"Tener sexo con el hombre que amamos no es tenerlo con el correcto"
Ángel.
Mis llantos no detienen sus movimientos. Pensé que habíamos acabado con esto. Pero el solo se estaba dando un respiro, o tal vez sus celos por Sebastian lo han llevado al límite. De haber sabido que bailar con otro lo enloquecería, lo hubiera hecho antes.
No puedo asegurar que mañana se vaya a arrepentir o solo sea una vez. Así que intento no hacerle entrar en razón, a más me oponga, más ganas tendrá de poseerme y con más facilidad podré dominarle.
— Alex... — le suplico en un fingido tono.
Él está demasiado concentrado en mis pechos. Sus manos pellizcan un pezón mío y su boca está jugando con mi otro pezón. Le gustan mis pechos. Estoy segura.
Alex muerde el pezón que tiene en mi boca y chillo, eso lo divierte porque lo vuelve a hacer en dos ocasiones. Provocando la humedad entre mis piernas y replanteándome cuánto debo negarme para parecer convincente de no estar necesitando sentirle dentro de mí tan desesperadamente.
— Dices que no te gusta, pero no te resistes a mí — se burla, una de sus manos pasa por los pliegues de mi vagina y Alex no duda en lamer los mismos dedos con los que me ha tocado — estás demasiado mojada como para que esto no te guste.
«Relájate, es parte del plan»
Sé lo que viene ahora. El me pone a horcajadas sobre su cuerpo tras atarme las manos con una de sus corbatas. Tres azotes pican contra la piel de mi trasero. Alex entonces me tira de nuevo al colchón, pero levanta mis piernas para colocar algo debajo de mi, un pañuelo blanco con las esquinas bordadas.
Cuando se introduce entre mis piernas y empieza a practicarme sexo oral solo me dejo llevar. Él conoce demasiado bien mi cuerpo. Sabe cómo mover su lengua para arrancarme un gemido y qué hacer si quiere que sienta esa sensación de dolor mezclada con placer que mis primitivos instintos ansían.
Su lengua se detiene poco antes de dejarme llegar al orgasmo, negándome así uno de los pocos placeres que he tenido a su lado.
— ¿Qué haces? — demando al ver que se levanta y se desnuda por completo.
No pienso hacerle sexo oral, no cuando él no me lo ha hecho bien a mí. Pero creo que eso hubiera sido mejor que ver cómo Alex saca de un cajón de su mesa de noche un bote con un líquido transparente.
Veo cómo deja caer el contenido en mi vagina y lo esparce un poco. Me estremezco por el frío del producto y luego observo a Alex untarse eso en todo su miembro.
Solo entonces el arroja lejos el bote y desata mis manos.
Su brazo se enreda a mi cuerpo por detrás de mi espalda, mis pechos chocan contra su firme pectoral y debo concentrarme en no gemir con demasiada desesperación.
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Sumisa ©
RomanceLibro 1 Sumisa: Seduciendo al dragón rojo. #SAGAMENTIRAS Alex Deberaux había logrado tener un nombre en el bajo mundo junto al poder que siempre había ansiado. El dragón rojo era sin duda el sueño de muchas mujeres, y también su perdición. El apodo...