155 | Papá.

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"Regresamos tan felices..."

Alex.

— ¿Ahora lloras porque hemos follado, tanto me echabas de menos? — demando al ver una lágrima cayendopor su majilla.

Ángel me pega un golpe en el pecho mientras lamo esa lágrima para limpiarla.

— Eres un tonto.

Su maldita voz de niña consentida está otra vez ahí, aunque ahora está fingiendo ser un poco más adulta. ¿Es porque ya no tiene que fingir o ahora que lo sabemos todo sobre ambos no quiere exponerse porque le avergüenza cómo es en realidad?

— Ese tonto te quiere, ¿te lo he dicho ya?

Ella sonríe abiertamente y se acuesta a mi lado.

— Yo no sé si te quiero todavía — canturrea, y todo lo que recibe de mi parte es una nalgada.

Decido borrar el mohín de sus labios con un beso y cierro los ojos, dejándome llevar por fin hacia un sueño profundo junto a mi esposa.

***

— Mi amor, ¿te dejo durmiendo? — demando.

Ángel jadea y se retuerce en la cama — mmm — murmura.

Asiento, tomo eso como un permiso y salgo de la habitación.

¿Voy a matar a Sebastian?

Voy a matar a Sebastian.

Cuando camino por los pasillos en busca de él, no logro encontrarlo. Incluso miro en la zona de entrenamiento, suele pasarse horas allí. Pero tampoco está. 

— ¿Dónde está Sebastian? — le inquiero a un chico tras tomarlo por el cuello.

Es el primero que se ha pasado por mi lado. 

— Está en helipuerto — explica. 

Arriba. 

Ah... ayer quedó el desastre que hice con Jensen, seguro lo enviaron a limpiar, aunque apenas sirve para recoger basura. 

Una vez salgo a la superficie lo veo de pie, con las manos en los costados y hablando con Massimo. Ah, el otro cabrón. Más fácil me lo ponen, solo tengo que matarlos a los dos. 

— ¡Tú! — gruño en dirección a Sebastian — ¡Hijo de puta a ti te voy a matar!

Todo lo demás se vuelve rojo a mi alrededor. 

Sí, me cabrea que alguien más haya tocado a mi mujer, pero me cabrea que lo haya echo en un momento de debilidad suya, se ha aprovechado de ella. Y las mil veces que Ángel me llamaba estando borracha son mil oportunidades que él tuvo para abusar de ella. 

Maldita sea. 


Ángel.


— Ángel.

Una voz me llama. 

No sé quién es. 

Pero me llama. 

Quiero despertarme, pero me duele todo el cuerpo. 

— No siento las piernas — gimo — me duele todo...

— Se nota, toda esta habitación huele a sexo. 

Mis ojos se abren de golpe, Alice está mirándome dormir. Con sus brazos apoyados sobre el colchón y una sonrisa en sus labios. 

— Eres horriblemente vengativa — le digo. 

Sumisa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora