"Dentro de nuestros corazones se esconden las peores batallas"
Tras la llamada y pequeños detalles a Vincent, Camille envió a un equipo suyo a volar en pedazos el helicóptero en el que viajábamos y a preparar la escena para Alex.
Me gustaría incluir a Jensen, pero no tengo idea dónde se encuentre o qué esté planeando. No volvió tras abandonarme después de que Alex fingiera envenenarme. Paso la yema de mis dedos por los documentos que tengo delante. Camille me observa en silencio. No he ido a dormir, ella tampoco se movió de mi lado en toda la noche.
Recuerdo que era Bellamy quien antes ocupaba esa posición. Solo nos sentábamos en nuestros escritorios mientras planeábamos nuestro siguiente ataque. Cada una inmersa en sus asuntos, pero el mundo no caía sobre nuestros hombros porque estábamos juntas.
Abandoné a Bellamy hace casi tres años, lo reconozco.
No pude detener el dolor en mí misma, quise hacerlo, innumerables veces intenté dejar de drogarme con tal de anestesiar el dolor. Al principio no fue algo en lo que creyera que iba a caer. Un anestésico para olvidar de tanto en tanto mi mierda de vida tras darme cuenta de que el alcohol había dejado de tener efecto en mí no parecía un gran peligro. Empezó como algo pasajero, su efecto era duradero, y me dije: si puedo tener un descanso así al mes, podré seguir con mi vida.
Duré con esas dosis aproximadamente ocho meses, fue un día, tras observar la barbarie de unas chicas rescatadas que no pude más. Me imaginé a la hermana de Alice sufriendo la misma suerte, fui a verla a la habitación donde la teníamos. Ella estaba teniendo un ataque, Alice lloraba con las manos apoyadas en el cristal blindado de seguridad que nos permitía verla.
Si la hubiera matado, ella hubiera estado mejor.
Me arrepiento de haberla dejado pasar por todo aquello.
Imagino que Alice, aunque no lo diga, me culpa también.
Dejo escapar un suspiro.
Tras observar aquello volví a casa, Jensen y Lia habían salido esa noche. Así que estaba sola, me metí en la cama de madrugada, lo siguiente que supe es que estaba atada a una silla de madera vieja y sentía las astillas clavándose en mi piel.
Me secuestraron.
No fue algo que durara demasiado. Estaba drogada al principio, y solo escuchaba las voces de los secuestradores de fondo, distorsionadas mientras le pedían dinero a mi padre. Pensé en quedarme inmóvil y dejar que ocurriera el intercambio hasta que me di cuenta de que estaba en una jaula.
Estaba drogada, así que al principio mi ataque de pánico no se notaba, pero a medida que las agujas del reloj se movían, mi cuerpo empezaba a despertarse. Las jaulas no son mi mayor miedo. El volver a sentirme encerrada, sí.
Empecé a chillar como una loca cuando tuve la oportunidad, les amenacé, les dije quién era. No me creyeron. Para ellos, el ángel oscuro no podía ser una joven millonaria criada en una cuna de oro. Antes de que ejerciera más fuerza en las correas que me ataban y pudiera soltarme, mi padre llegó al lugar, gritando mi nombre tras ser alertado por mis chillidos.
ESTÁS LEYENDO
Sumisa ©
RomansaLibro 1 Sumisa: Seduciendo al dragón rojo. #SAGAMENTIRAS Alex Deberaux había logrado tener un nombre en el bajo mundo junto al poder que siempre había ansiado. El dragón rojo era sin duda el sueño de muchas mujeres, y también su perdición. El apodo...