Capítulo 17

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Narra Darien

Me desperté a la mañana siguiente con la casa totalmente vacía. Por fortuna, Rei no había vuelto en toda la noche. No pude evitar preguntarme egoístamente si tal vez la habría atropellado un camión de carga pesada para que pudiera experimentar el tipo de dolor físico que yo sentía actualmente en todo mi desmoronado cuerpo.

Me dolía todo pero tuve que levantarme e ir a trabajar. Ya era bastante malo que hubiera perdido un día de esta semana, la señora Galaxia era muy paciente pero estaba seguro que de ser recurrente en mis ausencias en algún momento se fastidiaría y terminaría por botarme de la oficina, y francamente no quería eso. El trabajo era el único lugar que me sacaba de las garras de Rei aunque fuera por algunos instantes, era el único espacio en el que me encontraba a salvo, así que no podía permitir que me hecha tan de mi único refugio.

Revisé mi teléfono para ver si había alguna nota, y efectivamente, había una de Rei, había sido recibida a las cuatro de la madrugada con trece minutos y en ella se me informaba que no volvería a casa hasta pasado el medio día. Me indicó debía ir a trabajar y que tan pronto como ella volviera se pondría en contacto conmigo. Aunque recibir esa llamada solo significaría que tendría un montón de pendientes por cumplir antes de que ella pusiera los pies de regreso en la casa.

En este momento me estaba preguntando quién sería el afortunado que habría amanecido con ella esta mañana, me alegré al saber que al menos no era yo e imaginé en lo fantástica que mi vida sería fantástica si no la tuviera a mi lado mientras me dirigía al baño para orinar y ducharme, aunque el hecho de hacer algo tan simple como esas dos últimas acciones mencionadas era una verdadera tortura fisica. Solo esperaba que el agua tibia ayudara a mis músculos rígidos a relajarse un poco, cosa que no creí que ayudara mucho a mi cabeza que todavía latía con fuerza, sin contar que la tenue luz de la habitación me lastimaba los ojos.

Una vez que el agua estuvo a la temperatura adecuada, me moví para colocarme debajo y dejar que comenzara a caer sobre mi cuerpo. Me sentí bien y, por alguna razón, una grata sensación de ligereza se había apoderado de mi cuerpo esta mañana.

El rostro de Serena, una vez más, apareció en mi mente.

Tendría que hablar con ella hoy, pero... ¿Que le diría? ¿Cómo empezaría? ¿Y si se burlaba de mi? ¿Realmente podría ayudarme?

Pero de pronto, mi pensamiento cambió, había comenzado a  aterrorizarme con tan solo pensar en la posibilidad de que Rei se enterara de mis valientes intenciones, y ciertamente no quería arrastrar a Serena a padecer este infierno en carne propia, pero, si podía ayudarme a descubrir cómo salir de esto, tenía que intentarlo, ¿verdad? Aunque si no funcionaba, pagaría las graves consecuencias de mis actos, seguro que una sesión más con Rei y terminaría muerto.

Terminé mi ducha y agarré una toalla. Era tan complicado realizar algo tan sencillo como secarme, me dolía bastante el solo hecho de mover un dedo. Probablemente necesitaba atención médica, pero ¿qué decirles? Nadie creería que simplemente me golpeé o tropecé con algo. Contarles que esto lo obtuve a manos de mi pareja sería imposible, todos se burlarían de mi, y sea cual fuere mi versión de los hechos, insistirían en que presentara un informe o en hacer algún tipo de papeleo. No podía hacer eso o de lo contrario, mi situación empeoraría y estaba más que convencido de que un nuevo castigo sería fatal.

Era tan horrible vivir de está forma, siempre pensando en como sobrevivir, odiaba mi vida si es que así se le podía llamar a lo que yo tenía. Una vez más sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas. Estaba tan débil y patético. Tal y como Rei lo había dicho, yo no valía nada. No había nada que pudiera ofrecerle a nadie.

—Puedo ayudarte. Puedes confiar en mi— resonaba la voz de Serena en mi cabeza de nuevo y me vi envuelto en un desesperante llanto mientras luchaba por ponerme los pantalones de vestir.

Necesito un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora