Capítulo 47

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Narra Darien

Menos de treinta minutos después caminamos de la mano hacia el apartamento de Serena.

Sentí una gota de sudor en mi frente y mis nervios se aceleraron cuando ella se dió la vuelta hacia mí y empujó mi espalda contra la puerta cerrada.

-Dame unos minutos- me dijo con un tono nervioso en su voz.

-Si, está bien, no te preocupes- dije, quizá con la misma intranquilidad que ella tenía.

-Respira hondo Darien. Ttanquilízate un poco- ella me recordó y me calmó, una vez más -No haremos nada que tú no quieras y para lo que no estés listo mi amor. Te lo prometo, iré tan lento como tú lo necesites. No voy a presionarte a nada- Su voz era suave y cariñosa mientras acariciaba mi mejilla.

La acerqué a mí e incliné su barbilla hacia arriba para mirarme -Sé que estoy listo Serena. Te deseo tanto. Es solo que estoy... solo un poco asustado. Hay tanto con respecto a esto en mi pasado que tengo miedo de no ser bueno para ti- odiaba que mis inseguridades hubieran aparecido en este momento que compartía con Serena.

-Darien ¿aún no te das cuenta? Tú nunca podrás decepcionarme, aún cuando creas que no estás preparado- Dijo con una sonrisa mientras me llevaba al sofá.

Tomé asiento y ella se colocó entre sentada sobre mi regazo mientras sus manos descansaban sobre mis hombros -Darien, lo que te sucedió en el pasado no se trata de amor ni de intimidad. Esas cosas te fueron hechas desde un sentimiento de odio y depravación; aquellas ocasiones nunca fueron intimidad por amor entre un hombre y una mujer. La experiencia que tuviste no se acerca en nada a lo que debe representar un acto como hacer el amor- Sus palabras se quedaron en mi mente mientras levantaba una mano para recorrer mi cabello con ternura.

El simple movimiento de su mano mientras se deslizaba por mi cabeza me relajó y envió escalofríos y deseo por mi cuerpo al mismo tiempo.

-Serena, de verdad, quiero ser bueno en eso... para ti. Y, bueno... quiero disfrutarlo contigo- dije en un susurro mientras ella levantaba mi barbilla para mirarla a los ojos.

-Darien, tienes una mirada hermosa ¿Lo sabías? Nunca más vuelvas a bajarla, por favor. Te prometo que tomaremos el momento tan lento como sea necesario. Te aseguro que siempre serás suficiente para mí, en todos los sentidos- sus ojos eran suaves y brillaban de amor por mí.

Asentí con la cabeza mientras trataba de alejar mis dudas y repetirme a mi mismo que debía intentarlo. Debía superar este trauma que aún seguía arraigado en mí, y si duda, Serena sería la guía y la terapeuta perfecta para ello.

-Ahora, dame unos minutos para preparar algunas cosas, luego vendré a buscarte ¿de acuerdo?- dijo mientras se bajaba de mi regazo para pararse.

-Está bien- respondí mientras pasaba una mano por mi cabello intentando tranquilizarme por completo, pero para mí mala fortuna, ese toque no había tenido el mismo efecto que con la calidez de la mano de Serena.

Me incliné hacia adelante y apoyé los codos sobre mis rodillas mientras ponía el rostro entre mis manos.

Justo cuando dejé escapar un profundo suspiro, sentí que mi teléfono vibraba en mi bolsillo. Lo saqué y vi un mensaje de texto de mi papá.

-Hijo, ¿está todo bien? ¿Ella dijo que sí? ¿A dónde desapareciste? ¿Que pasó? ¡Cuéntanos! Estamos ansiosos por saberlo todo- ante sus muchas interrogantes ansiosas de una respuesta positiva no pude evitar que una gran sonrisa apareciera en mi rostro. Creo que en casa estaban igual de nerviosos que yo

-Todo esta bien papá. Por fortuna, ella dijo que SÍ y yo soy el hombre más feliz del mundo. Ahora estamos en su casa. No me esperen, creo que no volveré hasta mañana- escribí mi mensaje, presioné enviar y miré el teléfono sin creer aún la suerte que había tenido.

Serena había aceptado...

Ella había dicho que sí...

Serena se iba a casar conmigo...

Esa hermosa mujer se iba a convertir en mi esposa.

Al pensar en eso, sentí una fuerte ola de alegría invadir mi cuerpo, y justo cuando de nueva cuenta soltaba una sonrisa, la escuché llamar mi nombre desde la dirección de su habitación.

Me paré y me giré para ver a Serena parada en la entrada portando aún ese increíble vestido de seda azul oscuro que había elegido con tanta cautela pensando exclusivamente en ella. La tenue luz de su alcoba la hacia resaltar enormemente, tanto que me dejó sin aliento.

Serena extendió una mano esperando que la sujetará, y de forma inconsciente y automática, mis pies se dirigieron hacia ella.

Serena sonrió mientras tomaba mi mano con la suya y caminábamos hacia su habitación donde había encendido algunas velas y había puesto música ligera.

Ella se colocó frente a mí cuando llegamos a los pies de la cama y sus manos se levantaron para ayudarme a quitarme la chaqueta.

-Te amo Darien- dijo mientras me ayudaba a desatar el nudo de mi corbata y pude sentir como mi cuerpo se encendía poco a poco.

-Yo también te amo Serena- hablé acompañado de un pequeño gemido que salió de mi boca justo cuando sus dedos comenzaron a desabotonar mi camisa.

-Darien, quiero hacer el amor contigo- dijo mientras soltaba la camisa de la cintura de mis pantalones, la deslizaba por mis hombros y la arrojaba en dirección a la silla en la esquina de la habitación mientras yo cerraba los ojos para concentrarme en la sensación de sus manos que subían por mis brazos.

En mi mente sabía que debía hacerle esto y no ella a mi, pero recordé lo que Serena me había dicho una y otra vez, que había momentos en los que necesitábamos confiar en los demás, así que esta noche estaba decidido a confiar en ella para ayudarme a superar esto. Más tarde me aseguraría de cuidarla y de devolverle el favor que me estaba haciendo en este momento. Simplemente me quedé quieto y dejé que su amor viajara con sus manos sobre mí.

-Déjame mostrarte lo mucho que te amo y lo emocionada que estoy de convertirme en tu esposa- dijo mientras sus labios colocaban un beso en mi pecho por encima de mi corazón.

Mis brazos la rodearon y la atraje hacia mí -Yo también quiero demostrarte esas cosas- le respondí antes de unir mis labios contra los de ella, camin de regreso hacia la cama en donde nos envolvimos en un juego de caricias, besos y mucho calor.

Necesito un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora