"Jugar con fuego y llorar al quemarte"
Ángel.
— Señorita, señorita — una voz susurra en mi oreja.
Abro los ojos para ver a una mujer mayor frente a mí. No forma parte del servicio, así que jamás la había visto.
— ¿Quién eres? — demando.
— Soy su nueva sirvienta, señorita.
Mis ojos se abren.
— ¿Y Bjorn?
Ella niega — el señor Alex decidió que usted necesitaba alguien más apropiado.
Ruedo los ojos y aparto la sábana para darme cuenta de que mis mejillas están rojas al ver que llevo un pijama.
— ¿Usted me vistió?
La mujer niega — ese degenerado — maldigo.
— Señorita, el señor Alex está esperándola en su despacho.
— Pues dile que se joda — gruño.
La mujer abre sus ojos como dos enormes platos de sopa — señorita, no debería decir esas cosas.
— No iré — gruño.
— Dijo que si no iba, mataría a Bjorn.
Abro la boca — eso es chantaje.
— Si, eso dijo el también.
A regañadientes salgo de la cama y voy hasta su despacho con los pies descalzos y la sirvienta detrás de mí con mis zapatillas en las manos, ni siquiera toco la puerta, solo entro y él me observa con una expresión poco amigable en su cara.
— Qué quieres — exijo.
Alex resopla y niega con la cabeza. Como si estuviera cansado de mí. Frunzo los labios y arqueo mis cejas.
— Primero, ven aquí.
— No — murmuro.
Alex sonríe y pone en alto una bolsa de papel — ¿Quieres croisants? Son de chocolate.
Mi estómago me suplica ir por ellos, pero es una trampa.
— Bueno... — me veo diciendo cuando camino hacia él.
Tonta. Es una trampa.
Alex toma mi muñeca y me sienta en su regazo, mis pies cuelgan y los balanceo. Odia que vaya descalza por casa.
— Dame las zapatillas, Mara.
La mujer se apresura y se las entrega. Alex me coloca las suaves y mullidas zapatillas y me da los croissants. Mientras me dedico a comer él saca a la sirvienta y se pone a hacer cosas en el ordenador. Una vez ya no tengo comida, lo miro a los ojos.
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Sumisa ©
RomantizmLibro 1 Sumisa: Seduciendo al dragón rojo. #SAGAMENTIRAS Alex Deberaux había logrado tener un nombre en el bajo mundo junto al poder que siempre había ansiado. El dragón rojo era sin duda el sueño de muchas mujeres, y también su perdición. El apodo...