"La misma herida, en repetidas ocaciones, solo duele con más intensidad"
El humo todavía no se disipa. Hay una máscara sobre mi cara que ha impedido a mi sistema inhalar la mayoría del gas. Intento abrir los ojos. Pese a la poca claridad del ambiente puedo saber que es ella, Alice me sostiene entre sus brazos, sosteniendo la mascara para mí.
— Alice — llamo su nombre, solo para asegurarme de que es ella.
Mi mano se mueve hacia su mejilla y baja através de su piel hasta su hombro desnudo y luego hacia su brazo. Ella me sonríe, pese a que no se ve feliz al sentirme.
— Alice, vámonos, se levantarán, querrán matar a Bastian. No quiero problemas.
Alguien la llama, se gira por unos momentos y con cuidado me deja en el suelo. No me siento completo después de haber estado en su regazo. Trato de protestar. Alice chista para mantenerme calmado.
— Tengo que irme — susurra.
El gas no funciona con ella. Porque no veo rastro de la máscara. La posibilidad de que sea creación de Ángel cruza mi mente. Aunque fue secuestrada de nuevo.
— No te vayas... sal-va-remos a Án-gel juntos.
Alice muerde sus labios. Una lágrima cae por su mejilla. Frunzo el ceño. ¿Los planes de Ángel han cambiado?
— Diji-mos que... juntos.
— Si puedo volver, lo haré — promete.
Por la forma en la que traga saliva, la expresión en su rostro y ese brillo acristalado en sus ojos, sé que me está mintiendo. Su atención se dirige hacia otra parte de nuevo.
Intento levantarme para seguirla cuando ella se aleja. El aire sigue sin llegar del todo a mis pulmones. Mi cabeza da vueltas. Levanto la mirada, Bastian está encima de Alex, a algunos metros de distancia, con un cuchillo en alto. Es Alice quien se lo arrebata y lo empuja de una patada.
— ¡No tienes ningún derecho a matarle!
— No te metas en esto — brama.
— Me meteré donde sea porque no tienes ninguna maldita órden de Ángel para hacer lo que quieras.
Bastia, furioso, la toma por el cuello. Alice ahoga un grito.
— ¡No la toques! — brama un hombre en traje.
Tampoco tiene máscara. Es fornido, alto.
— No te metas en esta mierda, Adam — le advierte Sebastian.
— Si te atreves a ir más lejos, quiero ver qué te hace Ángel — amenaza Alice, clavando sus uñas en la mano con la que él la sostiene.
La está asfixiando. Pongo todas mis fuerzas en levantarme, sin éxito alguno.
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Sumisa ©
Roman d'amourLibro 1 Sumisa: Seduciendo al dragón rojo. #SAGAMENTIRAS Alex Deberaux había logrado tener un nombre en el bajo mundo junto al poder que siempre había ansiado. El dragón rojo era sin duda el sueño de muchas mujeres, y también su perdición. El apodo...