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Me encontraba casi completamente sola en toda la casa, realmente era lo que mejor prefería, no estaba de ánimos como para tener que aguantar a mi padre. Me había pasado toda la noche llorando, estaba cansada y mis ojos definitivamente me pesaban.

—Señorita Morgana, disculpe la intromisión... Pero el jardinero encontró esto en el patio trasero, supuse que era suyo pero no logró entender qué hacía tirado afuera— Explicaba Ronald entrando al comedor. Él era el jefe de empleados de papá desde que tengo memoria, su figura canosa le hacían juego algunas líneas de expresión acentuadas en su rostro debido al paso de tiempo.

Me extendió un libro que podía reconocer a la perfección "Harry Potter y el misterio del príncipe". Apenas terminé de leer la pasta, un pequeño vuelco en mi estómago se hizo presente.

Solo fui alguien a quién te aferraste. Es momento de que te deje ser feliz, es momento de que te sueltes.

Cada palabra, aún podía recordar cada maldita palabra que dije anoche, que le dije a él. Recordaba su rostro, sus lágrimas, recordé todo. Y solo caí en cuenta de que estaba llorando, cuando inconscientemente limpiaba una lágrima de mi rostro. Cogí por fin el libro, a pesar del dolor que me causara, un impulso en mí quería cambiar todo, y tener la oportunidad de regresar una vez más desde el inicio, hacer todo de nuevo. Pero no lo haría, no son simples marionetas o personajes ficticios a los que pueda manipular a mi antojo.

Sus vidas no dependen de mis caprichos, y eso lo aprendí con Pottah. Dumboldore tuvo razón, soy una invitada en su realidad, no puedo simplemente ir y cambiar todo a mi antojo.

—¿Algún problema, señorita Morgana?— Cuestionó Ronald curioso ante mi reacción.

Le di una rápido mirada mientras seguía sosteniendo el libro entre mis manos —¿Qué harías si después de que interveniste en algo sientes que terminaste de arruinar por completo una situación?— Pregunté.

Él hombre de edad avanzada, por un momento analizó por completo mi pregunta, se había quedado mirando la nada como si esta tuviera ma respuesta exacta —Realmente señorita Morgana, no tengo ni la menor idea de lo que haría— Contesto el hombre de traje —Pero sé que es lo que no haria— Siguió dando un paso hacia adelante —No huiría— Finalizó con una sonrisa despeinandome un poco y salir de la habitación.

No sabía si funcionaría, realmente ni siquiera sabría cómo me iría si lo intentaba, pero este mismo sentimiento de incertidumbre se había apoderado de mí hace unos meses, no sabía si el shiffting funcionaría, pero me arriesgué. Y aunque mi impulso para ir, fue un ojiverde con gafas, el que me motivó a quedarme y seguir fue mi rubio. Ahora me tocaba enfrentar todo por él.

Aún recuerdo el dolor de cabeza que me daba cuando estaba empezando, el cansancio que sentía cuando me arriesgaba a pasar mucho tiempo allá.

Huir jamás debió ser una elección. Estaba enamorada de Draco Malfoy. No me arrepentía, nunca lo haría, y aunque a largo plazo me dolerá, no importa, que sea feliz es todo para mí.

M O R G A N A - [D.M.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora