Durante mi trayecto a casa, hice una pequeña parada en el supermercado para conseguir todos los productos que utilizaría para preparar la cena y continúe con el corto recorrido que me faltaba para llegar a mi destino. Mi mente viajaba imaginando la cantidad de posibilidades con las que Rei podría lastimarme el día de hoy, era muy deprimente hacer eso, pero solo trataba de prepararme psicológicamente para lo que me esperaba día con día sin tregua alguna una vez que llegaba a casa.
Afortunadamente, no tendría que soportar la presencia de ella durante mucho tiempo ya que saldría esta noche, de hecho, si lo analizaba bien, lo había estado haciendo mucho mas a menudo últimamente. Sería una fortuna para mí si durante sus borracheras y fiestas conociera a algún sujeto rico y engreído que pudiera alejarla de mi vida para siempre.
¿A quien engaño? Sé perfectamente, en el fondo de mi corazón que no me dejará ir tan fácilmente, no cuando sabe exactamente cuántos ceros del lado derecho tiene ese fondo económico que mis padres congelaron temporalmente. Me lo dijo exactamente hace dos años, cuando hizo de mi conocimiento el contenido de esa caja de seguridad que guarda con tanto cuidado en el banco y a la que solo ella tiene acceso. Esa fue la noche en que me permitieron ver a mi familia por última vez. La noche en que les mentí y salí de la casa de mis padres. Fue terrible ver sus rostros llenos de tristeza, y aunque traté de hacerme el fuerte, en cuanto crucé la puerta de salida, lloré durante todo el camino a mi nueva casa.
Nunca la perdonaré por esa noche en la que no solo me causó una pena enorme a mi, si no también a mí familia. En medio de todos los golpes y puñetazos, nada se compara con el dolor de la mirada en los ojos de papá y mamá cuando les dije que no quería volver a verlos nunca más y con las lágrimas de Amy mientras me suplicaba que reflexionara y diera marcha atrás.
Mientras mi mente se llenaba de pensamientos logré llegar a casa. Me detuve en el camino de entrada, con cuidado de estacionarme lo suficientemente lejos del BMW de Rei para no dañarlo como ella a menudo me acusaba de hacer. Nunca entendí por qué esa mujer necesitaba conducir un coche tan pretencioso si yo soy tan feliz con mi amada chatarra de casi diez años.
Sin nada más qué pudiera hacer me dispuse a entrar a mi infierno sujetando las compras con mis manos. Para mí desgracia, Rei se encontraba con ganas de satisfacer sus deseos carnales, tanto que quedé bastante sorprendido cuando al abrir la puerta la observé de pie, en lencería, en medio de la sala de estar.
—Ya era hora, estaba empezando a pensar que habías escapado— me regañó mientras me seguía hasta la cocina en donde comencé a descargar las bolsas del super.
—Guarda todo, ahora quiero estar contigo ¿entendido?— Rei colocó una de sus manos en mi entrepierna y comenzó a masajear mi intimidad.
—Rei, en realidad no estoy de humor. Tuve un día muy difícil en el trabajo y todavía tengo que preparar la cena, mejor deja que me apresure para que salgas pronto con tus amigas— dije lo más tranquilo y fresco que pude tratando de evitar desatar su rabia, pero como siempre, mi intento había sido en vano.
Nuevamente tomó mi hombría y la apretó con gran fuerza, pensando que eso debería excitarme o hacerme funcionar instantáneamente.
—Lástima, no pedí tu opinión, he dicho que quiero, así que lo haremos ahora— por fortuna ella soltó mi virilidad, aunque este alivio vino acompañado de una fuerte palmada en la parte de atrás de mi cabeza.
Había comenzado con su rutina diaria de agresiones, así que cerré mis ojos y me encogí quedándome quieto mientras esperaba otro golpe, un puñetazo, un tirón, o cualquier cosa que a ella le excitara, porque ese era el juego desagradable que siempre jugaba.
A Rei le gustaba tener intimidad de forma dura, bastante ruda y dolorosa. Por el contrario, para mí era bastante repulsivo, realmente no me gustaba tener intimidad con ella o con cualquier otra persona que trajera a casa para las sesiones grupales en las que me obligaba a sostener relaciones con ellos.
—Está bien, déjame al menos ducharme primero— le respondí con un poco de dureza.
—Apresúrate, entonces— dijo mientras salía de la cocina y entraba en el dormitorio para esperar mi llegada.
En cuanto ella se retiró, me sujeté del respaldo de una silla y respiré hondo varias veces mientras trataba de calmarme de nuevo. No debía dejar que un nuevo ataque de pánico se apoderara de mi. Debía tratar por todos los medios posibles sobrevivir una noche más.
—¡Dije que te apresures!— gritó Rei desde el otro lado de la casa.
Al escuchar su fúrica voz, caminé lentamente hacia nuestro dormitorio. Una vez que entré al baño, me desnudé en la oscuridad. No quería ver mi reflejo en el espejo. No quería ver el caparazón de en lo que me había convertido. Y, ciertamente, no quería ver la miseria de miembro que debía lograr poner firme en la ducha mientras pensaba en alguien, en cualquier otra persona que no fuera Rei.
Esta noche, sin embargo, me había sorprendido bastante cuando el rostro de Serena vino a mi mente provocándome un fuerte estímulo mientras me acariciaba. Me enferma tener que imaginar la cara de otra mujer solo para poder funcionar como hombre y cumplir los deseos y exigencias de Rei en ese ámbito.
Estuve bajo el chorro de agua caliente durante unos instantes más mientras seguía autoestimulándome con el recuerdo de ese hermoso rostro que apenas hace dos días había conocido. Casi llegaba al límite del placer, pero tuve que detenerme justo antes de hacerlo.
Rápidamente me sequé y mantuve la imagen de Serena en mi mente mientras caminaba hacia el dormitorio.
Al salir del baño, Rei ya me esperaba completamente desnuda y recostada sobre la cama —Anda Darien, ven aquí— su voz era exigente y contundente.
Apreté los dientes, cerré los ojos y actué, aunque no experimentaba ningún tipo de sensación, estaba completamente entumecido.
No podía expresar nada, pero lloré por dentro cuando otra parte de mi alma se astillaba y caía al suelo.
Cada vez que ella me obligaba a hacer este tipo de cosas solo agregaba más dolor a mi destrozada existencia.
Sin duda necesitaba un ángel, pero después de tanto pedirlo sin obtener respuesta alguna me estaba dando por vencido.
Quizá los ángeles no existían...
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Necesito un ángel
FanficNo puedo contarle a nadie lo que sufro... Nadie me creería... Estoy a su completa disposición. Se ha encargado de convertir mi vida en un infierno con sus constantes agresiones verbales y físicas. Nunca podré liberarme de está tortura... Preferiría...