84| Compañero de baile

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Las bebidas llegan más rápido de lo que esperaba y me apresuro a tomar mi copa de cristal y dar un trago a mi bebida

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Las bebidas llegan más rápido de lo que esperaba y me apresuro a tomar mi copa de cristal y dar un trago a mi bebida. Necesito alcohol en mi sistema si quiero sobrevivir a los amigos de Alex.

Estaba pensando que podríamos renovar el local, ¿qué opinas, Alex?

Alex me los ha presentado con su nombre, el rapado se llama Roth, y su esposa, Erika. Junto con Lev, el rubio, son dueños de este club.

Sería una buena idea, está algo jodido, hasta podría invertir en el negocio.

Lev le ríe la gracia a Alex, a Roth parece gustarle la idea de una unión. Dudo que Alex quiera apostar por un lugar como este, no tiene tiempo para divertirse con Massimo pisándole los talones y mi padre queriendo asesinarle. Además, no soy una mujer fácil de manejar tampoco y ahora que se ha hecho con las empresas Deberaux, no perderá su tiempo en un lugar como este.

¿Qué te parece, amor? Podría dejarte a cargo de mi parte.

La sonrisa de Roth desaparece, pero Ronan, el marido de la rubia operada, empieza a sonreír mientras asiente con la cabeza.

Mi mano se aferra con fuerza a mi copa. Intento no asesinar a Alex con la mirada. ¿Qué le hace pensar que quiero pasar tiempo con esta panda de tarados, eh?

— Ni lo sueñes — le susurro en la oreja para que solo él pueda escucharme.

La sonrisa torcida que me ofrece al mismo tiempo que muerde su lengua me recuerda porqué caigo en su cama todas las noches.

— Bueno, lo iremos hablando.

Todo el mundo concuerda con él. Ellos no me quieren hurgando en sus asuntos y tampoco son mi prioridad.

La conversación de ellos avanza, Alex acaricia mi muslo de vez en cuando a modo de prestarme su atención. Una que no me hace falta. Las chicas se han movido a un lado de los sofás y Alex habla con sus amigos al otro lado, somos los únicos que no nos hemos movido de nuestro sitio.

La chica morena, Erika, de vez en cuando me lanza alguna mirada y una leve sonrisa, como invitándome a su conversación, pero no me apetece.

La música de repente cesa, Alex le da la espalda a sus amigos y me pide que mire hacia el escenario, en la planta de abajo. Allí un grupo de bailarines empieza una coreografía para animar a los que bailan en la pista de baile. Los hombres se mueven con una coreografía que ya saben de memoria, están sin camiseta, en pantalones y las mujeres llevan un traje brillante tipo bañador.

Los amigos de Alex empiezan a ser estirados hacia la pista de baile en la planta baja por su mujeres, pero nosotros nos quedamos sentados. No es que yo no quiera bajar a bailar y desmelenarme, solía hacerlo antes. En el círculo, pese a nuestra corta edad, muchas veces necesitábamos olvidar todo con alcohol y alguna resaca tras días de fiesta.

Sumisa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora