150 | Memoria.

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"Si no existen recuerdos, solo creémoslos de nuevo hasta volver a amarnos"

Alex.


Está frente a mí, de rodillas en el suelo, y con Ámber corriendo hacia ella. Apenas puedo procesar lo que ocurre, solo me acerco a toda prisa para evitar que entren en contacto, porque Ámber todavía puede hacerle daño a su madre si se tocan. 

Todos están tan sorprendidos como yo así que nadie es capaz de detener a la niña, por lo que Ángel acaba encerrando a Ámber entre sus brazos. Me acerco a ellas lo más rápido que puedo y entonces Ángel clava sus ojos en mí. 

Es una mirada que hace años no le veía poner. Solo una vez me miró con ese odio en sus ojos, hace años, cuando arruiné uno de sus planes, siendo ella el Ángel Oscuro. 

— No te acerques — gruñe. 

Tengo que detenerme, porque carga con ella un arma que no dudo, está cargada con balas. Algo me dice que está dispuesta a disparar. 

— Ángel.. — le pido. 

— Mamá — jadea Ámber, tirando de la ropa de su madre en busca de su atención. 

Ángel acaricia la frente de su hija con su mejilla. No es un gesto solo de cariño, también está comprobando su temperatura corporal de Ámber. Veo la preocupación en sus ojos, pero también está atenta a cualquier movimiento que haga. 

— Ámber está bien — le explico. 

— ¿Quién te ha dicho que habras la boca? — demanda. 

Hay algo frío en ese tono, algo diferente. Esta no es la Ángel que me explicó entre lágrimas la muerte de nuestros hijos. Pero... ¿quién es entonces? La felicidad en mi pecho por verla despierta y viva, se desvanece, dando paso al miedo por lo desconocido. 

— Ángel... — susurra Camille, ha sido la primera con el valor de acercarse a Ángel pese a la expresión que tiene en su rostro ahora mismo. 

— ¿Quién coño eres tu? — demanda en dirección a ella, aunque ella misma parece contestarse cuando dirige sus ojos a Camille — ¿porqué estás viva? — demanda, algo aturdida. 

— Ángel... — susurra Camille, sentándose en el suelo, tan cerca de ella como Ángel le permite estar — soy yo, soy la hermana de Ámber — le explica. 

— ¿Qué le has hecho a mi hija? — demanda — ¿porqué está tan grande?

Ámber se ve relajada en los brazos de su madre, sus manos juegan con el cabello de Ángel y la veo moverse a su antojo en el regazo de Ángel. Observo cómo Ámber empieza a chupar las mejillas de Ángel y a darle besos, cosa que, si bien me parece hermosa, también me preocupa. 

— Ángel, Ámber tiene en su cuerpo un veneno — le explico.

Ella detiene su conversación con Camille y me mira, su ceño se frunce —¿Crees que no lo sé? ¿Me ves cara de idiota? — demanda — ¿De dónde sacaste a este idiota? — demanda en dirección a Camille — ¿Y con qué derecho me llama por mi nombre?

Camille dibuja en sus labios una fina línea y arquea las cejas, incapaz de explicarle quién soy. 

— ¡Ángel! — chilla Jade. 

Sumisa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora