Lo podía sentir, la tensión en el ambiente era palpable, o sólo era mi imaginación impulsada por un corazón algo roto.

-Todo quedaría en tus manos, Malfoy- Soltó Tom parándose de la mesa en la que habíamos acompañado al grupo de amigos a arreglar algunos detalles, mientras ellos desayunaban.

No tenía ninguna mirada sobre mí, todos estaban centrados en sus platos. Ni siquiera podían levantar la vista. Bueno, a excepción de la Greengass mayor, quién sólo tenía toques de nostalgia en su mirada.

-Y apresúrate, el tiempo es un lujo que ahora mismo no nos podemos dar- Agregó Matheo mientras me ofrecía su mano para salir de ahí.

No dije palabra alguna en ningún momento, francamente no es que tenga algo para aportar, ya conocía el plan y sabia cuál sería mi papel. Todo estaba por comenzar, y no podría arriesgarlo por simples imprudencias de mi parte.

Tenía que comportarme a la altura.

Antes de que pudiera salir del comedor, una cabellera rubia se acercó a mis hermanos y a mí, era Luna -Morgana- Llamó por mi nombre, obteniendo así la atención de nosotros.

-Luna, dime- Musite levemente en respuesta a su llamado.

Ella con un pequeño objeto entre sus manos se acercó sutilmente -Para tu rostro- Comentó antes de dejar entre mis manos un pequeño depósito de metal cubierto por unas telas muy delgadas.

-Gracias- Respondí antes de que ella desapareciera.

Debido a los golpes que había recibido hace unos días por aquel inmundo muggle en el callejón, mi rostro ahora llevaba unos sorprendentes moretones, los traté de cubrir con un hechizo muy básico, pero la primera noche que llegue con ellos, Luna apareció en la mitad de la noche.

Aparentemente se había despertado a mitad de un pasillo, debido a su sonambulismo.

-¿Te soy sincero?- Mattheo había pasado su brazo por mi hombro mientras caminábamos a la par los tres.

Los estudiantes ahora veían con sumo temor en nuestra dirección, era cómo regresar a primer año, pero muchísimo peor -Es lo último que quiero-

-Con esos golpes te ves más ruda, no deberías ocultarlos- Apenas acabó de hablar, un zape por parte de Tom acabó en la nuca de mi querido hermano.

-Es su desición, cállate- Espeto simplemente mientras se llevaba las manos a sus bolsillos.

-Sólo fue un comentario-

-Uno que nadie pidió- Añadió Tom con cansancio.

Así comenzaron un nuevo tema de discusión en pleno pasillo. Pero por un momento me hicieron pensar aquel asunto -Creo que Matheo tiene razón- Solté sin dejar de caminar.

-¿Le estás dando la razón?-

-¿Me estás dando la razón?-

Vaya, hasta me llegué a ofender por el tono de sorpresa en sus expresiones -Dije "Creo"... Osea no me avergüenzan, ni mucho menos me preocupa lo que digan al vermelos- Argumente con una leve sonrisa. Pero sin previo aviso y sin darme tiempo para reaccionar, un Matheo muy feliz se abalanzó sobre mí, vale... no creo que sea para tanto un simple comentario -¿No estás exagerando? Sólo te di la razón-

-No es eso, extrañaba verte sonreír- Dijo sin soltarme.

Caí en cuenta de qué era verdad. No había soltado una sonrisa hace mucho, y se sentía bien por fin volver a hacerlo. No lo negaré, pero me alegra que ellos la hayan provocado.

M O R G A N A - [D.M.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora