Capítulo 44

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Una semana más tarde

Narra Darien

Había llegado el día en que Serena y yo tendríamos nuestra primera cita. La había llevado a un pequeño restaurante para pasar una velada agradable, pero mis buenas intenciones se fueron por la borda y todo lo que parecía ser un buen momento se arruinó por aquello a lo que más le temía.

Increíblemente, Rei y sus amigos habían entrado bruscamente en el establecimiento y nos habían tomado por sorpresa. Al ver su rostro diabólico supe que venía tras nosotros para vengarse por haber arruinado todos sus planes. Ante nuestras miradas atónitas al verla con vida no pudimos reaccionar, nos quedamos completamente inmóviles, cosa que ella aprovechó. Rápidamente, Rei se dirigió hacia Serena y puso un cuchillo sobre su garganta mientras sus cómplices me abrazaban con fuerza impidiéndome hacer cualquier movimiento que pudiera ayudarla.

Me sentí totalmente impotente mientras el miedo de que algo le ocurriera a Serena comenzaba a invadirme.

—¡Perdón Serena! No pude protegerte— susurré en voz baja mientas cerraba los ojos para no presenciar lo que venía. Por fortuna, me desperté nervioso y con un sudor frío. Había tenido otra pesadilla.

Mi papá entró corriendo en mi habitación cuando escuchó mis gritos, me abrazó y me consoló mientras lloraba por los miedos que aún se encontraban arraigados en mi subconsciente.

—¡Shh hijo! Te tengo. Estás a salvo— Me habló en voz baja mientras me abrazaba contra su pecho. Enterré mi cara en su hombro y desahogué toda la frustración que este amargo sueño me había traído.

—Ya hijo. Estás en casa. No hay nada de que preocuparse. Nadie te hará daño nunca más— dijo mientras acariciaba mi cabello y se unía a mi con sus propio llanto.

Unos minutos después logré tranquilizarme y me aparté un poco de él —Gracias papá— dije mientras me limpiaba la cara con la mano antes de que me entregara un pañuelo de papel.

—Lamento mucho no haber hecho más para protegerte— los ojos de mi padre estaban húmedos por sus lágrimas y tenían tanta tristeza que tuve que corregir sus preocupaciones innecesarias.

—Estuviste allí para salvarme al final, papá. No podría tener un mejor padre que tú— le dije y le di una pequeña sonrisa mientras él sujetaba mi mano antes de girarse para tomar una pastilla de mi mesita de noche junto con una botella de agua.

—Esto te ayudará a dormir— dijo mientras depositaba la pastilla en mi mano y destapaba la botella de agua para mí.

Cuando salí del hospital debido a la cirugía cerebral a la que había sido sometido y me instalé por primera vez en la casa de mis padres, fue una transición complicada para mí. Fue difícil permitir que me ayudaran o me cuidaran. Me enfurecí bastante al pensar que me veían como alguien incapaz de valerme por mí mismo, pero ahora, veo que todo lo hacían porque me amaban, y porque siendo sinceros, yo lo necesitaba.

—Gracias— le respondí antes de lanzar la pastilla a mi boca y tomar un sorbo de agua.

—Todo está bien hijo, solo descansa un poco. Además tienes una gran cita esta noche ¿No es así?— Dijo con una sonrisa mientras yo volvía a recostarme y sonreía.

—Espero ser suficiente para ella— expresé deseando que todo saliera bien.

—Darien, no podías haber elegido mejor chica para tu primera cita. Serena es una jovencita increíble— yo solo sacudí la cabeza en señal de acuerdo a las palabras de mi padre quien acto seguido se levantó, me deseó buenas noches y salió de la habitación. Yo cerré los ojos y me sumí en un sueño profundo mientras la imágen de Serena se quedaba en mi mente.

Necesito un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora