Salí de casa con algo de tiempo de premeditación. Llegué a trabajar una hora antes del tiempo acostumbrado esta mañana para evitar una vez más tener que cruzarme con la gente. Mi mejilla ahora tenía un tono encantador verde vómito y una barra amarilla. Ya no era tan visible, pero aún así, daba lástima.
Cuando salí del ascensor, decidí tomar una taza de café antes de encerrarme de nuevo por otro día en mi oficina.
Imaginen mi sorpresa cuando entré y observé a Serena, ella ya estaba preparando café. Se puso de pie y tarareó para sí misma una canción mientras esperaba a que la cafetera terminara de hacer su trabajo. Pude ver que tenía los auriculares colocados en sus oídos y no quería asustarla, así que me di la vuelta para salir de la sala de descanso, pero me vi interrumpido por su melodiosa voz.
—¿Darien?— definitivamente su voz era tan dulce, como miel cálida que al instante me hacía sentir bien.
Lentamente me di la vuelta —lo siento, no quería asustarte— le dije mientras ponía mis manos frente a mí rostro ocultando la sensación de vergüenza que tenía.
Serena dejó escapar una pequeña risa que de inmediato me aceleró el corazón —Está bien, escuché el sonido del ascensor entre las canciones, así que supe que alguien más estaba aquí— la sonrisa de Serena era amistosa y su rostro demasiado amable.
—¡Oh! ¡Vaya!— logré murmurar, agachando la cabeza y tratando de evitar hacer cualquier contacto visual con ella de nuevo. Durante años, Rei me había acusado de comerme con los ojos a otras mujeres. Las múltiples lecciones que me daba como castigo por mi atrevimiento me habían enseñado a no mirar a otras chicas a los ojos.
—Tu mejilla luce mejor hoy— comentó mientras se servía una taza de café.
Cogí mi propia taza del armario, me dispuse a llenarla y respondí —afortunadamente si, aunque en realidad es bastante vergonzoso tener esta marca en un lugar tan visible— dije entre murmullos.
—Bueno, supongo debe haber sido una broma muy pesada como para recibir ese tipo de bofetada en la mejilla, aunque me pareces un chico demasiado suave y amable como para merecer algo de esa naturaleza— Serena expresó su observación. Pero al mismo tiempo, me hizo ver qué no creía mucho en lo que le decía sobre el origen de ese golpe.
Estaba aterrorizado, no quería volver a mentirle pero tampoco podía decirle la verdad.
Me gustaba esa mujer, era amable y cálida. No quería que nuestra relación laboral se viera afectada por las constantes mentiras que tenía que contar, siempre fui un poco torpe a la hora de mentir, así que era bastante seguro que aunque creara una historia perfecta, tarde o temprano caería en contradicciones y mis falsas declaraciones serían descubiertas, pero tampoco había forma de que yo le dijera la verdad. Estaba atrapado en el infierno, justo en medio de mis mentiras.
Estaba tan acostumbrado a la vida que llevaba con Rei que jugué el juego constante de no preguntar y de no contar conmigo mismo.
Nunca me permití reconocer que lo que Rei me hacía estaba mal y que era algo que necesitaba detener. Simplemente me resigné al hecho de que esta era mi vida ahora y no había nada que pudiera hacer al respecto. Especialmente con la pequeña "póliza de seguro" que ella tenia en mi contra. Con eso, ella se aseguró de que no pudiera dejarla nunca.
Serena era una mujer hermosa, inteligente y sofisticada que me atraía en cierta forma, pero aún con todo eso, no tenía ánimos de seguir escuchando sus preguntas o afirmaciones, así que abruptamente cambié el tema de nuestra conversación.
—¿Cómo ... cómo es... estuvo tu primer día en el trabajo?— nuevamente el tartamudeo se hacía presente al expresar mi pregunta y esperaba que de alguna manera, eso la hubiera distraído del tema de mi marca.
—Creo que todo salió bien. Volví, eso es una buena señal ¿No crees?— se rió y se sentó en el sofá que se encontraba recargado en la pared principal de la sala de descanso —Sé que no será fácil ponerme al corriente, ya que parece que las cosas están bastante avanzadas aquí y yo soy una recién llegada— Serena tomó un trago de su taza mientras yo me sentaba en una mesa a unos escasos metros de ella.
—Sí, estamos bastante ocupados por aquí— respondí un poco seco. Sé que había una docena de otras cosas que podría haber agregado o comentado en ese momento pero no quería intimar mucho con ella.
—Hmmhmmm, siempre hay quienes nos necesitan, esa es la razón por la que me dediqué al derecho familiar, específicamente— ella respondió mientras tiernamente hacia círculos con su dedo alrededor de su taza.
Debí aceptar que no me gustó mucho su declaración, se sentía pesada, con mucho más significado detrás, tanto que inmediatamente me puse bastante nervioso.
Sus palabras me hicieron sentir como si tal vez ella pudiera verme, ver a través de esta máscara que he mantenido durante tanto tiempo.
Lo que dijo también me preocupó un poco. Puede ser que tenga que evitarla para no dejar que se acerque demasiado a mí e intente averiguar más a profundidad sobre mi vida.
No tenía una respuesta para lo que ella había dicho, solo asentí con la cabeza antes de ponerme de pie y salir huyendo —bueno, creo que será mejor que me vaya a trabajar— fueron las últimas palabras que le dirigí.
—Nos vemos— Serena dijo mientras asentía con su cabeza y yo cobardemente me dirigía a mi oficina.
Esta fue la conversación más casual y peligrosa que tuve con un compañero de trabajo en la oficina, en más de un año.
Entonces, ¿por qué me entristecí cuando cerré la puerta de esa sala y la perdí de vista?
En el fondo creo que era porque me agradaba esa chica. No sé cómo fue que sucedió, pero con tan solo verla lograba traer a mi una gran paz y de inmediato mi corazón comenzaba a latir como si fuera a salir disparado de mi pecho.
Durante mucho tiempo había rogado al cielo por un ángel, y Serena me daba la tranquilidad que solo uno podría brindarme.
—Necesito un ángel— nuevamente le dije al cielo —Pero... ¿Y si ya lo tengo a mi lado?— dije para mí mismo con la imagen de ese hermoso rostro con cabellera rubia y ojos azules que hace apenas un día acababa de aparecer en mi vida.
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Necesito un ángel
FanfictionNo puedo contarle a nadie lo que sufro... Nadie me creería... Estoy a su completa disposición. Se ha encargado de convertir mi vida en un infierno con sus constantes agresiones verbales y físicas. Nunca podré liberarme de está tortura... Preferiría...